Bilbao - Iñaki Uranga prefiere no pensar cómo gestionará las emociones en el instante en el que las primeras notas musicales envuelvan la sala del Palacio Euskalduna. Le costará. El artista de Bilbao es consciente de que los recuerdos de su adolescencia aflorarán sin límite e inevitablemente le transportarán a aquellas comidas navideñas en las que sus padres a dúo interpretaban canciones que aún hoy siguen sonando en su cabeza. "Estoy seguro de que en el concierto mis padres me estarán escuchando", lanza. El menor de la saga familiar de los Uranga hace realidad un sueño en un concierto único que verá la luz el próximo día 27, a las 19.30 horas, y que elogiará a quienes le inculcaron su pasión por la música. "En casa, desde niño, todos hemos cantado muchísimo. Mi padre lo hacía muy bien, tenía muy buena voz", recuerda. Uranga no saldrá solo. José Luis Canal, Blas Fernández, Alex López y Raúl Vera más la Musikene Big Band acompañarán al artista de Bilbao que revivirá por Navidad clásicos y adaptaciones especiales de otros géneros: "Habrá sorpresas", explica.

¡Qué maravilloso es soñar!

-Así es. Eso es lo que nos queda.

¿Iñaki es un soñador?

-Lo soy, me encanta hacerlo.

Despierto, dormido... Los sueños a veces también se convierten en realidad, ¿verdad?

-El mío sí se ha hecho realidad. Este proyecto musical llevaba en mi cabeza mucho tiempo y ha costado que cobrara forma. Para mí este concierto en el Palacio Euskalduna era un sueño encriptado, pero finalmente en pocos días verá la luz y estoy emocionado por hacerlo finalmente realidad.

¿Está nervioso?

-Mentiría si dijera que no. Son un montón de cosas las que hay que coordinar para montar un espectáculo de estas características, pero me gusta sentirme así. Reconozco que marcarme retos me pone. Siempre he pensado que relajarse y confiarse demasiado no es bueno.

¿Por qué estaba encriptado?

-Por respeto, tanto por el repertorio como porque es un concierto concebido en homenaje a mis aitas desde el corazón.

Nunca es tarde.

-A la vejez, viruelas. Je, je.

Bueno, bueno vejez..., Dejémoslo en madurez.

-Mejor, sí.

La música corre por sus venas.

-Es mi vida. Lo que soy se lo debo a este mundo.

No resulta fácil mantenerse a lo largo de tantos años. ¿Cómo lo ha hecho?

-No es fácil, no. Reconozco que me siento una persona privilegiada porque llevo toda mi vida dedicándome a la música, lo que siempre me ha gustado. No todo el mundo puede decir lo mismo. ¿Cómo lo he hecho? A base de trabajo, de constancia, de paciencia... No tengo intenciones de dejarlo.

Con su música, los Uranga han marcado a diferentes generaciones.

-Ese es un privilegio que hemos tenido. Igual que para mí hay melodías que se han convertido en himnos, hay otras canciones que lo son para otras muchas personas. Por eso seguimos al pie del cañón.

Vida intensa.

-Lo ha sido. Incluso antes de dedicarme a la música iba en la gira de Mocedades de Amor de hombre cargando y descargando tráileres. Acababa el concierto e iba al siguiente. Tenía 22 años y me comía el mundo.

Y ahora, con 58, Iñaki Uranga se sigue comiendo el mundo. En esta ocasión se sube al escenario con la Big Band Jazz. ¡Esto promete!

-Ja, ja. Lo que prometo es hacer todo lo posible para que la gente que vaya al concierto disfrute, que se emocione, que cante, baile...

Se sube al escenario para rendir un homenaje a sus padres. ¿Lo necesitaba?

-Sí (Con rotundidad). Aunque reconozco que no solo es un homenaje a mis padres, es un homenaje a toda mi familia, pese a las diferencias. Con ellos he compartido tantos momentos maravillosos que siguen perdurando en mí y no estoy dispuesto a perderlos. Tantos encuentros, tantas melodías, que te calan el alma.

Detener el tiempo. Revivir los dulces y felices momentos en torno a una mesa con sus hermanos...

-Ay, parece que fue ayer cuando en familia -hasta cuarenta personas llegábamos a juntarnos- compartíamos divertidísimas veladas navideñas. Mi aita y mi ama cantaban a veces a dúo. ¡Qué bonito lo hacían! Sonaban tan bien... Mi ama tenía muy buen oído y mi padre, una voz espectacular que todavía suena en mi cabeza.

Las personas que ya no están continúan presentes gracias al recuerdo de los vivos.

-¡Cómo lo sabes! Les recuerdo muchísimo. Los que faltan jamás van a estar más presentes que ahora. Mis padres están en mi día a día y por supuesto que estarán en cada una de las canciones que interpretaré en el concierto del Euskalduna. No quiero pensarlo mucho...

Será complicado no emocionarse sobre el escenario.

-Va a estar repleto de grandes momentos, de instantes que han formado parte de mi familia. Cuando esté sobre el escenario me dejaré llevar e intentaré disfrutar al máximo.

Los Uranga no faltarán...

-Por supuesto. Mi familia llenará media sala. (Risas).

¿Qué canciones interpretará?

-El repertorio será principalmente en inglés, con clásicos americanos de cantantes como Frank Sinatra, Michael Bublé... He elegido lo que más me ha gustado a mí. Pero eso sí, no me considero un crooner. Eso me pilla muy lejos. Voy a hacer un repertorio que va con los matices de mi voz. Mi intención no es emularles. No soy capaz de hacerlo.

El factor sorpresa no va a faltar.

-Tendremos sorpresas que sé que al público le van a encantar.

El gusto por el swing lo heredó de su padre.

-Mi padre vivió muchos años en Estados Unidos y solía cantar canciones americanas con mucho swing.

El concierto pretende ser un viaje por su vida.

-Son mis recuerdos. Mis hermanos empezaron a viajar mucho y traían música de todos los puntos del mundo. Cuando me acostaba ponía seis discos y me dormía. Al día siguiente me levantaba y volvía a ponerlos.

Dígame alguna de aquellas canciones que escuchaba.

-Fueron muchas, por ejemplo Morning, de Angelo, o Just the way you are, de Billy Joel.

El concierto tenía que ser en Bilbao.

-Por supuesto. Es mi ciudad y de la que siempre me he sentido orgulloso.

¿Entre sus sueños no cabría otro disco en solitario?

-Por supuesto que cabe, soy muy cabezota. En ello estoy. Tiempo al tiempo.