bilbao - El escultor Mikel Lertxundi (Berriatua, 1951) vivió su infancia jugando con el cielo y la tierra. Desde muy crío, con sólo 5 años salía al monte a buscar arcilla para modelar y bajaba a la costa, junto con su hermano, donde recogían tablas y piedras para construir sus propios juguetes. “Mi aita era trikitilari y me inculcó el amor por la música; mi pasión por el arte me ha acompañado toda la vida. A los 11 años ya sabía que me quería dedicar a esto”, explica Lertxundi, durante el recorrido por la exposición que se presenta en la Sala Rekalde de Bilbao hasta el próximo 13 de octubre.

Sus esculturas son una fiel representación de la forma particular que el artista tiene de ver el mundo y de interpretar la naturaleza de la que se siente parte y, de alguna manera, portavoz o transmisor de sus valores. “Es la naturaleza la que hace y deshace todo lo que existe en el mundo”, asegura contundente.

Lertxundi lleva más de 40 años de recorrido profesional y sus obras han sido expuestas en numerosos países. Su trabajo tiene como fundamento la unión de los materiales piedra, madera y hierro: ensamblaje que se ha convertido en la fuerza motriz de su espíritu creador e investigador y en lenguaje, o modo de expresión, que en los últimos años ha llegado al espectador enriquecido con los elementos agua, aire y fuego. Trabaja a la vieja usanza, con tres materiales, piedras, madera y hierro, que se repiten en su obra como evocaciones de los cantos rodados que habitan en el lecho de los ríos, el viento que silba en los bosques y el fuego que alimenta la fragua donde se funde el mineral. “Persigo la búsqueda del equilibrio en la naturaleza”, confiesa.

Hace unos meses, Bilbao también pudo disfrutar de su arte con siete obras de gran formato instaladas en siete plazas de la ciudad.

¿Qué descubrió antes, el arte o la naturaleza?

-No sé cuál de los dos descubrí antes, si el arte o la naturaleza; es más, no sé si fui yo quién los eligió o fueron ellos los que me eligieron. Lo mío siempre ha sido y es un constante observar y dialogar con la naturaleza, a quien sé que pertenezco y en quien reconozco al maestro.

¿Cómo comienza su proceso creativo?

-Siempre comienzo mirando, recorriendo paisajes, el monte, el bosque, la orilla del mar... Y luego surge una idea, hago un dibujo... Lo más difícil es encontrar la idea y el material, que tiene una importancia fundamental. Esta es la parte del proceso en la que empleo más tiempo. Luego la materialización resulta menos complicada.

Siempre trabaja con materiales que llegan de la naturaleza, madera, hierro y piedra, a los que en ocasiones añade los elementos aire, agua y fuego.

-Son fundamentales y básicos, componen la Tierra, son como el espacio que habitamos. En el núcleo, de color intenso, está el hierro; a continuación, más clara, la piedra y, por último, la más cercana a la escultura, la madera. La Tierra proporciona también el agua, el aire y el fuego. El aire envuelve el amplio espacio de la Tierra y el agua y el fuego ocupan su lugar en el interior y exterior de la Tierra.

Pero ¿con qué material empezó a trabajar?

-Los comienzos suelen ser un tanteo, nos ocurre a todos los artistas. Trabajaba indistintamente con ellos, pero pronto me di cuenta de que eran complementarios, y que los podía trabajar juntos. Además de ver que se complementaban, encontré una obra personal, que todavía no se había desarrollado a nivel estatal ni internacional. Para mí, crear tiene que ser algo que sale de ti, original, lo demás es copiar. De alguna manera es verdad que siempre hay alguna influencia de lo que has vivido y has visto. En una obra se debe buscar la verdad de uno mismo. En esa época era como una pequeña obsesión, después de conocer la obra que se había desarrollado a nivel internacional y la que teníamos en el entorno de artistas muy potentes como Oteiza o Chillida, vi que utilizaban los materiales para llegar a la forma. En mi caso, la forma no me interesaba tanto, buscaba que cada material se representara a sí mismo, no darle ninguna otra forma evidente. En mi obra intento escaparme de una referencia estética, busco la forma que me pide el material. Y luego los junto buscando el equilibrio, lo más perfecto posible, que es una de las bases fundamentales en mi trabajo. De ahí surge la vida y si la obra tiene vida, lleva poesía. Pretendo que la gente disfrute de la poesía que puede dar la naturaleza. Nosotros somos una pequeña parte de la naturaleza, como la hoja de un árbol que viene en la primavera y se va en el otoño. Y si no nos entendemos bien con la naturaleza, y nos desequilibramos, mal andamos.

Esta no es una retrospectiva al uso...

-Reúne una selección de mi trabajo realizado en varias épocas, desde el año 80 hasta la actualidad; el comisario de la exposición, Mikel Onandia, ha seleccionado esculturas de algunas de las series. Estoy muy contento con la exposición, aunque lógicamente no está toda la obra en la que he trabajado.

Recientemente ha mostrado también siete grandes instalaciones en la capital vizcaina.

-Así es, son tres exposiciones una detrás de otra, para completar una exposición: una a escala grande en Bilbao, que la ha visto también un público que no es habitual de las galerías; otra en la Sala Rekalde, que admite obras de mediano formato y otra este mes en Lumbreras; así completo una revisión de mi obra.

Transformó Ziortza en un ‘‘parque artístico’’ al aire libre, tomó parte en la recuperación del paseo del río Lea-Ibilbidea, en Aulesti.

-He trabajado mucho para espacios públicos y he realizado varias intervenciones en la naturaleza. Siempre me ha gustado que la gente disfrute de las esculturas, que ofrezcan un mensaje a cada persona que las vea.

Ha dicho que le da una gran importancia a los materiales. ¿Dónde los encuentra?

-Normalmente la madera, en los montes de Navarra, la piedra en las canteras vascas y el hierro de Bilbao. Disfruto andando por los montes, buscando materiales, tiene que ser una madera especial. Cuando empiezo a trabajar físicamente la obra, lo que más me cuesta es encontrar la madera. Para mí cada material tiene que llevar una forma que me pida el mismo material. La madera como elemento más sensual me pide forma redondeadas, el hierro ángulos rectos, porque el hierro representa potencia, amarre, fuerza y la piedra es en formas irregulares, porque es un material base.

Todas sus obras transmiten mensajes.

-Al espectador no hay que darle el mensaje, tiene que ir libre, captar su mensaje. El arte no es funcional, si vas a las evidencias, no sirve... Desde el punto de vista práctico, no sirve para nada, tiene que darte algo metafísico. Es como la música, Beethoven escribía su música, y esta te gusta o no te gusta, te vale o no te vale... Por ejemplo, la obra que cierra la exposición, Kutxas de la memoria, mucha gente la entiende como sarcófagos, también tiene algo de eso. La historia de los hombres acaba así, y la memoria también. Hace referencia a la kutxa de la mente, has guardado algo si te gusta, las cajas están abiertas o se cierran. Todo acaba en esto.