‘Hoy, última función’, un canto de amor al teatro
Barea e Itziar Lazkano rescatan esta pieza “tierna y cómica” en el Arriaga
BILBAO - La temporada del Arriaga expira y poco a poco van desfilando los últimos espectáculos programados, y, con ellos, los últimos artistas. Ahora es el turno de los Cuartitos, un formato que está cosechando un éxito considerable. Así, el último Cuartito de la presente temporada llevará a escena a dos de los grandes intérpretes vascos del momento, Ramón Barea e Itziar Lazkano. Juntos defenderán sobre el escenario Hoy, última función, una obra que estrenaron hace más de 20 años y que ha visitado muchos escenarios de Euskal Herria. En este caso, se representará en el Arriaga, a partir de hoy y hasta el sábado, siempre a partir de las 20.00 horas.
El propio Ramón Barea y Felipe Loza son los autores de este texto, y han contado con la colaboración del taller literario La Galleta del Norte, “esa especie de laboratorio subversivo creado en 1983 en Barakaldo, tras el cual se parapetan distintos autores para crear excelentes obras teatrales breves y fuertemente experimentales”, tal y como apuntaron ayer fuentes del propio Arriaga. El ilustre director polaco Tadeus Wolsky dirige Hoy, última función, con la ayuda de Felipe Loza y María Lempicka. Esta producción del Pabellón Nº 6 cuenta con una escenografía del artista José Ibarrola y un vestuario de Enriqueta Vega y Fernando Arzuaga, y en ambos elementos ha colaborado el propio Teatro Arriaga. Iñaki García se encarga de la iluminación y Ángela Magaña del espacio sonoro.
La pieza, que ha obtenido distintos reconocimientos como el Premio Ercilla, el Premio de la Unión de Actores del País Vasco o el Premio Rosa Agirre, pretende ser un encendido canto de amor al teatro en el que sus dos intérpretes, Ramón Barea e Itziar Lazkano, encarnan los papeles de la pareja de actores Nicéforo y Semíramis, que formaron matrimonio en la vida real. La pareja celebra una imaginaria última función en la que concurren personajes imaginarios: Godot, Ionesco, Juan Tenorio, Stanislavski? hasta llegar casi al centenar. Nicéforo y Semíramis conviven con ellos, les hablan, les recriminan o les interrogan, antes de celebrarse la última gran función. “Tiene un punto de ternura, de comedia, y una resonancia especial para la gente de teatro; además, al público los personajes se le harán cercanos, muy reconocibles”, ha dicho Barea sobre la obra, que tiene el cuajo del tiempo y ofrece a los actores alguna ventaja: “Antes nos teníamos que caracterizar de viejos; ahora nos damos coloretes y ya”.
Hoy, última función muestra de esta forma a “dos payasos serios, dos cómicos a su pesar, dos compañeros del teatro y de la vida, tiernos, crueles, sorprendentes y sorprendidos de ese acto teatral ceremonioso e imprevisible que es vivir en un escenario”.
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