ENTRE la ciencia ficción y la realidad, las guitarras heavies, los estribillos pop, la épica, bases electrónicas y guiños a Queen e, incluso, a U2. Así podría resumirse Drones (Warner), el séptimo disco de Muse, profetas del rock de estadio y festivales que acaban de estrenar un álbum crítico con el poder de la tecnología y la capacidad de los gobiernos y las multinacionales para manipular al ser humano. Lo presentarán en Kobetamendi el 11 de julio, en el marco del festival Bilbao BBK Live.
Adiós a los experimentos y regreso a las raíces que hicieron grandes al trío. La mayoría de sus seguidores han recibido con los brazos abiertos esta semana el nuevo disco de Muse, grupo británico integrado por Matthew Bellamy (voz, guitarra, piano), Chris Wolstenholme (bajo, coros, teclados) y Dominic Howard (batería, percusión, sintetizadores). Amigos de la infancia, formaron Muse en 1994, en la localidad de Teignmouth (Devon), y se dieron a conocer con el cambio de milenio tras la estela atormentada de Radiohead y las enseñanzas clásicas de Queen, U2 y Rush, consolidándose en la última década, gracias a discos como Origin of simmetry y Black holes and revelations, como una de las bandas punteras del rock de estadio con sus vigorosos conciertos y unos discos eclécticos que alternan el rock progresivo, las guitarras hard, el funk, pasajes bailables y guiños electrónicos.
Con la expectación que despiertan las grandes estrellas del rock son capaces de vender 20 millones de discos y de concentrar en estadios y festivales a decenas de miles de personas. Así se esperaba Drones, el séptimo CD de Muse, que en 2015 es una banda mayoritaria y, por lo tanto, con tantos seguidores como detractores. Tres años después del fallido The 2nd law, el trío regresa con la potencia y la fuerza de los inicios, mirando a sus raíces y con un álbum que suena como un tiro. Grupo privilegiado, ha conseguido trabajar en la producción con John ‘Mut’ Lange, un hacedor de éxitos para AC/DC, Def Leppard, Bryan Adams, The Cars, Lady Gaga y tantos otros en las últimas décadas.
Muse siempre han sonado megalómanos y ampulosos. Y parece lógico que se debe a su líder, Bellamy, que en algunas de sus composiciones -entre la paranoia y realidad teñida de ciencia ficción- remite a las enseñanzas de Orwell y Roger Waters (Pink Floyd). De hecho, en Drones, utiliza el nombre de estos vehículos aéreos no pilotados, cada vez más usados en tareas bélicas y de espionaje, para realizar una metáfora sobre los tiempos actuales. “El disco se refiere a psicópatas y dictadores porque el mundo está dirigido por drones que utilizan drones para convertirnos a todos en drones. Es un álbum que explora el viaje de un ser humano desde su abandono y pérdida de la esperanza, y su adoctrinamiento por el sistema para ser un dron humano, hasta que es traicionado por sus op-resores”.
ÉPICA HEAVY ¿Pastiche épico indigesto y megalómano o el disco que reconcilia a Muse con sus fans originales? Seguramente Drones tenga algo de ambas alternativas. El disco surge de unas lecturas sobre la lucha de la CIA contra Al Qaeda y se centra en “que la tecnología se ha apoderado de la humanidad y en la toxicidad de los gobiernos y las multinacionales”. Arranca con Dead inside, a medio gas y con sintetizadores, con el protagonista “muerto desde hace tiempo”, con la fe perdida, vulnerable y “controlable”. Ahí entra Drill Sergeant, bronca de oficial a un soldado, claramente inspirado en La chaqueta metálica, de Kubrick, como paso previo a Psycho, un rock pesado con guitarras y bajo distorsionados y una voz que recuerda a Marylin Manson. “Tu mente es solo un programa y yo soy un virus”, canta Bellamy, como paso previo a Mercy, que levanta el vuelo con un bello riff de piano y ofrece una combinación acertada de guitarras rudas, estribillo coreable y un buen uso de los sintetizadores. “Sálvame de los fantasmas y las sombras? ¿alguien puede rescatarme?”, se oye en ella. Revolt ofrece la cara alegre y más pop. Y más positiva: “Puedes crecer y hacer de este mundo lo que desees? puedes rebelarte”.
Y en la recta final destaca Aftermath -una balada tierna de ecos sinfónicos con aire de One, de U2- y la suite The globalist, 10 minutos centrados en “la ascensión y caída de un dictador” entre ecos a Pink Floyd, Morricone, el rock progresivo y el heavy. El final lo marca Drones, con coros gregorianos, basada en las muertes accidentales causadas por drones en Afganistán y que incluye unos versos amenazantes: “Esos fantasmas van a venir y atraparnos? ¿sientes algo, estás muerto en tu interior? Ahora puedes matar desde la comodidad de tu hogar con drones. Amén”.