Infusión de jazz para 1878
Dave Douglas sirvió ayer su 'Té para 3', mientras que Abdullah Ibrahim maravilló con 'Ekaya' en la primera sesión doble de la Plaza de la Trinidad
LA plaza de la Trinidad congregó el viernes a 1.878 personas que degustaron la primera y aromática sesión doble de la 46ª edición del Jazzaldia. Una velada estrictamente jazzística y apabullante si se repara en el número de estrellas por metro cuadrado de escenario. Solo en el primer concierto, cuatro de los seis participantes podrían haber tocado como líderes al frente de sus propias bandas. A saber. Tea for 3 es el nuevo proyecto del inquieto Dave Douglas, un viejo conocido del Jazzaldia que ha reclutado a otros dos expertos sopladores, el israelí Avishai Cohen y el italiano Enrico Rava. Por si fuera poco, en la sección rítmica brilla con luz propia otro enamorado de Donostia, el pianista estadounidense Uri Caine, que en el pasado, como su compatriota Douglas, fue objeto de las interesantísimas integrales que solía organizar el certamen.
Con una simpática mezcla de español, inglés e italiano, Douglas fue el encargado de introducir los temas y de servir el té, pues el grueso de las composiciones llevan su firma. Sin embargo, el protagonismo estuvo equitativamente repartido entre los seis pulmones más capacitados de la plaza. Los integrantes del trío soplador fueron turnándose o tocando al unísono, pero huyeron de solos efectistas y de exhibicionismos vacuos en un repertorio que incluyó temas como The gulf, Wag world o la preciosa balada Green tea. En algún instante los trompetistas se retiraron y dejaron a Uri Caine al mando junto al batería Clarence Penn y la bajista Linda Oh, que ofrecieron lo que parecía otra actuación dentro del concierto principal. Después, Rava, el más veterano de la terna, también se quedó solo para recrear con su trompeta un tema escrito por Douglas para una banda sonora.
La audiencia quedó tan complacida por el encanto de piezas como Strung out, Prologue o Invocation que aplaudió insistentemente para que el inquieto músico sirviera una última taza de té en forma de bis.
público en pie
Delicado Ibrahim
En la segunda parte de la sesión actuó otro buen amigo del Festival. Abdullah Ibrahim, 76 años, había visitado ya tres veces la capital guipuzcoana y su incursión de hace dos años en el Victoria Eugenia fue situada por la crítica entre lo mejorcito de aquella edición. Por eso, y porque la calidad de su interpretación es incontestable, la organización no se pensó dos veces traerle de nuevo, incluso con la misma banda. Para empezar, solo al piano, el sudafricano ofreció un intimista prólogo, Green Kalahari, al que siguió el hermoso Blue bolero ya con el acompañamiento de bajo y batería. La impoluta sección de viento del grupo Ekaya se presentó con The mountain, una composición guiada por la flauta travesera con la que quedó claro que la búsqueda de la melodía y de la belleza guiarían el resto del concierto.
No cabe duda de que en un auditorio cerrado y con un público más respetuoso se podría haber apreciado mejor la finura y la delicadeza de un espectáculo sobresaliente, lleno de romanticismo y lirismo, con paisajes musicales tan emocionantes como los dibujados en Nisa, Mississippi, Water from an ancient world o Shoto blue, el título de su más reciente trabajo. Con una encomiable sutileza, los dedos de Abdullah Ibrahim acariciaron las teclas y sus brillantes zapatos de charol pulsaron los pedales del piano suscitando sinceros aplausos.
En varias ocasiones, el líder se mantuvo en un segundo plano cediendo todo el protagonismo a los saxos y al trombón de Ekaya -brillante el solo con sordina-. El maestro les observaba respetuoso y de vez en cuando daba alguna indicación silenciosa. Con el público puesto en pie, ya atravesada la medianoche, el músico accedió a tocar un último tema con la banda al completo tras casi dos horas en las que el jazz funcionó como la más relajante de las infusiones.
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