Tocados para Balenciaga
La diseñadora Candela Cort le rinde un homenaje con sus sombreros
madrid. Diseñadora de ingeniosos, elegantes y coloridos sombreros, Candela Cort entabla una conversación atemporal con el diseñador Cristóbal Balenciaga en Cabezas tocadas, una exposición inspirada en la figura del maestro costurero español, para el que ha concebido sinuosos sombreros y tocados de ensueño. "Ha sido un auténtico diálogo de épocas. He trasladado a Balenciaga a mi estudio, dándole un puntito de modernidad, y en el proceso yo he adquirido un poco de clasicismo", señala la ecléctica diseñadora de sombreros, ante las múltiples creaciones que ha realizado para una exposición que acogerá el Museo de Balenciaga desde el 3 mayo.
Candela Cort (Madrid, 1959) comenzó hace más de tres décadas a armar joyas, broches y collares, con todo lo que encontraba -papel, botones, alambre, todo lo que pasaba por sus manos-, y luego se pasó a diseñar sombreros "por puro narcisismo", ya que le sentaban "muy bien", asegura. Lo que comenzó como una afición para ella y su familia, se convirtió en su profesión, aunque siempre como algo a medio camino entre el arte y la moda: "Me siento muy libre, porque no pertenezco a ninguno de los dos mundos, no sigo las tendencias y no hago colecciones temporales", sentencia.
Reconoce que se sentía "pequeña" al lado de un "mito" como Balenciaga, un diseñador al descubrió gracias a su madre -que tenía varias prendas suyas-, y que además de estar considerado como uno de los referentes de la moda contemporánea, fue el primero en "sacar el nombre de España fuera de España". Los materiales que ha utilizado en las piezas de esta exposición son los mismos que utiliza habitualmente para sus ingeniosos y voluptuosos tocados y sombreros, que van desde tul, a cerillas, pasando por madera, alambre, mimbre o papel; en una variada gama de elementos que reflejan su ecléctica personalidad y fuentes.
Entre todas las piezas, destaca un tocado con soporte de diadema ataviado con flores y hojas de tonos pastel que brotan en multitud de direcciones, o una pieza de encaje rosa rematado con un ramillete de flores y las formas volubles de la gasa de tul, en tonos fucsia, magenta y rosa palo. A Cort le gustaría que el visitante que acuda al Museo Balenciaga se quedara por un lado con la grata impresión de la obra de Balenciaga, pero que también se divirtiera con sus creaciones, que siempre tienen "un punto lúdico, de juego".