El hombre del mazo esperaba en los Pirineos
Ayer hubo seis abandonos, el mismo número que en las diez etapas previas
AGAZAPADO entre las inmensas montañas que separan Hegoalde de Iparralde, vestido esta vez de Tourmalet, el hombre del mazo llegó al Tour para golpear con fuerza hasta en seis ocasiones. Como si de una femme fatale se tratase, los Pirineos dejaban rendidos a los pies de sus faldas a renombrados corredores como Rui Cota, el mismo que solo dos años antes arrebatase el Mundial a Purito y Valverde. El del Lampre claudicaba después de sobresalir hace pocas semanas en la Dauphine.
La flaqueza de piernas puede ser bien camuflada por tu equipo cuando en ruta pintan llanos, pero cuando la carretera se retuerce el que entonces iba justo, ya no puede ir. Así, hasta media docena de abandonos se contaron en el día de ayer. Además del portugués, el gregario de Contador en el Tinkoff, Daniele Bennati, tenía también que decir adiós a la ronda gala. La caída del martes le hizo bajarse de la bicicleta. Aunque Majka consiguiese ponerles buena cara al mal tiempo, el Saxo se empieza a quedar en el chasis, más si tenemos en cuenta la triste noticia de Ivan Basso y el estado de forma de Contador.
Completaron el parte de caídos en combate Nerz Dominik (Bora-Argon), Johan Van Summeren (AG2R), Ben Gastauer (AG2R) y Rein Taaramäe (Astana). Y es que ya dicen que los puertos de este tipo son como las balas, que son muy peligrosos cuando vienen con rapidez. Y el Sky le ha puesto ritmo supersónico.
Un saldo de abandonos en carrera los de ayer, que ha conseguido igualar a todos los que desertaron durante el primer tramo de competición. Siempre y cuando no tengamos en cuenta los corredores que no pudieron salir a competir tras lesionarse en las caídas de la primera semana. Entonces caían a plomo, ahora caen por desgaste.
hoy, el plato fuerte El hachazo de Froome llegó en San Martin, pero cuando muchos estudiaban los perfiles de la carrera antes de comenzar el Tour, seguro que se fijaron en el recorrido de hoy. Una jornada rompepiernas de 198 kilómetros con llegada en alto, concretamente en el temible Plateau de Beille, un mastodonte de 16 kilómetros de largo, con una pendiente media del 8% y rampas de hasta el 9,5%. Pero para llegar allí tendrán que haber pasado primero por el Col de la Core y el Port de Lers que si bien son menos exigentes, son más que suficientes para dejar las piernas como calcetines. En resumen, una etapa de las gordas.
Tras el día de ayer, en el que Froome poco menos que viajó en hamaca -tendida por el incontestable Richie Porte-, los favoritos necesitan enseñarle pronto los dientes al británico. Si no, cuando se quieran dar cuenta estará entrando en los Campos Elíseos sin haberse apenas despeinado. Así que es probable, si las fuerzas les acompañan, los Quintana, Nibali o Contador de turno buscarán devolverle una emoción a la carrera que el líder se ha encargado de destrozar a fuerza de pedaladas.