N el catálogo donde se exponen los caracteres que nos definen hay variedad: soñador o cascarrabias, alegre o preocupado, disperso o sonriente, gruñón o ingenuo. Hay miles de formas. Y entre ellas aparece una manera de ser inigualable: de Bilbao de toda la vida. Definir este rasgo de carácter es casi un imposible pero quienes han compartido la vida con alguien así, con gente de semejante cuajo, los distingue a la primera, en un abrir y cerrar de ojos.

Viene al caso la reflexión ahora que acaban de entregarse, en el Zubiarte Shopping Center bajo el impulso de Ana Ruiz, los premios que llevan ese nombre por bandera, promovidos por Tomás Ondarra, el dibujante e ilustrador, autor de las 82 obras que se muestran en la exposición. Un material muy variopinto que hace un recorrido por los personajes, comidas y escenarios más típicos del teatro de la villa, agitados por Borja Elorza y Jon Marín. Se sujetan en torno a la exposición del mismo nombre mostrada en un espacio singular. La colección lleva expuesta tres semanas y ayer, a su alrededor, se celebró la primera edición de los premios de que les hablo. Les cuento cómo fue.

El veredicto fue contundente. Se distinguieron a Mari Puri Herrero, ausente en cuerpo y alma pero presente vía on line, por su contribución al acervo cultural e iconoclasta de la Villa de Bilbao con la creación de Marijaia, así como por su extraordinaria trayectoria artística y su contribución al arte con nombre de mujer; Betto Snay, diseñador, músico y agente social de Bilbao La Vieja, por su contribución a una ciudad más inclusiva, y la cerveza La Salve (Eduardo Saiz Lekue y Jon Ruiz Ibinarriaga al aparato...), por la gran labor de recuperar un producto Made in Bilbao para posicionarla en primera línea y que luce el nombre del Botxo como emblema. Tres reconocimientos que nacieron de las deliberaciones del jurado compuesto por el presidente de Unicef País Vasco, Isidro Elezgarai; la relaciones públicas de la cadena Aranzazu Hoteles, Yolanda del Hoyo; la empresaria María Loizaga; la actriz Gurutze Beitia, José Mari Amantes, de Moskotarrak Konpar-tza; el empresario Julio Alegría, el periodista Jon Uriarte, María José Ruiz-Ozaita, jefa del Departamento de Conservación del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y el propio Tomás.

A la cita de una ceremonia cuyas riendas llevó Verónica Bretes y donde el txistu y la dantza corrieron a cargo de Garikoitz Fraga y Alberto Dueñas, aquel que bailó un aurresku sobre el puente de La Salve, ¿se acuerdan?, acudieron Jorge Aio y Olga Zulueta (a la tarde acompañarían a Alex Oviedo en la presentación de su libro Memento mori en la sede de BilbaoCentro, junto a José Ángel F. Colón y Susana Noeda...); la diputada de Cultura, Lorea Bilbao; la concejala Itziar Urtasun, Fermín Galindo, Arturo Trueba, los artistas Marta Arbelo y Joseba Franco, Andrea Sancho, Estíbaliz Díaz de Lezana, quien recogió un donativo de 500 euros para la Casa de la Misericordia; Lorena Collazo, África Ribeiro, Zodaira Valencia y Elisabeth Kasa, quienes acompañaron a Betto, Samel Tudela, Elixabete Frade, Miren Frade e Izar Tudela, todos ellos hombres y mujeres que conocen, en primera persona, a gente así, a quienes no se puede eliminar de su ADN una huella imborrable, esa que le define a uno o a una como gente de Bilbao de toda la vida. Conocen y lo son.

Zubiarte acoge la gala de entrega de los premios De Bilbao de toda la vida, impulsados por el ilustrador y dibujante Tomás Ondarra