Mientras la poeta Inma Díez escuchaba, de voces bien moduladas, los versos de amor de su obra Las horas silenciosas, recitados en la Biblioteca Bidebarrieta, unos metros más allá, el escenario del Teatro Arriaga se cubría con una pregunta inquietante: ¿hasta dónde pueden llegar todos aquellos a los que le son rechazados los préstamos? Se la formula el director de una sucursal bancaria, personaje principal de la obra El crédito, que ayer se estrenó en la villa de la mano de Carlos Hipólito y Luis Merlo, para devolver la inquietud al patio de butacas. ¿Inquietud, he dicho? No por nada su autor, Jordi Galcerán, firma también la obra teatral más impactante de los últimos años, El método Grönholm, donde se detallaban los pormenores de una cruenta selección de personal a manos de una multinacional. Visto así, fue un viernes para cerrar los ojos y dejarse mecer por los poemas de amor y de abrirlos para captar, bien atentos, las tensiones propias de una sucursal bancaria.

Por orden cronológico, lo primero fue el verso. Al filo de las 19.00 horas, Las horas silenciosas dejaron de serlo. Rompió ese velo la poeta María José Mielgo, encargada de presentar el recital. Se lanzaron entonces a la declamación los rapsodas Santiago Liberal y Palmi Merino, con el apoyo del cantautor Jon Arraibi y los juegos de luces de Idoia Mielgo. Un minuto antes, la propia autora, Inma Díez, había roto el hielo de las recitaciones con su poema Ser poeta. Testigos no hubo demasiados, porque la poesía no está hecha para los viernes por la tarde, algo que debían haber medido Inma y los suyos, pero el espectáculo tuvo swing, un toque de magia que cautivó a los presentes.

Entre ellos se encontraban Miren Madariaga, Eva del Moral junto a su madre Rosa Méndez, Mercedes Castelló, Josu Larrondo, Ana María León, Marian Becerra, Nagore Lazkano, Maite Mesanza, Marta Aguilera, que no perdió ripio, María Jesús Ortiz, Ana Mari Ojanguren y un puñadito más de gente que acudió a escuchar, un verbo poco practicado en estos tiempos.

Y, sin embargo, ese mismo verbo se conjugó en el patio de butacas del teatro Arriaga. No se perdieron la obra tocamorales de Galcerán Carlos Santamaría, Alberto Urrutia, Inés Uriarte, Josean Aldekoa, Mikel Aginagalde, Aitor de las Heras, Nerea García, Miren Azkarate, quien no guarda parentesco alguno con quien fuese consejera del Gobierno vasco; Itziar Aranguren, Jon Andoni Olmos, Karmele Purroy, Isabel Beitia, David de las Calzas Verdes (ese fue el apellido que dio el muy gracioso, hijo predilecto de El Club de la Comedia...), Sonia Sainz, José Luis Aramburu y todo un aforo que acudió a darse de bruces con la realidad a golpe de palabras y situaciones tensas. Era, entonces, el teatro removiéndolo todo.