Amodo y manera de un cuaderno de viajes de aquellos minuciosos exploradores del siglo XIX o de literatos de la talla de Ernest Hemingway, Herman Melville o Joseph Conrad, el escritor Jorge González Paredes ha escrito un libro que recoge lugares y sensaciones recónditas de la ruta Jacobea. Bajo el título La guía secreta del Camino de Santiago, el autor, andarín y andariago empedernido, sitúa el nacimiento del libro en Saint Jean Pied de Port y su desembocadura, como no podía ser de otra manera, en Santiago de Compostela. Durante el recorrido literario desgrana: qué puede ocurrir, a quién es posible encontrarse, dónde y qué comer; dónde -¿y con quién...?- dormir; recetas, platos típicos, monumentos ocultos, curiosidades y un sinfín de información que cae sobre el lector como una suerte de lluvia bendita.

Ayer echó a andar el libro -al menos se celebró su presentación en público...- en el hotel Ercilla, donde el escritor, diseñador gráfico y responsable de la empresa Zeta Diseño Gráfico, saludó a algunos de quienes han colaborado en la narración con sus experiencias: desde Gonzalo Arroita a Antxon Urrusolo entre otros. A esa nómina hay que sumar el prólogo de Carlos Herrera y las colaboraciones de Paulo Coelho, Lartaun de Azumendi, Ramón Loza y José María Ballester, amén de las dos citadas. A la puesta de largo, celebrada con un cóctel itinerante que recorrió, a través del paladar, buena parte de la geografía por la que pasa el libro.

En ese ir y venir entre los libros de Jorge, editados con primor y porte antiguo, se pasearon los invitados. Entre ellos se encontraban Álex Oviedo, Noemi y Leire Delgado, Nagore Gandiaga, Juanjo Romano; la directora de Turismo del Gobierno vasco, Isabel Muela, Agustín Martínez Bueno, José Luis Martínez Caballero, José Luis Rubio, Miren Elordui, Pablo Gil, Alfredo Navarro, José María Churruca, Juan Ignacio Lasagabaster, Cristina Martínez, Juan Carlos Pastor y un buen puñado de amigos y curiosos del camino que se acercaron para disfrutar del cóctel primero y la lectura después. No por nada, la obra de Jorge no se recorre en un santiamén. Precisa un paseo sosegado y sereno para descubrir un mundo nuevo -y mágico...- sin cruzar la puerta de casa. Desde el sofá.