Un aterpe para dar cobijo al pueblo. Concretamente, a los vecinos y vecinas de Larrabetzu. Un punto de encuentro en el centro del municipio donde resguardarse y que, al mismo tiempo, sirve de punto de encuentro para disfrutar de la vida social. Un complejo que se integra a la perfección en las características del entorno. Por este motivo, el Colegio de Arquitectos Vasco Navarro ha reconocido el proyecto del aterpe de Larrabetzu en la presente edición de los premios de arquitectura COAVN. El galardón, que se engloba dentro de la modalidad de Urbanismo, concretamente en la categoría correspondiente a actuación urbana, ha premiado el proyecto Last Chance for a Slow Dance, correspondiente a la transformación de un edificio en desuso en un aterpe o espacio público cubierto en la plaza Askatasuna de Larrabetzu. Al frente del proyecto están Beñat Saratxaga y Gentzane Goikuria, del estudio de arquitectura Behark. Así, el jurado ha valorado esta construcción, “a medio camino entre la edificación y la rehabilitación”, como una intervención urbana de “notables cualidades cívicas” dado que resuelve planteamientos que tienen que ver con el espacio público. “La resolución de la plaza mediante la incorporación de una cubierta abierta que sirve al pueblo en el desarrollo de su vida pública”, destacan. También, se ha valorado “la utilización de un lenguaje propio del lugar, evitando cubiertas de plástico o metálicas, evitando objetos transparentes y artificiales que han ido apareciendo con profusión descontrolada en las plazas públicas de los entornos lluviosos”. Asimismo, se ha destacado “la resolución geométrica y material de la construcción y la integración sabia de los diferentes materiales utilizados (madera, hormigón, piedra, acero)”.Por su parte, el equipo responsable del proyecto lo describe como la última oportunidad para un baile lento. “Así empezaba Last Chance for a Slow Dance, la canción de Fugazi, y esa era la sensación al empezar la que al fin iba a ser la última fase de la construcción del pequeño aterpe de Larrabetzu. Antes habían pasado varios años, los de la crisis más dura, distintos proyectos para distintas propuestas de usos, intervenciones arqueológicas, algunos imprevistos e incluso una contrata incapaz de llevar la intervención a buen término de la que hubo que prescindir. Antes de retomar su construcción, el edificio se había tenido que reproyectar de nuevo, para dejarlo igual que al principio, pero solventando los problemas generados en la desastrosa primera fase de las obras. Era, efectivamente, la última oportunidad para un baile lento”, apuntan.

En este sentido, el regidor de Larrabetzu, Iñigo Gaztelu, señala que el proyecto surgió en respuesta a la demanda de la ciudadanía, que reclamaba “un espacio cubierto en el centro del municipio”. Un diseño que ha tenido que superar numerosos obstáculos hasta que en enero de 2021 se convirtió en realidad. “A los seis meses de empezar el proyecto, la empresa constructora lo dejó parado y hubo que volver a licitarlo en 2019, y empezar de nuevo el proceso”, recuerda Gaztelu.

Sin embargo, lo que hace medio siglo fue una escuela y, posteriormente, el local de los jubilados y la oficina de correos, ahora se ha convertido en un espacio multiusos del que la ciudadanía se muestra satisfecha, según apunta el regidor. “Al principio la gente era un poco escéptica, pero con el tiempo han visto que ha quedado muy bien y es de gran utilidad porque puede albergar diversos eventos”, agrega el primer edil, quien destaca la “bonita estampa nocturna” de la construcción. “Por la noche es como un faro en mitad de la plaza gracias a la iluminación led que tiene”, detalla

En este sentido, su estructura es de madera laminada y tiene una cubierta inclinada a tres aguas que ofrece “un espacio protegido de las inclemencias meteorológicas pero a su vez abierto, ventilado, luminoso y de gran permeabilidad, que además por su arquitectura y volumetría se integra silenciosamente y sin estridencias en la trama urbana de Larrabetzu”, señalan los responsables del proyecto. Por último, el edificio se distribuye en dos plantas, una baja diáfana que alberga una pequeña barra y una entreplanta superior de pequeñas dimensiones a la que se accede desde las escaleras exteriores.

Ubicación. En la plaza Askatasuna de Larrabetzu, junto a la casa consistorial.

Autores. Los responsables del proyecto son Beñat Saratxaga y Gentzane Goikuria, del estudio de arquitectura Behark.

Constructor. La empresa Zamakoa S.A.

Superficie. El espacio ocupa una extensión del 125 metros cuadrados.

Presupuesto. 230.000 euros.

Inauguración. Enero de 2021.

El alcalde de Larrabetzu, Iñigo Gaztelu, señala que el Consistorio impulsó el proyecto en respuesta a una petición de la ciudadanía que solicitó disponer de un espacio multiusos a cubierto del que poder hacer uso durante todo el año.