A pesar de echar mano de instalaciones con energías renovables (fotovoltaica y geotérmica) en su centro, Ekoetxea Urdaibai -situado en la torre Madariaga de Busturia- ha realizado un estudio para calcular la huella de carbono y compensar las emisiones que no se han podido evitar. Elaborado el análisis; “que incluye el gasto energético del edifico, los desplazamientos de los trabajadores y proveedores, autobuses de centros escolares y grupos organizados, barcos utilizados en las actividades, etcétera”, se ha concluido que generó el pasado año unas 34 toneladas de CO2. Con el objetivo de compensar su huella de carbono, Ekoetxea Urdaibai plantó el pasado domingo 20 de marzo “más de 100 árboles de varias especies: robles, tejos, tilos, castaños, hayas, avellanos, castaños”, entre otros.Los responsables del centro dependiente del Gobierno vasco -a través de la sociedad pública Ihobe- aseguran que “los árboles absorben dióxido de carbono (CO2) para crecer. Por lo tanto, representan una fantástica oportunidad para la compensación de huella de carbono. Teniendo en cuenta que se deben plantar tres árboles por cada tonelada de CO2 generada, el cálculo arroja la cifra de 102 árboles para compensar la huella de carbono del centro”.

De la mano de Lurgaia

Y han colaborado con la Fundación Lurgaia en su proyecto en Undabaso, Muxika, una entidad que en Urdaibai dispone de “unas 200 hectáreas de terrenos en custodia, en proceso de restauración a futuros bosques”. En Undabaso “se encuentra su futuro gran bosque. En este lugar han ido accediendo a parcelas contiguas para poder crear así un área sin fragmentación que permita desarrollar los procesos ecológicos asociados. De esta forma se va recuperando biodiversidad y le dan a las especies un hogar que habitar. De nada sirve invertir esfuerzos en recuperar especies concretas, si no se recuperan los ecosistemas que necesitan para prosperar”, profundizaron.