- La naturaleza ha reparado en la atmósfera de incertidumbre que todo lo envuelve con el coronavirus. En Zalla, cuya cultura está muy apegada a tradiciones y supersticiones, bromean al respecto al hablar de la cosecha de 2020 que no podrá presentarse en la feria de Gangas que se hubiera celebrado mañana bajo la protección de la bruja Lucía de Aretxaga. Tras el emblema de las fiestas de San Miguel suspendidas por la pandemia parece que en realidad se escondía una mujer incomprendida por la mentalidad machista del siglo XVII. Es el segundo evento gastronómico de calado que ha perdido el municipio, tras la cancelación del Enkarterri Fest programado para septiembre.

"Llevamos una temporada rara. La cosecha de cebolla va como el covid: nos han salido poca cantidad, feas, mal formadas€ Nuestros mayores nos avisaban de que nos cuidáramos de los años bisiestos como este, que ojo con ellos, y por lo que vemos no les faltaba razón", dice Ana Mari Llaguno sobre las cebollas moradas autóctonas que van directas de la huerta a las mesas de los mejores restaurantes. En estos meses en casa se acuerdan "de cuando mis suegros nos hablaban de la gripe de 1918", el otro precedente en el que Zalla ordenó eliminar las fiestas por cuestiones sanitarias. "¡Cuánto sufrirían en aquella época sin disponer de tantos medios económicos, sanitarios e información como nosotros! Comentaban que estaban tan asustados que les daba miedo salir a la calle porque les daba la sensación de que les perseguían", reproduce Ana Mari. Un paralelismo "con lo que yo sentí al inicio de la desescalada con un simple viaje a la farmacia, me he dado cuenta de que al principio ni hablábamos con la gente mientras hacíamos cola para las compras o el trámite que fuera". Al final, "lo que vivieron mis suegros no difiere tanto de lo que ocurre ahora, por lo menos esperemos que pueda controlarse el virus".

Perder a la hostelería cuando se decretó el confinamiento "nos ha resultado muy difícil y no percibimos que con la apertura en verano haya mejorado demasiado". Durante la cuarentena "acercamos a domicilio productos de temporada y cuando se empezaron a permitir las salidas, la gente venía a buscarlos a Otxaran", el barrio donde cultivan a la antigua usanza. Además, instala un puesto en el mercado de los sábados en la plaza San Juan de Balmaseda. Aunque "costó abrir, ya se va moviendo algo la cosa". Ana Mari pone especial cuidado en la limpieza y advierte a la clientela "de que no toquen los productos, eso que antes era de lo más normal€ y doy mascarilla a quienes se las olvidan al salir a la calle".

En otoño, "enfilamos la época de pimiento y alubias secas". Por intentar encontrar un lado positivo, "sí creo que esta crisis ha provocado que se busque una alimentación más sana". El cambio "se nota sobre todo en la juventud, que ya no llena el carro del supermercado sin más, sino que mira el producto natural". Y confía en que esta etapa alumbre "otras formas de reaccionar, valorar y entender la vida".

Merche Vivanco, que suele acompañar a Ana Mari en su puesto de Gangas, destaca desde su stand del mercado de los miércoles de Zalla que en la feria local "se vende abundante alubia y pimiento y en mayor medida a la gente de fuera que se acerca ese día", en el que "nunca habíamos vivido una suspensión". El cierre de primavera "nos cogió en marzo cuando nos encontrábamos en plena temporada de cebolla y la clientela no podía venir a por ella -a su explotación familiar de la calle Lehendakari Aguirre-; después con los pimientos fue todavía peor, así que hemos tirado mucha planta", lamenta. El panorama no se ha aclarado con el regreso del mercadillo a mediados de mayo: "a primeros de mes vendes algo, pero el pueblo está muy parado porque se intenta ahorrar por miedo a lo que pueda venir".

Con ella en el puesto del barrio Artebizkarra al que se ha mudado el punto de encuentro con el producto local de los miércoles está Ana Mari Blanco, una de las veteranas del primer sector en Zalla. A sus muy bien llevados y activos 87 años, reconoce que "he soportado mal el confinamiento" y el cambio que supuso "de salir de casa todos los días a estar encerrada viendo las noticias de la pandemia con muertos y más muertos" y los mayores como colectivo más vulnerable de cara al virus. Pese a todo, defiende "ir recuperando nuestra vida en la medida que podamos" y por eso sigue acudiendo puntual a su puesto del mercado. Como experimentada agricultora que recibió el homenaje del Ayuntamiento en la feria de Gangas de 2015, le ha llamado la atención "lo extraños que vienen los higos este año, muchísimos con algo rojo dentro".

A la bodega Txabarri, adscrita a la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina y ganadora en la categoría de txakoli de Gangas Eguna 2019, le ha afectado la bajada de facturación de locales de hostelería, a los que marcha "alrededor del 80% de la producción". "Cuando leí que han cerrado sobre mil bares y restaurantes de Bizkaia, me impresionó, lo considero alarmante, porque hablamos de productos que no se van a vender; hay miedo, así que todos estamos preocupados". En este camino de "apechugar con lo que nos toca confiando en que se encuentre una vacuna", el coronavirus ha robado a Zalla el día grande de sus fiestas, que se convierte "en momento de verse con los amigos, con gente que igual no vuelves a abrazar hasta el año siguiente, además de una oportunidad de exponer nuestro producto en una jornada muy entrañable", que anticipa la recogida de la uva.

La vendimia 2020 se presenta "mejor que nunca en cuanto a la calidad sobresaliente de aromas y sabores únicos", pero una enfermedad ha mermado la cantidad "en torno a un 25%" que han debido combatir en sus diez hectáreas y media de cultivos mientras irrumpía el covid-19. La actividad en la viña "era esencial, así que pudimos seguir trabajando con medidas de higiene" en un año 2020 "que nos está resultando de lo más atípico en todos los aspectos, pero estoy convencido de que saldremos adelante".

Merche Vivanco y Ana Mari Blanco siguen acudiendo al mercado semanal, que se ha trasladado al barrio Artebizkarra. "Ha habido que tirar plantas", confiesa Vivanco, ante la imposibilidad de recibir a la clientela durante el confinamiento, que Blanco ha sobrellevado "no muy bien". A sus 87 años, le costó pasar "de salir todos los días a estar encerrada en casa".

"¡Cómo lo pasarían sin disponer de los medios sanitarios, económicos y la información de hoy!", dice Ana Mari Llaguno sobre sus suegros, que vivieron la pandemia de gripe de 1918. La productora de cebolla morada no solo ha perdido Gangas Eguna, sino también el encuentro gastronómico Enkarterri Fest. En la imagen, en una edición anterior.