En 2018, Anatxu esperaba su turno en la fila para colocarse el gorro al que adjudican la facultad de curar el dolor de cabeza. "¡Qué iba a pensar yo que nos veríamos en esta situación!", decía dos años más tarde ya sentada en la campa y luciendo mascarilla. Sin estrecharse la mano para darse la paz, pero en seis barrios de Zalla se han oficiado misas, en su gran mayoría al aire libre y en todos los casos con límites de aforo. Ayer, en San Pedro Zarikete concluyó el ciclo iniciado en El Carmen -16 de julio-, La Magdalena -21 de julio-, Otxaran -25 de julio-, Santa Ana de Bolunburu -26 de julio- y San Pantaleón -27 de julio-.Según explicó el párroco, Fran Pinilla, advertir las "necesidades comunes" ha propiciado una comisión de ermitas en el municipio de la que no forma parte Otxaran, puesto que el templo de Santiago es iglesia. Muchos vecinos llamaban para preguntar si el rosario de cancelaciones de festejos afectaría a la vertiente religiosa Así que "nos sentamos a evaluar las opciones" contemplando medidas de prevención.

Un grupo de voluntarios se encargó de instalar sillas guardando la distancia y desinfectarlas, como también de que los asistentes que desearan adquirir estampas en los sitios en los que estaban disponibles se desinfectaran las manos inmediatamente. El sacerdote solicitó a quienes quisieran recibir la comunión que permanecieran de pie "y yo, justo después de desinfectarme me voy desplazando, de forma que no se generen colas". El mismo protocolo se aplica en las iglesias de Zalla y Balmaseda, de las que Fran se hizo cargo hace dos años.

El 27 de julio en Soiano resaltó la faceta de médico de San Pantaleón para "orar por quienes están trabajando frente a la pandemia desde la primera línea de la salud dejándose incluso la vida; nos están pidiendo precaución: hagámosles caso". "La verdad es que la misa me ha gustado más que otras veces, la he sentido emotiva, quizás por lo que nos ha tocado vivir", analizaba Anatxu, junto a Juan Carlos y Mariví. Este verano no saldrán de Zalla en vacaciones "por precaución". "Por mucho que hablen de nueva normalidad, de normalidad nada", valoraban Iñigo, Patricia, Lorena, Loli y Bego, que también acudieron al oficio. Para evitar aglomeraciones, una mesa taponaba el acceso a la ermita. "Si alguien quiere entrar, que me avise para poder hacerlo poco a poco y desinfectar", previno el párroco.

Cinco días después, la talla de San Pedro presidía la mesa a modo de altar que sacaron a la campa de Zarikete, uno de los enclaves que más devoción concita dentro y fuera de la comarca por la tradición de acudir a despojarse de los malos espíritus. Con un máximo de cien sillas distribuidas en el parque, gel hidroalcohólico y una cinta que guiaba itinerarios de entrada y salida, "varias voluntarias lo han organizado todo desde antes de las 8.00 horas" para las cuatro celebraciones previstas.

Cal contra las pestes

Habría que bucear en los archivos para comprobar si hubo antes "misas de campaña como las de este año", pero "sí sabemos que las pestes han afectado a lo largo de los siglos por las seis y hasta siete capas de cal que se utilizaban para desinfectar y que cubren las paredes de la ermita, gracias a ellas las pinturas se han preservado en mejores condiciones", señala Patxi García de la Torre, vecino del barrio y muy implicado junto con su hermano y también arquitecto Bernardo en su restauración. Recientemente "se han recuperado los retablos barrocos y se ha podido certificar su autoría".

Patxi García de la Torre saludó a Asunción González y su hija, Mariasun Freire, a quienes conoce desde la infancia. "Visité la ermita por primera vez después de que me hablaran de ella estando enferma. Desde entonces no he faltado", relata la matriarca, que se negó a que el coronavirus frustrara la ya tradicional salida desde Portugalete. Cuando la familia creció "alquilábamos un autobús con más gente". Todos los años traían flores en ofrenda y una botella para recoger agua bendita, "comíamos en la campa al lado del río y nos quedábamos a la romería de la noche", rememora su hija.

San Pedro sienta estupendamente a Asunción, quien cumplió "89 años el 31 de julio". Y ayer mismo los vecinos felicitaron con cariño a Tere Pagazaurtundua al alcanzar los 93. Memoria viva de Zalla, la decana de Zarikete cuidó de la ermita durante treinta años. "Nunca había presenciado aquí una misa en la calle", contó, ni cuando antaño "esta fiesta estaba considerada de las más importantes de las Encartaciones y se programaban hasta festejos taurinos". Sin embargo, el clero consintió que la tradición decayera poco a poco, porque "llamaba gente que pedía servicios" para atajar el mal de ojo y respondían que los podían hacer en la parroquia de San Miguel; pero, claro, para eso ya tenían las iglesias de sus pueblos". Puede que estas eucaristías en tiempos de pandemia sirvan de revulsivo. De momento, está claro que engrosarán los libros de historia.

En San Pantaleón y San Pedro Zarikete, dos de los lugares con más tradición, la liturgia se trasladó a las campas aledañas a sus ermitas

Se fijaron límites de aforo con la prohibición de estrecharse la mano al dar la paz y tomando la comunión desde el sitio para evitar colas