LAS cuatro décadas de historia del actual modelo festivo de Barakaldo comenzaron con un estallido. El 14 de julio de 1979 se lanzó el primer txupin festivo de la nueva era y con su estallido se empezó a escribir la historia, se inició una trayectoria que solo ha podido parar la covid-19 41 años después. En aquel ya lejano 1979, la sociedad barakaldarra respiraba ilusión y ganas de recuperar la libertad que en las cuatro décadas anteriores la dictadura franquista les había robado. Eran tiempos de acelerar a fondo, de intentar disfrutar al máximo, de organizarse, asociarse y hacer pueblo. Fruto de todo ello nacieron las primeras fiestas de El Carmen de Barakaldo en 1979, unos festejos que recuerda muy bien Josu Gómez, presidente de Ibarra Kaldu. "La gente tenía muchas ganas de salir, de compartir momentos y disfrutar. Podemos decir que aquellas fiestas fueron hechas por y para el pueblo", explica Josu Gómez.

Esas ansias de libertad eran lógicas tras las cuatro décadas oscuras que había vivido el Estado bajo el yugo franquista. Así, aquellas fiestas de 1979 con su modelo participativo fueron todo un soplo de aire fresco y un ejemplo a seguir y a mejorar de cara a las ediciones posteriores. "El gran cambio respecto a las anteriores fiestas era la participación. Por fin, la ciudadanía dejaba de ser un mero espectador de las actividades que se programaban en las fiestas y éramos los barakaldarras quienes organizábamos o protagonizábamos los eventos", rememora Josu Gómez. La Herriko plaza era el epicentro de esa participación ciudadana, de esa armonía que la fiesta generaba en una sociedad que estaba viviendo los primeros de los muchísimos y profundísimos cambios que se vivirían en la Transición. "Recuerdo que, por aquel entonces, las txosnas estaban en la Herriko plaza y allí nos reuníamos las cuadrillas para disfrutar", apunta Gómez. En aquellas primeras fiestas del nuevo modelo, la música y las actuaciones de grupos marcaban el ritmo frenético de aquellos once días de bendito caos que respiró la localidad fabril. En toda esa vorágine, las verbenas eran uno de los eventos estrella, de los marcados a rojo en el programa festivo. "Era precioso el ambiente que se vivía en las verbenas. La gente iba, pero no iba solo a escuchar las canciones. Iba a participar, a bailar y a cantar y ese ambiente que se generaba a mi me encantaba. De hecho, creo que esa es una de las cosas que, por desgracia, actualmente, se ha perdido. La gente acude a los conciertos y actuaciones de una forma más pasiva, a ver lo que hacen los artistas, pero se canta y se baila menos", apunta el presidente de Ibarra Kaldu.

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Karmenak de Barakaldo en carteles

Aquellas once jornadas de julio de 1979 sirvieron para empezar a poner en marcha la maquinaria festiva, para arrancar una nueva manera de diversión en la que aspectos como la participación de la ciudadanía se erigían como aspectos indispensables. Así ha sido a lo largo de los últimos 40 años, tiempo en el que se han ido sumando cada vez más ingredientes a los Karmenak fabriles. En estas cuatro décadas de trayectoria de los Karmenak, la participación de Ibarra Kaldu, al igual que la de otros muchos grupos del municipio h servido para hacer de estos festejos una cita única y que cada año se convierte en una muestra de toda la actividad cultural que se vive en la ciudad a lo largo del resto del año.

El parón festivo que ha originado la pandemia, puede no ser un tiempo perdido, sino un tiempo invertido para que los Karmenak barakaldarras sigan dando pasos adelante, para continuar mejorando y reflejar, cada día mejor, la identidad de una ciudad tan diversa, hospitalaria y solidaria como es Barakaldo. "Ojalá este parón nos sirva para seguir mejorando las fiestas y, también para que valoremos más lo que significa poder estar juntos, poder disfrutar de un concierto y que seamos más participativos", desarrolla Josu Gómez.