El pinar de Gorliz volvió a vivir el pasado sábado un episodio de aglomeración de jóvenes y peleas que terminó con la asistencia de la Ertzaintza y la Policía Local al lugar, lo que propició que los adolescentes se dispersaran y se marcharan. Así lo relata a este periódico una vecina residente en las cercanías, que añade que “casi nadie parecía mayor de edad”.

Esta escena es ya muy familiar para los gorliztarras, que los dos últimos veranos de la pandemia vieron cómo los macrobotellones se multiplicaban motivados por el cierre de las discotecas y la suspensión de las fiestasmacrobotellones de los municipios debido al coronavirus. Muchos jóvenes eligieron como alternativa para su tiempo libre las quedadas para beber en el pinar y ello generó en ocasiones altercados, comas etílicos, enfrentamientos con la policía, destrozos, suciedad, incomodidad para las familias, los paseantes... Encima, empezaron a circular vídeos por las redes sociales que recogían las agresiones y las estampidas de los jóvenes para huir de la policía -se hizo especialmente viral uno en el que se veían puñetazos, tirones de pelo...-. El pasado sábado, según describe una testigo, algo más tarde de las 19.00 horas, la Ertzaintza se presentó en el pinar y “una gran cantidad de jóvenes empezó a salir espantada”. Previamente, esta mujer ya había visto que varios de los allí reunidos estaban pegándose. “No había nadie mayor de edad, yo creo; tendrían sobre 14 años y había chicos y chicas”, apunta. Tiempo después de la llegada de la Ertzaintza, se personaron también agentes de la Policía Municipal. “Igual como ocurrió a esa hora y no a las diez de la noche o más tarde, todo se disuadió y no terminó con problemas mayores”, considera esta vecina, que ya ha percibido en lo que va de año que “cada vez que hace buen tiempo, el pinar se abarrota de chavales”.

Malos recuerdos

Por lo tanto, ya se han producido los primeros incidentes de este 2022, que, de antemano, podría antojarse menos problemático en ese sentido debido a la recuperación de la normalidad en cuanto a las restricciones. Los dos veranos anteriores fueron una sucesión de trifulcas y vecinos y asociaciones de Gorliz y de Plentzia llegaron a organizar concentraciones de protesta ante “el vandalismo” que sufrían los municipios. También se involucraron en esas acciones de denuncia los hosteleros de la zona que, no en vano, sufrieron daños en sus instalaciones durante las madrugadas. Fue el caso, por ejemplo, del chiringuito Walitxo, que fue objeto de robos, pintadas y destrozos en la parte del food truck durante una noche de sábado a domingo de agosto. “Rompieron una ventana, entraron y destrozaron la alarma, cables...”, explicaban desde el establecimiento.

“Todos los fines de semana nos encontramos con algo, ya no solo con que tengamos que hacer una limpieza extra, sino con que sufrimos daños en nuestras instalaciones”, aseguraban desde el negocio. “Nadie se opone a que la juventud se divierta, pero como todos y en todos los ámbitos de la vida, con unos límites, obligaciones y respeto a los demás y a lo que nos rodea”, recogía, por otro lado, el texto de la convocatoria de la manifestación.

Asimismo, la Diputación y el Ayuntamiento trataron de buscar una solución y además de reforzar la vigilancia, procedieron a vallar el perímetro del pinar para que la policía pueda llevar a cabo un mayor control de los accesos. Es decir, la idea era que las autoridades pudieran vigilar de una manera más efectiva el pinar o que, en el caso de que tuviera lugar alguna actuación policial, los jóvenes no pudieran huir del recinto de una manera sencilla. No obstante, una semana después, una parte del cercado fue derribado.

l El sábado por la tarde. Según describe una vecina del entorno del pinar, la Ertzaintza acudió al lugar algo más tarde de las 19.00 horas del pasado sábado. Después, se presentaron allí policías locales. Ella misma vio cómo jóvenes se estaban pegando.

l Veranos problemáticos. Los dos pasados veranos, con las discotecas cerradas y las fiestas de los municipios suspendidas por la pandemia, muchos jóvenes quedaban para beber en el pinar de Gorliz y en muchas ocasiones se sucedieron peleas, enfrentamientos con la policía, daños a la hostelería... La Diputación y el Ayuntamiento vallaron el perímetro para tener más controlados los accesos.