“Lo hago por pasión, no me resulta complicado ni farragoso”. Con esta frase resumía su estilo de vida hace seis años el investigador histórico y documentalista Alberto Díez de Tubillexa Sáiz (Gorliz, 1933), quien falleció ayer a los 88 años de edad.Hombre metódico como pocos, educado y amable, gran parte de su vida transcurrió entre archivos municipales, bibliotecas y libros, muchos libros. No en vano, es el autor de una quincena de publicaciones entre las que destaca Berango, 40.000 años de historia, cuya primera edición data de 1990. Una obra en la que relata de forma pormenorizada la historia de la localidad en la que se afincó en 1960.

Nació en Gorliz por circunstancias familiares, puesto que su padre era carabinero e iba destinado donde le mandaban. La Guerra Civil les sorprendió en Ondarroa, pero luego se trasladaron a Ea, después a Portugalete, donde se casó, y, finalmente, a Berango, donde nacieron sus tres hijas Arantzazu, Begoña y Estíbaliz.

“Nos puso los nombres de las patronas de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba”, señala su hija Begoña. Fue el menor de cuatro hermanos y hermanas, y su pasión por el estudio la empezó a cultivar precisamente en la localidad de Arantzazu. Sin embargo, su etapa laboral transcurrió dentro de un laboratorio, en una empresa de Lamiako, como analista microbiólogo en la industria alimentaria. Más tarde, a mediados de los setenta, comenzó a desarrollar su pasión por la investigación histórica. “Empecé tras el franquismo recopilando datos en el registro del Ayuntamiento con una grabadora. Luego iba a casa y los transcribía”, explicaba durante una entrevista.

Y una de sus líneas maestras a la hora de elaborar sus minuciosos trabajos era “acudir a buscar la información de primera mano” allá donde estuviese, lo que le hizo bucear en numerosos archivos, registros, bibliotecas y relacionarse con investigadores, vecinos y vecinas, responsables municipales, etc.

“Conocí a Alberto en la década de los ochenta y colaboré con él en varios de sus libros, profundizando en la Prehistoria de Uribe Kosta. Él fue el descubridor del yacimiento de Agirremendi, en Berango, donde hicimos un estudio arqueológico en 2015 en el que hallamos diversas piezas del periodo gravetiense”, expone el también investigador y experto en arqueología de Barrika, Iñaki Líbano, quien le define como “un hombre muy inquieto y entusiasta de la historia” cuyo fuerte “era la historia de los molinos de río” y también “los trabajos sobre heráldica”.

Por su parte, la alcaldesa de Berango, Anabel Landa, destaca que “Alberto desarrolló a lo largo de su vida una gran labor investigadora y fruto de su labor y dedicación ha dejado un espléndido legado histórico a los y las berangoztarras”.

Asimismo, Alberto también era un gran aficionado a la bicicleta y como cicloturista recorrió su particular tour pedaleando a través de las siete capitales de Euskal Herria.

Sobre esta línea, hace escasos ocho meses publicó su última obra, Los molinos de marea y de viento vizcaínos, donde recopila la historia de 34 molinos de viento y marea de Bizkaia desde el siglo XVI hasta el XIX. Una publicación fruto de más de cuatro décadas de investigación, donde ha dejado escrito el legado de estas joyas de la ingeniería vizcaina a lo largo de más de 200 páginas amenizadas con un centenar de ilustraciones entre fotos, mapas, etc.

Por último, Alberto se volcaba al límite con sus aficiones, lo que le permitió desarrollar durante décadas una labor impecable. Precisamente, gracias a su labor investigadora, el 21 de octubre de 2015, en Sopela, recibió un galardón en la octava edición de los DEIA Hemendik Sariak. Goian Bego.