Aquel maillot morado que veía Naroa de pequeña y que le fascinaba tiene ahora destellos plateados. “Iba a casa con mi madre y siempre al pasar por el polideportivo de Andra Mari veía a una niña que llevaba un maillot morado que me encantaba, y un día le dije a mi madre que quería empezar a patinar”, rememora la que hoy es subcampeona de España juvenil de patinaje artístico, con 16 años. Han pasado ocho años de giros, éxitos, caídas, esfuerzos, crecimiento, ilusiones, planes apartados y desafíos. Naroa Ruiz Monge es trabajadora, exigente, concienzuda y con talento para mover los pies sobre ruedas y bailar tango o chachachá, y embelesar con sus movimientos, y transmitirlo todo con su cuerpo. El Club Patinaje Gira Getxo, y en especial, el entrenador Plácido Santos, sonríen ante el triunfo de una luchadora.El campeonato de España de Solo Danza se celebró en Torredembarra (Tarragona) y el nivel era “muy alto”, como admite el preparador de Naroa. “Había once autonomías y 18 patinadoras. La competición era terrible. Así que cualquier fallo o cualquier logro especial de la otra determinaba la balanza”, sostiene Plácido. Y los primeros compases no fueron lo más certeros para su pupila. “Empecé muy mal el campeonato, estaba desesperada, iba sexta, pero había que lucharlo. Fui remontando hasta la tercera posición con las pruebas obligatorias, y al día siguiente, con la danza libre, que es mi fuerte, lo bordé y la que iba por delante de mí no lo hizo tan bien”, apunta la patinadora.

En efecto, la prueba consta de dos coreografías idénticas que deben completar todas las participantes y otra de baile donde cada una diseña los recorridos y selecciona la música, y ahí es donde Naroa suele lucirse. Se come la pista y eso que es enorme y una se siente pequeñita. “Hay tres jueces que solo te están mirando de cintura para abajo y otros tres que solo miran de cintura para arriba. Y en el centro hay otro juez, con dos asistentes. Y en un momento determinado, si hay alguna duda, se ve un vídeo de la coreografía”, desvela Plácido. También hay VAR u ojo de halcón en el patinaje, por lo tanto. Y todo ello en una pista de 800 metros cuadrados... Y, bueno, porque ahora no hay público, que, si no, a todo ello hay que sumar la mirada atenta de decenas de personas. Pero los jueces sí que están ojo avizor a infinitos detalles. “Las transiciones, cuántas partes del espacio coges, las inclinaciones, si la velocidad es constante, si saltas, si ya se te ve cansada... Los jueces tienen que ver que no te está costando, aunque por dentro te estés muriendo, tienes que dar la sensación de que estás estupendamente”, reconoce la subcampeona estatal, que agradece la ayuda que recibe no solo de Plácido, sino de Paula Álvarez, su coreógrafa, y también de Natalia Monge, su madre, que es coreógrafa y directora de escena -está al frente de la compañía Organik-, y que trabaja la expresividad, corrige la imagen postural y enseña el lenguaje no verbal a Naroa.

Sobre los patines hay mucho esfuerzo y en su recorrido también. “Vas a unas 140 pulsaciones. Es como su fueras a hacer un sprint en 2.000 metros. Por eso, aparte de los entrenamientos, Naroa sale a correr, a subir cuestas, hace abdominales...”, indica su entrenador. “Es un deporte de los que considero más difíciles, porque necesitas todo: fuerza en las piernas, velocidad, resistencia...”, corrobora la propia Naroa. “Es una modalidad muy compleja y una de las grandes desconocidas. Hay gente atrevida que te dice que el patinaje es un hobby”, intercede Plácido. La joven getxotarra asiente: “Nos gustaría que fuera olímpico. El skate y otros deportes de ruedas han sido incluidos y hasta que no sea un deporte olímpico no se le va a dar la importancia que merece, la gente no lo va a conocer”.

Naroa bien sabe lo que es entrenar, entrenar y entrenar y tener que renunciar a otras propuestas propias de su edad. Y ahora, el próximo día 12 partirá a Alemania con la selección española. “Este segundo puesto ha abierto muchas puertas a campeonatos internacionales, que ya tenía ganas”, confirma la getxotarra, que más lejos, en su horizonte vital, ve su futuro también sobre ruedas, pero, como entrenadora.

“Empecé muy mal el campeonato, estaba desesperada, pero había que lucharlo”

“Hasta que no sea olímpico no se le va a dar la importancia que merece”

Patinadora getxotarra