“El método CES supone ventajas para todo el mundo”, destaca Elena, miembro de la plataforma Katu Arima, que se acaba de constituir en Gorliz y que, precisamente, busca que se aplique este sistema en el municipio. En efecto, la Captura, Esterilización y Suelta de los gatos callejeros supone un control de las colonias, por lo que aquellas personas que creen que estos animales generan problemas verán cómo se limita su número -entre otras cuestiones- y para quienes están sensibilizados con ellos es una fórmula para evitar que los recién nacidos enfermen o sufran, además de otros beneficios saludables para machos y hembras.

“No se trata de que nos encanten los gatos y queramos tenerlos por todos lados”, puntualiza Lucía, otra de las integrantes de esta plataforma que congrega a unas veinte personas -todas mujeres, menos un hombre-, aunque son diez las que están más activas. Aún hay desconocimiento sobre este método CES o CER (Captura, Esterilización y Retorno) y también se prejuzga porque son las asociaciones o personas animalistas quienes, habitualmente, apuestan por él. Lo que ocurre con esta filosofía es que se controla el número de gatos en las calles, ya que una operación realizada por un veterinario impide su reproducción, y así se regula la proliferación incontrolada y la superpoblación, a la vez que se reducen los riesgos sanitarios y se mejora la calidad de vida de los gatos; y, asimismo, se eliminan las molestias producidas a los vecindarios -orinas, periodo de celo, peleas, etc.-.

Lograr que el CES se instaure de manera generalizada en Gorliz es la misión principal de Katu Arima y, para ello, necesitan la ayuda del Consistorio. “El objetivo es que el Ayuntamiento se implique totalmente, porque es un problema que afecta a todo el municipio. De hecho, muchos ayuntamientos están aplicando ya el método CER, que es una solución ética”, señala Mertxe. De momento, como los pasos de esta plataforma aún son incipientes, únicamente han mantenido un encuentro con el equipo de gobierno local. “Ahora, lo que estamos haciendo hasta que avancemos más, es coger a los cachorritos que están mal, llevarles al veterinario, cuidarles y tratar de encontrarles una familia. Todo esto lo estamos financiando nosotras de forma altruista. Y ya tenemos resultados muy positivos en cuanto a adopciones, pero claro, si esas gatitas están continuamente pariendo… Hay que evitarlo, porque gatos va a haber siempre. Alguien que quiera adoptar uno lo va a poder hacer. Además, que haya gatos es algo positivo, son un control de plagas, por ejemplo”, afirma Elena. “Estamos funcionando como casa de acogida, pero en nuestras propias casas, estamos llevando procesos de adopción... Estamos haciendo todo y necesitamos apoyo, pero nos encontramos muy animadas por conseguir cosas bonitas”, constata Lucía. Algunas de estas mujeres ya llevan años cuidando de colonias felinas, de hecho.

La alimentación

El control de la población gatuna conlleva también otros compromisos como una alimentación higiénica, en la que no se generan residuos ni molestias a los vecinos y que se lleva a cabo en lugares concretos. Para ello, es necesario que las ordenanzas municipales permitan a las alimentadoras ejercer esa labor con seguridad y sin riesgo a multas o comentarios despectivos. No todos los ayuntamientos las tienen. “Nuestro proyecto también se basa en eso: en el control de la alimentación, que sea en un sitio determinado y de una manera limpia”, recalca Mertxe. “No estamos proponiendo nada nuevo, esto ya está establecido en otros municipios y en otros países desde hace mucho más tiempo”, añade. En este sentido, Elena, bilbaina que lleva un año viviendo en Gorliz después de estar 18 en Madrid comenta que allí “la Universidad Autónoma tenía colonias de gatos controladas, El Retiro y varios hospitales también...”.

Este grupo agradece la colaboración de los veterinarios de Gorliz y de Plentzia y tiene claro que su “objetivo fundamental es que el gato de la calle se quede en la calle”, porque es feliz, libre, tiene una buena vida... “Es un gato feral, salvo crías enfermas que es imposible dejarlas allí porque se morirían o algún gato con una problemática concreta”, indica Mertxe.