Getxo - Con una mirada siempre posada en la ría, pero a través del objetivo de una cámara -"A mí, la ría me enamora, es inevitable", confiesa-, Fede Merino pone entre las tapas de un libro la vida que ha emergido y que fluye de ese agua que serpentea por Bilbao y que define, literalmente, a la margen derecha e izquierda. A Eskuinaldea y Ezkerraldea. En este caso, en la que es su quinta publicación, el getxotarra rinde un homenaje a Evaristo de Churruca. Se trata de un trabajo ambicioso, con 240 páginas que reflejan fotografías de entre 1972 y 2019.

Así que Merino propone un viaje al pasado de la identidad del Bilbao cosmopolita y de la Bizkaia moderna. "No es posible entendernos sin Churruca. Si le quitamos, ¿qué sería de nosotros? Nada sería igual", reflexiona el fotógrafo. "Conseguir domesticar la ría, para convertir en navegable algo que era impracticable y permitir así todo el trasiego del mineral que bajaba de Ortuella, Gallarta, La Arboleda, que embarcaba en trenes mineros, que bajaban luego a las grúas que descargaban en Portu, en Barakaldo, en Lutxana? Todo eso, sin el trabajo de Churruca, sería imposible. La ría era un verdadero quebradero de cabeza. Entonces, el trabajo de Churruca es vital para llegar al Bilbao y a la ría que hoy conocemos, a todo el desarrollo industrial", argumenta.

Así que la ría del siglo XXI es hija de Churruca y para Merino, la ría es el núcleo del que brotan las imágenes en su libro. La cotidianidad. La actividad. La identidad. La vida. Por eso, en la obra de Merino, Mater Metalúrgica, la ría del Nervión, hay también fotos antiguas del mercado de Santo Tomás o del de las aldeanas de Portugalete, de un escaparate del Casco Viejo de Bilbao, de las traineras: ahí pelean Kaiku y Zierbena en 1986; de señoras en la Herriko Plaza de Barakaldo, allá por 1975; de Altos Hornos, la fábrica que ya fue protagonista de otro de sus libros; del museo Guggenheim aún sin su armadura completa, en 1995; de las inundaciones de Romo de 1977... "Hay que elegir las imágenes que ellas solas hablen, que su propio contenido hable claro de lo que estás queriendo contar y lo que quieres decir", asegura este getxotarra, que ahora vive en Santurtzi, que también se siente bilbaino... y que puede llegar a tener un archivo fotográfico de más de 100.000 instantáneas. Muchas de ellas son férreas, de alma industrial, de corazón de metal. "Antes, estabas tomando un vino en Bilbao, por las Siete Calles, y de, repente, el cielo se ponía rojo. Lo que pasaba es que habían pasado la escoria a los depósitos que había enfrente de Axpe y Lamiako y el cielo se iluminaba porque la escoria, en incandescencia, cuando se enfriaba, iluminaba el cielo de tonos rojos y eso en las Siete Calles se veía", rememora.

"Inventar Bilbao" Pero en esta obra, que al fin y al cabo, repasa el discurrir por el tiempo de Bilbao, "también hay que contar que existen unas inundaciones que transforman totalmente Bilbao y que obligan a inventar una nueva ciudad. La base de Bilbao queda destrozada. Hay que reconstruirlo de abajo a arriba y además está ocurriendo otra cosa: la reindustrialización está reventando toda la industria de la que ha vivido Bilbao. Hay que diseñar por arriba una ciudad nueva también", recuerda Merino. Eso también está presente en el libro, en esta memoria visual. - M. Hernández