BILBAO. Antes de finalizar el año los bilbainos podrán disfrutar del paseo ribereño más largo gestado en la ciudad. Dos kilómetros de itinerario al borde del canal de Deusto, entre el acceso a los túneles de Ibarrekolanda y Elorrieta, que permitirán descubrir una zona prohibida hasta la fecha, ya que el paso siempre estuvo vedado por la actividad portuaria de sus muelles y pabellones. Un proyecto de urbanización financiado por la Junta de Concertación de Zorrotzaurre que toma forma y ha alcanzado el ecuador de su ejecución en todas las nuevas redes de abastecimiento de agua, saneamiento, electricidad o gas y parte de las infraestructuras en superficie.

Aunque resta parte de la pavimentación, la plantación de árboles y vegetación, el mobiliario de este gran paseo ya presenta sus credenciales más novedosas. La arquitecta Marta González Cavia, del estudio G&C Arquitectura y Urbanismo, es una de las diseñadoras de este paseo tan especial en el que, como describe para DEIA, “hemos querido recuperar el contacto con la ría, respetando la memoria del lugar, la más cercana como muelles portuarios, y la más lejana en el tiempo como vega agrícola cuando el canal no existía”. Marta es la perfecta anfitriona para diseccionar el recorrido ribereño que está dividido en tres zonas de actuación.

La más prolongada se inicia a la altura de los túneles de Ibarrekolanda y termina en el nuevo pabellón de remo. 1.200 metros de paseo dividido en una zona una inferior que recoge en unos seis metros de ancho los antiguos muelles portuarios, y otra superior a una altura variable de entre 1,30 y 1,80 metros, que evitará problemas en caso de inundaciones.

Un talud de tierra con vegetación baja muy variada jalonado con ocho rampas de acceso de solo un 6% de inclinación servirá de transición entre ambas zonas. González Cavia concreta que “en la parte baja se mantiene el espíritu del lugar con la restauración de los noráis y el suelo de placa de hormigón visto”. Para el estudio G&C lo ideal hubiera sido dejar diáfano el cantil del muelle, pero la seguridad manda e instalará una barandilla a lo largo de más de 2.000 metros para evitar riesgo de caídas. “Se ha diseñado en acero corten, muy ligera y transparente, pero cumpliendo las normas de seguridad ya que puede aguantar hasta 300 kilos de presión”, define.

La parte superior, a su vez, tendrá dos zonas. Una con piso de adoquines será la más pegada a los diez edificios de viviendas previstos en el ordenamiento urbanístico, cuatro de los cuales están y finalizados. La otra, con piso de hormigón, es la que linda con el talud descrito y albergará en su superficie zonas verdes y árboles, principalmente plataneros, así como varios miradores hacia el agua. Pero el paseo no solo será de tránsito. Se ha diseñado también para disfrutar de las vistas y sentarse cerca del cauce. Por ello se instalarán largos bancos de árido granítico negro, hamacas de madera para descansar y áreas de ejercicio para los mayores. Incluso se construirá un rocódromo en uno de los muros que será revegetado.

El acceso a este paseo podrá efectuarse desde la avenida Zarandoa que corre en paralelo al canal, entre los edificios a construir y por pasos específicos entre manzanas que ya se han habilitado hasta llegar a la plazoleta del pabellón de remo. En esta zona también se dispondrá una pequeña área de estancia donde se ubicará uno de los dos urinarios previstos. El otro aseo público estará cerca de la salida de los túneles de Ibarrekolanda.

La gran plaza

La segunda zona es la gran plaza que irá ubicada entre la sede de la ingeniería Idom y el nuevo viaducto en construcción que unirá San Ignacio con la isla. Esta fase del proyecto es la que más tiempo necesitará para llegar a buen puerto, ya que depende de que las obras del puente liberen el espacio sobre el que actuar. “Se adecentará un gran espacio con zonas para juegos infantiles, tres marquesinas cubiertas con una estructura simulando las grúas portuarias, áreas verdes y una zona de bancadas para que la gente se tumbe en la hierba generando un entorno agradable”, describe la autora del proyecto junto a otros dos compañeros.

El paseo seguirá rodeando el particular edificio verde de la ingeniería hasta alcanzar su último tramo, el que concluye en la rotonda de Elorrieta. Otro medio kilómetro que esconde las mayores sorpresas del proyecto. Se trata de dos plataformas a modo de escalinatas con espacios para estar tumbado o sentado en sus grandes peldaños mirando a una ría que en horas de pleamar llegará a invadir su frente más bajo.

De 66 metros de anchura la grande y treinta la más pequeña “son dos elementos muy especiales que te acercan al cauce y tienen una orientación excelente al sol porque, como en todo el paseo, jugamos con la transversalidad de pavimentos, de bancos... son las líneas oblicuas que marcan Zorrotzaurre para tener siempre la ría en el horizonte”, detalla González Cavia.

Ambas plataformas se han construido a una altura que también evitará los habituales desbordamientos en esta zona y entre ambas una ligera depresión resguardada del agua por un banco corrido con forma de pretil en todo el frente del cauce “con la que rompemos la excesiva linealidad de este tramo”, apostilla. Otro elemento que librará a los vecinos de los aguadutxos es el depósito en forma de colector generado bajo el paseo con un sistema de compuertas que regularán el exceso de agua. Se plantarán especies arbóreas específicas para aguantar la alta salinidad de la tierra y una potente franja verde que hará de barrera al tráfico de la calle paralela. Las zonas de estancia dominarán todo el espacio y los asientos de una gama cromática muy pensada darán colorido a ese tramo. La misma idea de asientos salpicados, pero de otros tonos vivos, se aplicará en las dos zonas antes descritas. “Así se aportará color a todo el recorrido ribereño”, concluye la arquitecta.