Si un día deciden darse una vuelta por la playa de La Salvaje, en Sopela y ven a una persona tocando la batería no se asombren; el generoso artista que regala mini conciertos al aire libre se llama Iker Uriarte; el músico es un surfista de Getxo que ahora por motivos de salud ha decidido seguir el ritmo de las olas a golpe de platillos y bombos: "Siempre que el tiempo me lo permite cargo la batería en el coche y me planto en la playa", afirma Uriarte.

Desde hace un tiempo, una hernia le impide subirse a una tabla para navegar sobre las olas, pero no está dispuesto a renunciar al color y el aroma del mar que tanto le inspiran.

Por eso, desde hace unos meses ha decidido trasladar a la playa otra de sus pasiones, la batería. "Empecé a ir a la playa porque me encanta. Soy surfista, pero como ahora no puedo practicar el surf aprovecho para tocar la batería a pie de playa. Me relajo", relata Iker Uriarte. Para 'Uri', tal y como es conocido en la zona, irse a la playa a tocar la batería "le llena de vida y de energía positiva": "Tiene todo bueno. Tomo el sol y practico. Así me desfogo porque con esto del coronavirus, entre el confinamiento y mi dolor de espalda estaba hasta las narices", relata.

Procura desplegar timbales y bombos cuando apenas hay gente en el arenal. "No se trata de molestar a nadie". Según explica el músico-surfista de Getxo son muchas las personas que se le acercan para que "les deje darle unos cuantos golpes a la batería".

Para 'Uri', tal y como le conocen en la zona, este hobby le ayuda a cargar pilas y le llena de positividad, sin duda tan necesario en esta época tan complicada por la que atraviesa la ciudadanía. Uriarte explica que antes de la pandemia tocaba la batería en salas de estudio, pero la playa le regala un escenario perfecto, inspirador para dar rienda suelta a su pasión musical.

'Uri' ha formado parte de varios grupos, pero según explica él prefiere divertirse solo y así dar rienda suelta a su afición musical con el sonido de la olas de fondo: "El otro día cuando los surfistas hacían una cuerva y yo les acompañaba con la batería cambiando el ritmo; de repente hacía un redoble, le daba a un plato o a otro. Me gusta seguir el ritmo de las olas. Es divertido", asegura. Hay jornadas en las que Uriarte se viene arriba y se tira hasta cuatro horas tocando.

INSPIRACIÓN Y CALMA

La inspiración y la calma que consigue en sus jornadas en La Salvaje le ayudan a crear composiciones en las que fusiona diferentes géneros musicales, como el jazz. La hernia que le ha obligado a dejar por el momento el surf no le impide tocar la batería sin tener que forzar su espalda: "No se trata de golpear fuerte. Para golpear los parches de los platos no necesito todo el cuerpo, con el movimiento de los dedos es suficiente", puntualiza.

La gente que pasea por el arenal se sorprende al verle y se para a escucharle con interés: "Muchos me piden tocar la batería. Yo les dejo y les suelo enseñar", confiesa Iker entre risas. La afición de tocar la batería le viene desde que era un adolescente: "Empecé con dieciséis años. Cuando pude ahorrar un poco me la compré. Entonces tocaba en el garaje y mi vecino no podía conmigo", recuerda 'Uri'. La pandemia le ha regalado el escenario perfecto. "Lo disfruto con mucha intensidad y mientras que pueda lo voy a seguir haciendo. Es lo que nos queda en esta época tan complicada por la que todos estamos atrevasando", concluye.