Bilbao - Hasta hace apenas un año, Nuria López tenía “pánico” a nadar en aguas abiertas. No lo llevaba mal en una piscina, pero en la playa era incapaz de dejar que el agua le llegara más allá del pecho. Pero ayer, con una sonrisa triunfal, completó los 1.600 metros de la distancia media de la travesía a nado del Club Deportivo en Plentzia. “Es la tercera travesía en la que participo y me encanta. He descubierto una pasión”, aseguraba, radiante. La histórica prueba, la segunda más antigua del Estado, reunió a 250 nadadores en la ría plentziarra, con los dorsales agotados y ratificando un tirón que ya ha hecho a los organizadores plantearse ampliar el número de participantes el próximo año. “Todo ha ido muy bien, ha sido un éxito de convocatoria y ha habido un ambiente estupendo”, aseguraba al término de los recorridos Igor López, presidente del Club Mungia Waterpolo Igeriketa Taldea, organizadores del evento junto al Club Deportivo Bilbao.

Ocho años después, la 78ª Travesía a Nado del Club Deportivo Bilbao regresaba ayer a Plentzia -uno de sus cinco escenarios a lo largo de su historia-, donde ya se celebró de 2006 a 2010. “El Club Deportivo nos planteó colaborar con ellos para celebrar la prueba”, explicaba López. La cita era, para los no entendido, un tanto extraña: la primera prueba y más larga, la de 3.200, comenzaba a las 16.50 horas. Las siguientes, de 1.600 y 800 metros, a intervalos de cinco minutos. “La idea es que no tengan corrientes muy fuertes, así que se programan para que la pleamar sea más o menos en medio de la prueba más larga”, contaba el presidente del Mungia WIT.

Minutos antes de la primera salida, el entorno de la pasarela era ya un hervidero de participantes. Muchos llegaban con el objetivo de subir al podium, aunque otros simplemente se acercaron a Plentzia para disfrutar de una tarde de deporte al aire libre. Era el caso de Txema Bilbao, con diez años de experiencia en travesías de este tipo. “Vengo porque me gusta participar en estas pruebas, no por competir o luchar por un buen tiempo”, explicaba. Estiramientos, crema solar... Incluso un puesto de maquillaje waterproof para aquellos que no querían renunciar al rojo de labios ni haciendo deporte. Al lado, un stand de Aspanovas, asociación de niños con cáncer de Bizkaia con la que colaboró la organización, donando un euro del precio de cada dorsal además del superávit que pueda generarse después de cubrir todos los costes de la prueba.

Para Gorka Sánchez era la primera vez que participaba en esta travesía, aunque ya tiene experiencia en este tipo de pruebas. “Este año me han cuadrado las fechas, he engañado a un par de compañeros del equipo de waterpolo y a ello vamos”, bromeaba antes de tomar la salida. María Monleón, de Getxo, ponía el broche final a la temporada con la prueba de ayer. Aunque con experiencia en triatlones, se ha estrenado este año en las travesías a nado. “Tengo una hermana que es un delfín, que me engancha y me lleva de prueba en prueba. Es una forma de quitarle el miedo al mar; nadar en piscina está muy bien pero luego entras al mar y, aunque sepas nadar, no tiene nada que ver”, reconocía.

Curiosamente, fueron dos hermanos, Jon e Itxaso Alonso, los vencedores de la prueba estrella, la de 3.200 metros. Ella lleva 11 años participando en travesías, además de formar parte del Club Getxo Igeriketa, donde entrena dos horas, seis días a la semana. Su currículum es envidiable. “De pequeña iba a ver a mi primo, me picó y desde entonces en encanta”, afirmaba.