La tradición que no tirita
Cientos de personas desafían a la lluvia y el frío y, como cada 5 de febrero, acuden hasta la ermita de Santa Águeda en el barrio barakaldarra de Kastrexana para cumplir con uno los rituales más arraigados en Bizkaia
El tiempo no se puede congelar, pasa de forma inexorable haciendo que los años corran, las décadas dejen paso a nuevas generaciones y que estas cojan el testigo de las tradiciones ancestrales. Si el tiempo no se puede congelar, las tradiciones tampoco. Ya puede volar el grajo todo lo bajo que quiera que hay momentos en los que tiene más peso la fecha que marque el calendario que los grados que refleje el termómetro de turno. Una de esas citas ineludibles para muchos barakaldarras y bilbainos es la subida a la ermita de Santa Águeda el día 5 de febrero. Ayer, pese a que el tiempo no era nada apacible y la lluvia y el frío eran unos ingratos invitados, cientos de personas no dudaron en calzarse las botas de monte, abrigarse bien abrigados y, paso a paso, subir por las faldas del monte Arroletza hasta llegar a esta ermita construida en 1584.
El hecho de que fuera un día de labor, evidentemente, restó asistentes a la cita, ya que el trabajo y los estudios mandan, pero hubo muchos que aprovecharon el día libre para acudir a esta tradición. Ejemplo de ello eran Jesús y Gloria. Ellos están jubilados y decidieron pasar la mañana dando un plácido paseo desde San Vicente hasta Santa Águeda. “Venimos siempre que podemos y ahora que estamos jubilados tenemos más tiempo. Es una tradición muy bonita y que nos gusta disfrutar”, explicaron mientras enfilaban una de las leves rampas que llevan desde Gurutzeta hasta la ermita. El ir y venir de personas, sobre todo mayores, era continuo pese a que la amenaza de la lluvia era constante y las temperaturas no eran las más apacibles. “Si no llueve mucho y hace mucho viento se puede subir sin problemas. Preferimos subir hoy a hacerlo este domingo porque hoy hay mucha menos gente”, señalaron Jesús y Gloria, para quienes esta subida es toda una tradición que llevan realizando desde muy jóvenes. En las rampas de Santa Águeda se podía ver a personas para las que tratar de llegar hasta la ermita era todo un reto. Era el caso de Edelmira, que llegó desde Zierbena con Juan, Marian y Balma. No sabía si la enfermedad que padece en una pierna le podría permitir encarar las rampas del Arroletza, pero, finalmente, lo logró. “Parecía que me empujaba la santa hacia arriba”, señaló esta mujer que, en cuadrilla, acudió por vez primera a Santa Águeda. Su plan era subir, asistir a la misa de las 12.00 horas que estuvo oficiada por el obispo de Bilbao, Mario Iceta, y tras la ceremonia, reponer fuerzas tomando algo en la txosna colocada en las inmediaciones de la ermita. “Esperamos volver el año que viene”, aseguró este grupo de galipos.
Mientras algunos estaban en el interior de la ermita asistiendo a la misa, en los exteriores se oía música y se veía a muchos de los presentes bailando. Algunos de ellos, además, eran adolescentes, concretamente, alumnos del Instituto Zorro-tza. Ellos, acompañados por sus profesores, no quisieron faltar a una de las tradiciones más arraigadas en el barrio bilbaino. Joseba era uno de los docentes que acompañó a los cerca de 200 alumnos del centro que desembarcaron en Santa Águeda. “Venimos aquí para cumplir con la tradición y fomentarla entre los alumnos. Está bien que conozcan la tradiciones de su entorno y, además, se implican mucho en ese conocimiento y vienen encantados hasta aquí”, señaló el docente. Mientras Joseba hablaba, a su espalda, un grupo de alumnos bailaba con sus profesores y con otros asistentes dando muestra de su implicación en la fiesta. A escasos metros y, sin poder bailar, porque estaba trabajando, se encontraba Maite, quien atendía en su puesto de rosquillas, dulces y cordones a menos personas de las que desearía. “Hay menos gente que otros años, pero es que con este tiempo es normal. Te cae un chaparrón de camino y no tienes dónde resguardarte”, señaló Maite. La amenaza del chaparrón era constante, pero no llegó a materializarse, tan solo unas tímidas gotas de lluvia hicieron acto de presencia.
Maite es una gran conocedora de lo que es Santa Águeda, porque lleva muchísimos años acudiendo a vender a esta fiesta barakaldarra. “La primera vez que vine estaba en la tripa de mi madre”, explica entre risas mientras ya piensa en que la meteorología sea más benévola el domingo, cuando se hará la repetición de esta fiesta.
Cánticos, sonrisas... El buen ambiente cada 5 de febrero en Santa Águeda es la nota dominante, reluzca el sol o caigan chuzos de punta y todo ello se va acumulando en el baúl de los recuerdos de los asistentes. Andone acudió a la ermita “a saludar a la santa” junto a Merche y Javi, y para ella, este 5 de febrero es un día doblemente especial, puesto que ayer celebraba su cumpleaños. ”Visto el tiempo hemos dudado un poco, pero al final nos hemos decidido a venir. Hemos saludado a la santa, nos acabamos de comer el bocadillo y cuando bajemos, tomaremos algo”, explicó Andone, quien suele acudir a esta fiesta cuando tiene ocasión. Otra que quiso cumplir con la tradición fue la alcaldesa de Barakaldo, Amaia del Campo. Ella fue de las madrugadoras, ya que para poco antes de las 10.00 horas ya estaba en las inmediaciones de la ermita. “Para los barakaldarras, el de hoy es un día especial, una cita con la tradición. Esta es una subida de familia y de cuadrilla. Creo que casi todos hemos venido aquí desde muy txikis, primero con aita y ama, luego con los amigos, más tarde con los hijos y ya algunos vienen hasta con sus nietos. Eso es lo más bonito y lo que refleja también lo especial que tiene para los vecinos de Barakaldo esta romería”, indicó la primera edil fabril.
el domingo, repetición Esta liturgia de la subida a Santa Águeda tiene una segunda parte, la repetición de la misma el domingo posterior a la celebración de la festividad. “La verdad es que el domingo que viene me gustaría venir, pero me toca currar. Es una pena, pero creo que con haber venido el día de Santa Águeda ya he cumplido”, explicó Esperanza, una bilbaina que subió las rampas junto a Olga, Antonio e Iñaki. Ella no podrá, pero sí serán muchos los que, aprovechando el día libre, decidan ponerse ropa cómoda y subir hasta esta ermita para cumplir con una tradición de la que no se tiene un inicio claro. De hecho, se sabe que antes de la ermita actual, había otra a la que sustituyó el templo que ayer fue visitado por cientos de personas. Otros cientos harán lo propio el domingo, un día en el que las previsiones meteorológicas vuelven a ser frías y con posibilidad de lluvias. Pese a todo, la ciudadanía no fallará y cumplirá con la tradición y, por ello, la Policía Local de Barakaldo y Protección Civil tienen preparado un dispositivo especial para que la seguridad sea la nota dominante dentro de la jornada festival. Al igual que ayer, los viandantes que acudan hasta Santa Águeda contarán a su disposición con una treintena de puestos que ofrecerán productos de artesanía, lácteos, cordones, rosquillas... Sin duda, será un aliciente para que llueva, haga frío o luzca el sol, Santa Águeda vuelva a convertirse en lugar de peregrinación para muchas personas que con su asistencia hacen que esta tradición no tirite aunque las temperaturas sean bajas.