Javier Veiga: “Devolvemos el dinero a quien en los primeros quince minutos no se haya reído”
El próximo día 18 llega al Teatro Campos Elíseos un vodevil que promete robar más de una carcajada al público. La obra está dirigida por el actor Javier Veiga
Bilbao - Lleva representadas más de cien funciones con la obra Cinco y acción y todavía no ha soltado un cuaderno donde apunta todas las cosas que se pueden cambiar o mejorar. Javier Veiga, director, dramaturgo y actor, se considera una persona exigente, incluso confiesa ser “muy pesado”. “Les doy la brasa a mis compañeros con notas para añadir elementos que sirvan para mejorar la función”, explica Veiga. El próximo día 18 llega a Bilbao un vodevil que promete robar más de una carcajada al público durante Aste Nagusia. Junto a Javier Veiga, Marta Hazas, Carlos Sobera, Ana Rayo y Marta Belenguer dan vida a esta comedia que estará sobre las tablas bilbainas hasta el día 24. Comienza el espectáculo...
Uno, dos, tres, cuatro, cinco y... acción. ¿Preparado?
-Estoy preparado y listo.
Así comienza la obra que dirige y en la que encarna un papel.
-Así mismo, con esa frase que se utiliza en los rodajes. Cinco y acción...
Y a partir de ahí, fluye toda la historia en el teatro Campos.
-A partir de ahí, en las cinco puertas que hay van y vienen, entran y salen, sin parar, los cinco personajes que forman el elenco.
¿Sudan?
-Una barbaridad. De hecho, hay veces que se ven las camisetas de los actores mojadas (risas).
Es una manera de hacer deporte. ¿Pierden peso?
-Sí, pero el peso que perdemos sobre el escenario, en Bilbao lo recuperaremos después porque salimos del teatro con un hambre horroroso y nos hinchamos a cenar. Salimos como leones enjaulados en busca de comida. Así que de mucho no nos sirve tanto ejercicio durante la función.
Tenemos necesidad de pasarlo bien, ¿no cree?
-Sí, además el entretenimiento puede ser viendo una comedia o incluso con una tragedia.
Veiga es un hombre de comedia, ¿no?
-Me encanta. Además, a mí me gustan esas comedias de carcajada. Las de estar con una media sonrisa, las comedias amables, no son comedias. Las verdaderas son esas en las que te sientas y te descojonas desde el minuto uno. Esas son las buenas.
¿Tiene un don especial para hacer reír?
-Mi oficio se ha ido creando casi de una manera natural. Me metí en una escuela de teatro sin saber que iba a hacer comedia. Pero sí es cierto que la comedia ha estado en todo lo que he realizado a lo largo de mi carrera profesional.
¿Es el chistoso del grupo?
-Bueno, me gusta reírme y soltar chistes en momentos que descolocan a la gente. En mi familia nunca hemos hablado nada en serio. Acostumbramos a hablar con sarcasmo; de ahí me viene esta forma de ser y el haber dirigido mi carrera por la rama de la comedia.
Javier se ríe pero también llorará, ¿no?
-Por supuesto. De hecho, las personas que nos reímos mucho, curiosamente, también lloramos un montón.
De todos modos, seguro que hay cosas que no le hacen reír nada, nada, nada...
-Pues mire, intento buscarle el lado cómico a todo. Me cuesta hasta el punto más macarra, como el momento de contar chistes en un velatorio. En mi pueblo yo lo he vivido. El humor destensa cualquier situación. Hay que reírse de todo.
¿Hasta de uno mismo?
-Eso es lo primero. Si no empiezas por reírte de ti mismo no te puedes dedicar a hacer reír a nadie. Eso es primordial si te quieres dedicar a esto.
¿Cómo lleva la popularidad?
-Bastante bien. La verdad es que la gente es muy respetuosa. Eso no quita que un día haya alguien que te esté comiendo la oreja a las tres de la mañana y te moleste, pero eso puede pasarle a cualquiera, no es necesario ser actor. Quienes nos dedicamos a esto ya contamos con que puedan suceder ese tipo de cosas. La gente te muestra su cariño y siempre que lo hagan con respeto yo lo acepto sin ningún problema.
¿Sobre el escenario le ha pasado no poder controlar un ataque de risa?
-Ja, ja. Sí, sí. Y qué mal lo pasamos... Bueno, en realidad reconozco que fue divertidísimo porque eso es salud, pero uf, sí. Fue en una actuación en Madrid. Estábamos Marta, Carlos y yo en el escenario y en un momento los tres, por más que intentábamos controlar, no podíamos. La gente se dio cuenta y lo aceptaron muy bien... pero te sientes fatal.
¿Qué tal lleva trabajar con Marta Hazas, su pareja?
-Pues muy bien. Para nosotros es una cosa natural. Nos conocimos trabajando y hemos hecho muchas cosas juntos: películas, obras de teatro...
Vamos, que para lo bueno y para lo malo.
-Yo no le veo parte negativa. Mis padres regentaron juntos durante cuarenta años un restaurante y nunca le vieron nada negativo. Por ejemplo, esta gira para nosotros es como las pequeñas vacaciones que no hemos tenido. Trabajar con tu pareja es un problema si te llevas mal con ella, pero si no, no hay problemas. Adeemás, si te llevas mal no es por trabajar, si no que existe otros problemas ajenos al ámbito laboral.
¿Y cómo lleva lo de vivir en Madrid siendo de O Grove?
-Pues los primeros meses me costó muchísimo hacerme porque el cambio es muy grande, pero ya me he ido acostumbrando. Me fui tan joven que ya he hecho mis amigos, mi vida y ahora me escapo cuando puedo.
Vamos, que poco...
-Sí, poco. Pero Madrid también está bien porque es una ciudad hecha de gente de muchos sitios.
Es importante hacer lo que a uno le gusta, ¿no?
-Hacer lo que te gusta y que te guste lo que haces que no es lo mismo. Hay que hacer las cosas con cariño y evitar la rutina en el trabajo. A mí me fascina mi trabajo y de hecho me cuesta ver que es trabajo, aunque meta muchas horas al día. Pero me apasiona...Si no nos reímos a carcajadas, ¿nos devuelven el dinero?
-Pues sí, de hecho tenemos un seguro por si hay alguien que en los primeros quince minutos no se ha reído.
Me toma el pelo.
-De eso nada. Devolvemos el dinero a quien en los primeros quince minutos no se haya reído. Todavía no ha pasado, esperemos que en Bilbao no ocurra.