La Misericordia cumple años: ¿238 o 250?
Exrectores de la institución y antiguos alumnos no coinciden en la fecha exacta de la inauguraciónEn 1762 el Ayuntamiento de Bilbao abrió el primer centro benéfico de la villa, la Casa de la Piedad
bilbao. En la inmensa mayoría de las ocasiones los números no dejan lugar a dudas, son elocuentes, exactos, no admiten discusión. Pero en determinadas ocasiones, las cifras dan origen a distintas lecturas e interpretaciones. Esto es lo que está ocurriendo en la Misericordia y su entorno. Mientras los antiguos alumnos de este emblemático centro defienden que esta institución cumple su 250 aniversario, los rectores de la Misericordia apuntan como fecha de fundación el año 1774, tal y como se refleja en el interior del centro. Según estos últimos, el centro cumple 238 años. "Esta confusión viene dada porque que hace 50 años se celebró el 200 aniversario", reconoce Antonio Barandiarán exdirector de la institución. En aquel entonces, se festejaron los dos siglos de existencia con adelanto, quizá porque sería más conveniente para la institución celebrar su bicentenario en 1962. "Nosotros no tendríamos inconveniente alguno en celebrar los 250 años, pero lo cierto, es que siendo rigurosos, esa fecha no llega hasta 2024", dice Barandiarán.
De lo que sí tienen constancia en la dirección de la entidad, es de que se cumplen 250 años desde que, en 1762, el Ayuntamiento de Bilbao abrió el primer centro benéfico de la villa, La Casa de Piedad, en la calle Sendeja. Más tarde, hacia 1774 la Santa y Real Casa de la Misericordia tomó su relevo de forma oficial. Ahí nace la diversa interpretación de los números. Mientras la dirección ve en esta fecha "un cambio de rumbo en el que la obra caritativa pasa de ser pública a privada", otros como el exalumno Iñaki Arana ven "un cambio de nombre". Arana deja claro que "no queremos polémica, al final es una cuestión de números y distintos pareceres". Lo que sí está fuera de toda duda es que la Misericordia, con ese nombre, se puso en marcha en un entre 1770 y 1771 de forma extraoficial en el mismo local de la calle Sendeja donde ejercía antes La Casa de Piedad.
Nombre La oficialidad llegó el 17 de febrero de 1774 cuando Carlos III da su real aprobación a la hermandad. Así las cosas la Santa y Real Casa de la Misericordia es una de las instituciones más longevas de la villa. "Nos hemos mantenido fundamentalmente gracias a las aportaciones de los bilbainos y también de las empresas", asegura Barandiarán. Las aportaciones de los ciudadanos se cristalizaban en donativos o incluso herencias que algunas personas dejaban en sus testamentos en favor de la Misericordia. En cuanto a empresas, grandes factorías de Bizkaia aportaban dinero y ofrecían prácticas a los jóvenes que se formaban en esta organización benéfica. El nombre de muchos bilbainos y muchas empresas aparecen en un listado en las paredes de la planta baja de la actual sede de la Misericordia, cerca del Sagrado Corazón. Sus bellos jardines resaltan en mitad del paisaje urbano, un entorno que ha cambiado sobremanera y en repetidas ocasiones desde que en 1872 la organización se asentase en estos terrenos que eran propiedad foral.
ESPLENDOR En 1880 se asentaron en esta casa las hijas de la caridad de San Vicente de Paúl que, según comenta Barandiarán, "han imprimido carácter a esta casa". Ellas hicieron funcionar como una gran familia, un lugar que estaba en constante crecimiento, al que cada vez llegaban más niños y ancianos necesitados. La época de esplendor llegó en 1923, cuando en estas instalaciones acogieron a 500 niños y 140 ancianos. Se necesitaba más espacio y en 1930 el edificio ganó una planta más y estrenó nueva cúpula. Una cubierta que era el cobijo de muchos niños, muchas personas que han pasado su infancia y adolescencia en estas instalaciones. Ejemplo de ello son Iñaki Arana y Carlos Pereira. Al entrar a la Misericordia reconocen cada detalle, cada rincón. "Este banco se hizo en 1947", comentan. Son unos guías de lujo. "Aquí pasamos muy buenos momentos y los pasillos nos traen muchísimos recuerdos", afirman. "La casa estaba dividida en dos bloques, el lado izquierdo era para chicos y el derecho para chicas y nuestro punto de encuentro era la capilla a la que entrábamos cada sexo por una entrada lateral", rememoran. Allí crecieron y se formaron tanto personal como profesionalmente. "Aquí no estábamos para estar entre estas paredes, sino para estar fuera en el futuro. Salíamos con un puesto de trabajo y un ajuar", desvela Iñaki, quien se siente "en deuda con Bilbao".
Una vida Otros, pasaron "toda su vida" en la Misericordia, es el caso de Félix Quintanilla, que se formó y trabajó allí hasta que el pasado año se jubiló. "Cuando estuve yo había unas 600 personas aquí", rememora Félix, que trabajó en el servicio de mantenimiento, "conozco la casa palmo a palmo", presume. Él asistió a un importante punto de inflexión, el momento cuando en 1989 se fue el último niño de las instalaciones. También fue testigo de ello Luis Blanco, quien lleva 60 años en la Misericordia. "Llevo aquí desde los 8 años, luego, a los 20, entré en la cocina y hasta hoy. Estoy muy contento", resume.
La Misericordia tuvo que dar un cambio de rumbo para seguir prestando un servicio a la sociedad. "En la actualidad las necesidades sociales se centran más en los ancianos", apunta Sofía Delgado, directora desde 2009. En la actualidad, estas instalaciones sirven para que los mayores estén bien atendidos. En total, cuentan con 226 residentes y un grupo de 150 empleados que prestan un servicio "de calidad" a los residentes. "Por fortuna, se ha perdido el carácter peyorativo de venir aquí", comenta la directora de la Misericordia, quien asegura que "siempre nos vamos a adaptar a lo que la sociedad demande. Hoy se necesita que cuidemos ancianos, mañana podemos hacer cualquier otra cosa". Todo ello manteniendo los valores que han hecho de la Misericordia un clásico de Bilbao.