BILBAO. El enólogo acústico Gordon Hempton define el silencio como "la completa ausencia de toda vibración mecánica audible, dejando solo el sonido de la naturaleza en su forma más natural". No es fácil hallar espacios de silencio, ya que cada día van camino a la extinción debido al mundo moderno. Pero en Bizkaia, concretamente en el Parque Natural de Urkiola, existen espacios en el que el ruido no se puede considerar como tal; zonas en las que las señales sonoras naturales son las únicas que alcanzan los oídos.

La institución vizcaina -consciente de la importancia que tiene proteger estos espacios de ruido natural- encargó a la empresa Tecnalia este detallado análisis para recoger la realidad sensorial de este parque vizcaino. "La Diputación lleva mucho años peleando con los ruidos, para proteger a la ciudadanía de los sonidos desagradables que alteran la rutina diaria", destacan desde la empresa. Con esta iniciativa -pionera en Euskadi e incluso en el Estado- se pretende elaborar la base de un proyecto que sirva, por un lado, para conocer qué sonidos son necesarios preservar, cara a la protección de la biodiversidad y, por el otro, para aportar a los visitantes experiencias sensoriales que les ayuden a restaurarse frente al estrés.

"Los visitantes no solo pueden disfrutar con el paisaje que ven, sino también pueden dejarse llevar por los sonidos que les regala la naturaleza, lleno de riqueza. Hay estudios que así lo demuestran", explican.

Acercarse a un mirador como el de las tres cruces de Urkiola y contemplar el paisaje es una experiencia relajante; pero, sin duda, lo es mucho más si durante unos minutos los visitantes realizan el sencillo gesto de cerrar los ojos. A partir de ahí, solo hay que dejarse cautivar por el paisaje sonoro. "Merece la pena hacerlo para cargar pilas", recomiendan desde Tecnalia.

El ente foral ha ido va más allá en la política del ruido y ha decidido destinar esfuerzos al estudio de la preservación de los sonidos naturales. "Son beneficiosos para la salud, combaten el estrés diario y, además, protegen la biodiversidad", destacan.

21 puntos Para elaborar el informe, se han seleccionado 21 puntos en Urkiola en donde se han medido los sonidos. De forma general, en todos los puntos, los niveles sonoros captados se sitúan muy por debajo de las referencias legales exigidas. "En las zonas residencias, la ley intenta que no superen los 65 decibelios. En las 21 zonas analizadas, el máximo de decibelios captado ha sido de 35, el mínimo, de 26. El nivel de ruido es muy bajo, casi imperceptible. Es la situación idílica", apunta Igone García de Tecnalia.

Pero cuando el silencio no llega a oírse, según relatan las responsables del informe, lo que cobra mayor valor es la calidad de los sonidos. "Los decibelios pueden ser los mismos en la punta del Anboto o en el mirador de las tres cruces. La diferencia la marca la calidad del sonido", describe Pilar Fernández, también responsable de la elaboración del informe.

De cara a intentar promocionar la forma en la gente hace las visitas a los parques naturales e incrementar así su experiencias sensoriales, los sonidos naturales pueden jugar un papel importante. "Desde el punto de vista turístico tiene recorrido. Hay lugares que deben seguir protegidos de los ruidos externos. Otros, en cambio, pueden ser utilizados como cobijo para los estresados visitantes. Pero es cuestión de analizar cada caso y cada zona".

En los parques americanos se vende el silencio como reclamo turístico. En Bizkaia, dentro del proyecto Central Park, puesto en marcha recientemente en el Parque Natural de Gorbeia, también se invita a dejarse llevar por los sonidos naturales. "Todo está inventado. Lo único que hay que hacer es darle la importancia que tiene. No todo lo que aporta el ruido es negativo", comenta García.

cRUJIR DE LA MADERA Para trabajar en esta línea y elaborar este primer informe, Igone García y Pilar Fernández, ambas del departamento de medio ambiente y sostenibilidad territorial de Tecnalia, visitaron in situ el parque en primavera. "Siempre se ha abordado el ruido como forma de contaminación por los impactos a la salud y molestia que genera. Hasta ahora no se había hecho un estudio así. Cambia la imagen de ver el ruido como algo negativo por una cuestión positiva", comentan.

Pero esta idea no es nueva. En el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de Urkiola se destaca como uno de los valores naturales a resaltar el concepto del paisaje sonoro. "Los sonidos son fuentes de valor, de riqueza... Protegerlos aporta un valor natural, cultural, paisajístico y patrimonial", indican desde Tecnalia.

Con la ayuda del guarda de Urkiola, ambas profesionales midieron los decibelios en cada una de las zonas seleccionas y analizaron los sonidos naturales que conviven. "Accedimos a lugares por los que no se puede llegar en coche. Espacios a los que solo llegan los conocedores del parque y preparados montañeros". Rutas alejadas, antiguas cabañas de pastores, ermitas en medio de un hayedo, zonas alejadas de la civilización, en plena naturaleza...

En algunos de los lugares de Urkiola, las señas (ruidos) que se perciben son claves para ubicarse en el espacio: en la zona de Asuntze, por ejemplo, cuando el montañero se va aproximando el sonido que emana las fuentes de Pol Pol embriagan los oídos; en Lexarto, es el crujir de las piñas abriéndose o el sonido de la madera de las hayas, los que cautivan e incluso llega a sorprender al visitante: "Yo nunca había oído el ruido de la madera. Cuando lo escuché me llegó a asustar. Jamás lo había oído", describe Pilar.

Estudio piloto Son infinidad los sonidos naturales: cencerros, el soplido del viento, insectos, aves que se adueñan de cada espacio del parque de Urkiola... Solo es necesario prestar atención y dejarse llevar para disfrutar de ellos. Dejarse acariciar por el viento o por el piar de los pájaros, en la zona de Inungana es otra experiencia que se recoge en este estudio. El cucu de los cuervos, el cántico de las ranas en los humedales.... Las zonas valoradas en este primer análisis constituyen una muestra de lugares emblemáticos, bien por ser parte de rutas o bien por ser zonas de interés por presencia de una determinada especie. "Algunos puntos estaban muy alejados de las zonas turísticas", comenta.

Se trata del primer estudio piloto sobre los sonidos en un parque natural del Estado y Euskadi. "Aquí es nuevo, pero en los parques naturales de Estados Unidos se lleva muchos años aplicando este tipo de estudios", destacan desde Tecnalia.

Esta evaluación está orientada fundamentalmente a la preservación de los sonidos naturales que resultan agradables e incrementar así la experiencia natural y sensorial del parque. "Habrá espacios en los que cualquier ruido externo pueda dañar la repoblación de la especie que vive en ella. Es clave llevar a cabo un trabajo previo de sensibilización. No se puede ir al monte a gritar", concluyen. Con la base de este análisis sobre la mesa habrá que analizar qué fuentes sonoras no son congruentes con el paisaje y ver qué margen de mejora hay en esos puntos. "Por ejemplo, en el caso de las tres cruces, para enmascarar el ruido de los coches -pasa la carretera de acceso cerca- se puede plantear la manera de reducir este ruido. Se puede enmarcar con el ruido del agua de una fuente, o delimitando la velocidad de los coches. "Con este informe se sabe qué ruidos merecen la pena conservar, potenciar e incluso poner de relieve como un valor más del paisaje de esas zonas. Es una iniciativa, pero turísticamente tiene recorrido porque a todos nos gusta perdernos en un espacio especial". Se trata de algo tan sencillo como dejarse llevar por los sonidos naturales, cerrar los ojos y escuchar el silencio.