"Jamás me he sentido extranjero en Bilbao"
Corre por sus venas la sangre católica de Glasgow, aunque siente que Newcastle es su tierra madre. Sin embargo, Derek Doyle acepta la profecía de los bilbainos: nacen donde quieren. Él se siente uno de los nuestros. Mientras medita dónde asentarse con su familia, lleva 40 años aquí
Bilbao. "Todo está fuera de control... ¡Perfecto!". La frase es una letanía clásica de Derek Doyle, un claro ejemplo del humor inglés que el cónsul británico en Bilbao practica con soltura. Llegó a esta tierra como tantos otros viajeros, tras los pasos del amor. Y hoy da la sensación de que sería incapaz de abandonarla, tan convencido como se siente de que en pocos lugares como Bilbao puede vivir mejor y con un trabajo que le agrade más: tender puentes entre su tierra natal y su casa de adopción.
¿Es el bilbaino tan 'british' como se reconoce o hay un poco de leyenda urbana?
Cuarenta años después de estar aquí sigo convencido de que hay un vínculo, esa unión entre el País Vasco, en especial Bilbao, y el Reino Unido. Sí, Bilbao es algo británica. No por nada hubo un tiempo en que la conocían como little London. Por algún motivo tantos bilbainos tienen el deseo de viajar a Londres. Por algo será.
¿De dónde nace esa relación?
El inicio data de 1474, de un salvoconducto firmado por Eduardo IV para que los mercaderes vizcainos pudiesen trabajar en Inglaterra. Fue el comercio de la lana el que abrió la puerta. Luego llegó el mineral, lo que yo llamo la Edad de Hierro, el acero, la llegada del ferrocarril, las navieras y así hasta hoy.
¿Hay ejemplos en la historia que atestigüen esa comunión?
Innumerables, y más allá del fútbol, que por cierto llegó a Bilbao desde allí. Acuérdese de la Campa de los Ingleses, el viejo cementerio británico que hubo de desplazarse de los aledaños de la ría, donde hoy está el Guggenheim por cuestiones de sanidad. Y de sir Ramón de la Sota.
¿Sir?
Sí. En la guerra mundial puso su flota a disposición de la corona británica y ahí se ganó la consideración.
Durante la Guerra Civil española, sin embargo, se guardó cierta equidistancia...
Según se mire. Es verdad que el Reino Unido tenía una postura de no alineamiento. Pero también lo es la historia de Leah Manning.
Recuérdela...
Era una diputada laborista que fue testigo del bombardeo de Gernika. Sobrecogida, volvió al país y convenció al gobierno para exiliar a cuatro mil niños.
¿Bilbao ha pagado su deuda pendiente con el fútbol inglés?
Creo que sí. Es una ciudad cuyo equipo se llama Athletic y que canta el alirón, que deriva del all iron. Han tenido 13 técnicos británicos y dieron una exhibición en Manchester. Creo que sí, deuda saldada.
Aquel día que llegó a Bilbao...
Solo había salido a Irlanda, para visitar a la familia y a Lourdes, como monitor que acompañaba a niños enfermos.
¡Poco mundo!
Eso es. Vi un aeropuerto antiguo y dos cosas me dejaron marcado: el impactante calor y el control de la Guardia Civil, tremendo. Pero a lo lejos veía a mi media naranja y eso me consolaba. Ahí empezó mi aventura...
¿Su media naranja? ¿Acaso se trajo novia vasca incorporada?
Ja, ja, ja. Sí. Ella había ido a Newcastle de au pair y nos conocimos en una iglesia, en misa.
¿Misa protestante?
¡No! Recuerde mis raíces irlandesas...
¡Es cierto!
No era fácil al principio de mi llegada. En el pueblo, Durango, había cierta reticencia a que un británico entrase en casa de una mujer sin estar casado. Eran otros tiempos, ¿verdad? Pero su familia me dio una excelente acogida y me ofrecieron otras casas si ese era el problema. Por eso siempre digo que la llegada fue fabulosa y que jamás me he sentido extranjero en esta tierra.
Un joven que empieza ¿hoy tiene las mismas posibilidades?
No, por desgracia. Lamentablemente hay mucha gente joven, preparada, que no tienen esos privilegios.
¿Cuáles?
Yo estaba recién graduado en Lengua inglesa, Filosofía y Política y el paso natural tras la universidad era trabajar. Eso se ha complicado. Hice una entrevista en la Universidad de Deusto y me admitieron como profesor de inglés y de literatura.
¿Cómo salió de ese mundo académico?
Un industrial de Durango me comentó que necesitaba mi inglés. Me lancé y durante cinco años viajé por los cinco continentes. Es ahí donde me entró el gusanillo del agregado comercial.
Volvamos a Deusto ¿le supone algo ver a un Papa jesuita?
Si no hacen mención de que lo es, ni me entero. No creo que tenga importancia. Supongo que han elegido en función del tipo de persona que es.
Que a su juicio cuadra con...
Una nueva imagen con actitudes diferentes, más cercana, sin olvidar que es el representante de Dios en la tierra. Una especie de embajador de Dios.
¿Dejan impronta los jesuitas?
Es gente de sólida formación. Pensamos que el cáliz sagrado es de oro. Dando una clase sobre James Joyce, en un pasaje el cáliz se rompe. ¿Puede romperse el oro...? Un jesuita me hizo ver que era una metáfora sobre la fe que se resquebraja.
¿Qué enseña viajar?
Te enseña algo muy importante: a relacionarte con el otro, pese a la diferencia. Te da perspectiva y amplitud de miras. Descubres que tu punto de partida no es el ombligo del mundo. Enseña más que la universidad.
Y eso que usted estudió filosofía... ¿Para qué sirve?
Te obliga a matizar, a contrastar experiencias y opiniones, a preguntarte el porqué de las cosas. Ves más allá de lo inmediato.
¿Y qué ve mas allá de la crisis?
No tanto como la luz pero veo estrellitas. Todo el mundo vaticina un 2013 duro y lo será. Pero en Euskadi alguien tomó la decisión hace treinta años, de manera consciente, de que al menos el 25, el 30 por ciento del economía debía ser atribuible al sector industrial. Así la burbuja inmobiliaria hizo menos daño y se invirtió en investigación y desarrollo. Hoy se apuesta por la aeronáutica, la biotecnología, la nanotecnología. Eso colocará bien a Bilbao cuando todo despegue.
Hay razones, por tanto, para creer...
Sí. No puedes dejar que las crisis te hipnotice, no te deje ver otras posibilidades. Los mercados emergentes, que no son fáciles, quieren relacionarse con los casos de éxito.
Desde el consulado procura que entre Bilbao y el Reino Unido sigan tendidos los puentes...
Alguien del Foreing Office me dijo que nuestro consulado le recuerda a una agencia matrimonial: tiendes lazos para que surjan relaciones.
La monarquía británica goza de un favor que la española...
No voy a compararlas... ¡Menudo compromiso! Lo que sí es verdad es que en el Reino Unido conviven tres generaciones y las tres son populares. No, desde luego allí no piensan en la República.
Es un pueblo orgulloso.
Todos lo son. ¿Acaso el bilbaino no lo está de tierra? El orgullo de pertenencia a un lugar es legítimo, siempre que no conlleve un sentimiento de exclusión al otro.
¿Qué consejo daría a alguien que empieza?
¿Consejo...? No me gusta dar la impresión de que poseo la fuente de la verdad. Me gusta la gente que se toma la vida como un aprendizaje. No hay un aventura más apasionante que vivir, con sus sobresaltos buenos y malos.
¿Qué importancia concede a la tradición anglosajona de viajar durante un año para completar su formación?
Ayuda. Pero la propia vida se encarga de enseñarte lo que te falta.
Se habla de la férrea disciplina inglesa en educación. Si le preguntase a sus hijos...
Le respondo. Son ya maduros, de treinta y tantos años. Y todavía me dan besos. Espero que eso diga todo.
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