EL Bilbao Basket regresó ayer a los entrenamientos con un solo objetivo: el partido del próximo miércoles ante el Gran Canaria. Tres jugadores están afectados por el covid y no se sabe cuándo y cómo van a estar disponibles, "pero no tenemos margen de error ni de maniobra". Con los que estén, "el miércoles hay que poner toda la carne en el asador, no podemos pensar en el Fuenlabrada o el Burgos", asegura Roberto Molina, el preparador físico de los hombres de negro al que, de nuevo, le ha tocado una papeleta complicada. "No habíamos tenido problemas en toda la temporada con el covid, pero esto llega cuando llega y no podemos hacer nada. El resto de equipos vendrán rodados y a nosotros nos faltará ritmo y tiempo. Estos días tenemos que trabajar todo lo que podamos dentro de unos umbrales sensatos para no sobrecargar porque luego tenemos cinco partidos en doce días", expone.

Molina está seguro de que se va a encontrar con unos jugadores "con muchas ganas de volver a la cancha, de tocar balón y de hacer baloncesto". Pero también tiene claro que "físicamente se va a notar que hemos estado diez días encerrados en casa, como pájaros enjaulados. En este tiempo se pierde mucho. Aunque hemos intentado imitar estos días todos los gestos deportivos, lo más importante que es el contacto o la asociación de un deporte de equipo no le han tenido.". La pasada temporada ya hubo que manejar un largo confinamiento y eso "nos ha ayudado a saber qué podíamos hacer mejor. Ahora tenemos estos tres o cuatro días para intentar hacer una progresión corta y rápida y volver a acostumbrar a los jugadores al baloncesto".

Este confinamiento, por el momento y la situación del equipo, ha sido difícil de asimilar. Hace un año, el Bilbao Basket ya tenía los deberes hechos y ahora debe remar contra una corriente poderosa que le arrastra a la LEB Oro. "El año pasado lo más duro fue no saber cuándo íbamos a volver porque cada quince días prorrogaban el estado de alarma. Ahora sabíamos que nos tocaba parar diez días, pero ha sido duro, sobre todo a los jugadores que estaban aquí el año pasado se les ha hecho difícil encontrar la motivación y la energía para hacer los entrenamientos a distancia", explica Roberto Molina, que tiene que volver a afinar en su labor para tratar de que el equipo compita en la mejor condición posible, con una buena combinación de la parte física y la táctica: "Vamos etapa a etapa. La primera es previa a los cinco partidos en la que hay que volver a activar a los jugadores, acelerar su metabolismo, acelerar las frecuencias cardiacas, subir picos de oxígeno, etc. Y una vez empecemos las cinco finales que tenemos por delante, nos centraremos en optimizar los procesos de recuperación entre partidos, aprovechar al máximo esas ventanas de 48 horas entre uno y otro".

Esta temporada ha supuesto todo un reto para los preparadores físicos ya que "todo lo que hemos aprendido en la universidad y en los libros no ha valido para nada". "La planificación a medio y largo plazo está todo el rato al aire porque puede pasar que te desaparezcan o aparezcan partidos con los que no contabas. Hay que adaptarse porque esa incertidumbre es para todos igual", dice con resignación. Se ha juntado todo para poner a prueba a los equipos y en el caso del Bilbao Basket, los malos resultados han afectado al estado de ánimo y con ello, a la manera de afrontar la competición. El preparador físico admite que "todo influye. Los resultados hacen que las molestias físicas se puedan agudizar o sean más llevaderas. Y que no haya público hace que en los momentos complicados los jugadores no consigan sacar ese esfuerzo extra que se requiere".

En el Bilbao Basket se ha concentrado esta temporada todo lo malo de esta época del deporte "y ha sido un reflejo de lo que comentamos". Está ya estudiado y analizado que el largo confinamiento del año pasado ha pasado factura a los deportistas y ha provocado "muchísimas lesiones, muchas más de lo habitual". Molina señala que durante el primer confinamiento "todos los preparadores físicos pensábamos en el corto plazo, en el regreso a la actividad, en que no pasara nada por esa carga aguda. Pero después ha llegado una carga crónica por esos dos o tres meses que estuvimos parados. Los jugadores profesionales nunca están más de una semana o diez días sin hacer actividad física de una intensidad alta y ese periodo de desadaptación se ha arrastrado ahora". Y justo ahora al Bilbao Basket le llega una acumulación de partidos que no es buena para nadie porque "se produce una carga añadida de volumen, de intensidad, de estrés y, sobre todo, existe falta de recuperación. No es un problema de sobreentrenamiento, porque el jugador profesional lo puede asumir, sino el poco tiempo de recuperación de estas demandas tan intensas". Pero no hay tiempo para lamentarse, ni para controlar los minutos ni los esfuerzos. Seguir en la ACB, si se consigue, exige quedarse vacíos.