El Bilbao Basket puso un poco de luz para acabar un día que se tiñó de negro por el fallecimiento de José Manuel Cortizas, periodista de El Correo que seguía desde hace veinte años la actualidad del equipo vizcaino. Las penas de la vida apenas se compensan con la alegría que puede dar algo lúdico como el deporte, pero la victoria de ayer de los hombres de negro les permite mirar el futuro con algo más de esperanza. Pocas veces esta temporada se ha visto a los jugadores de Álex Mumbrú tan compactos, tan metidos en la faena, seguramente porque querían brindar el triunfo a quien había relatado sus triunfos y sus decepciones. Así, el Bilbao Basket marcó diferenciasen la lucha por la permanencia y dejó claro que siempre puede llover menos, incluso las lágrimas.

Ahora cuatro equipos salen de esta jornada con las mismas victorias, cinco, en su casillero en una carrera que va a condenar a los dos más débiles. Por eso, en lo sucesivo el equipo vizcaino debería ser más contundente, dejar de perdonar esas acciones de contraataque por las que ayer se le fueron de menos de diez puntos que no fueron determinantes y quizás aprender a usar las faltas en situaciones de ventaja en el marcador para impedir que el rival vuelva al partido, como hizo el Acunsa GBC en un par de tramos del primer tiempo.

Por todo lo demás, el trabajo del Bilbao Basket fue impecable y después de mucho tiempo se vio a un equipo convencido de lo que hacía, con un buen ritmo al margen de quien estuviera en la cancha y con una buena ejecución. El enorme acierto en el tiro exterior, impropio cuando se está en una situación de riesgo, fue consecuencia de todo ello y de que las tres semanas de parón competitivo han sido bien aprovechadas en la soledad de Miribilla. Los bilbainos nunca estuvieron por detrás en el marcador en un partido que se esperaba mucho más igualado y que durante bastantes minutos pareció casi de guante blanco. Un 19-19 tras un triple de Johnny Dee fue todo lo que consintió el Bilbao Basket a los donostiarras, que empezaron a cerrar terreno en dos posiciones claves: la de base y la de pívot.

Ludde Hakanson había dicho entre semana que se encontraba mucho mejor y se expresó en su mejor versión. Con su condición física recuperada, el sueco acabó con 17 puntos sin fallo y 5 asistencias y encontró una buena conexión con Ondrej Balvin, ese jugador diferencial al que se ha echado tanto de menos. El checo dominó como se esperaba a Okouo y Olaizola y sus acciones contribuyeron al tirón en el marcador que rompió el partido al inicio del tercer cuarto. En ese tramo de partido, se vieron los mejores minutos defensivos del Bilbao Basket, que puso mucha atención en desactivar a Radoncic y Dee. En esta tarea destacaron Arnoldas Kulboka, aplicado como nunca en el trabajo sucio, y Quentin Serron, cuya reaparición dio mucho poso al equipo, sobre todo ante la baia de Jonathan Rousselle.

A partir de ahí, el Acunsa GBC hizo la goma, tomó riesgos, y después de que Olaizola anotara un imprevisto triple para el 59-68, los bilbainos no se asustaron, mantuvieron la compostura y contestaron al amago de reacción con tres triples seguidos, dos de ellos de Hakanson, y dos canastas de John Jenkins para un parcial de 0-12 que acabó con el partido. Nadie se guardó nada en una cita que era fundamental y al final, los dedos apuntaron al cielo. Va por tí, Corti, el equipo del que te hiciste piel se niega a rendirse, como ha sido costumbre todos estos años.