UANDO se confirmó el fichaje de Sarunas Jasikevicius (Kaunas, 5-3-1976) por el Barcelona, los aficionados azulgranas recibieron al lituano como el hombre que debe cambiar la trayectoria de un equipo que lleva seis temporadas sin ganar la Liga Endesa y otras tantas sin llegar a la Final Four de la Euroliga. La derrota en el último partido de la fase de Valencia, con aquella canasta postrera de Luca Vildoza que hizo campeón al Baskonia, hizo inevitable el proceso de cambio en el banquillo en busca de una visión más moderna del juego y de las relaciones de vestuario y Saras llegó desde el Zalgiris Kaunas para sustituir a Svetislav PesicSaras, el técnico con el que, precisamente, logró su primera Euroliga como jugador en aquel recordado fin de semana de mayo de 2003 en el Palau Sant Jordi.

Como no podía ser de otra manera, Jasikevicius regresó al Barça con mando en plaza pese a su condición de único técnico debutante esta temporada en la ACB y se rodeó de gente de su entera confianza. Además, es uno de los seis que antes jugaron en la competición junto a Álex Mumbrú, su rival del domingo, Dusko Ivanovic, Pablo Laso, Joan Peñarroya y Marcelo Nicola. O lo tomas o lo dejas, no hay otra opción con un entrenador cuyo libro de jugadas fue muy alabado en sus tres temporadas en el Zalgiris Kaunas y que muestra una personalidad muy parecida a la de Zelj-ko Obradovic, a quien considera su mentor después de los años que coincidieron en el Panathinaikos.

El lituano tampoco se casa con nadie, es muy exigente en la cancha pero a la vez cercano fuera de ella y, al decir de muchos de sus jugadores, muy justo en el trato. Si le das lo que pide, Saras te lo devuelve con confianza y minutos, como están comprobando Álex Abrines, que ha empezado la campaña a gran nivel; el argentino Leandro Bolmaro, que ha aplazado su marcha a la NBA porque su entrenador le ha hecho un hueco en sus planes; y el senegalés Brancou Badio, la sorpresa salida de la cantera a quien el técnico ha visto condiciones para ayudar al primer equipo. Abrines, que coincidió en la pista con Jasikevicius en la temporada 2012-13, recuerda que “ya era cañero como compañero, te apretaba mucho, y lo sigue siendo como entrenador”. “Es una mente brillante en la preparación de los partidos”, asegura Deon Thompson, ahora en el Unicaja, al que dirigió en el Zalgiris.

Mumbrú comentó ayer que el técnico lituano ha aportado al Barça “una alta exigencia y mucha agresividad” y advirtió a sus jugadores de que “no pueden echarse atrás cuando ellos sean agresivos en defensa”. El conjunto azulgrana perdió la final de la Lliga Catalana y la de la Supercopa y ha sumado dos victorias laboriosas y apuradas ante el Burgos y el Unicaja, pero ya se nota la mano de Saras en su trato con los jugadores a los que abronca siempre que hace falta y reclama esfuerzo sin excusas ni rangos y trabajo en equipo: “Ninguna estrella, y tenemos unas cuantas, va a ganar un partido sola”. Pero ellos están encantados por este aire fresco que ha entrado en el vestuario.

En defensa, el Barça aprieta mucho, muy arriba, gracias a la movilidad de todos sus jugadores y en ataque, trata de explotar opciones variadas y pide a sus jugadores que tomen decisiones sin caer en el individualismo. Sin la referencia interior que suponía Ante Tomic y la poca confianza en Artem Pustov-yi, el club busca un pívot móvil y con tamaño porque Oriola y Davis pueden quedarse escasos ante los grandes de Europa. De momento, Jasikevicius construye el nuevo Barça desde la defensa y nadie se puede quedar atrás. Saras aprieta, pero no ahoga, y de hecho Nikola Mirotic acaba de ampliar su contrato hasta 2025. El hispano-montenegrino quiere ganar y sabe que con su nuevo entrenador estará más cerca. El lituano ganó con el Barça, con el Maccabi y con el Panathinaikos y devolvió, ya como entrenador, al Zalgiris a la élite europea. Por eso, está de nuevo en el Palau Blaugrana.

Ya se nota la mano del entrenador lituano, que reclama a sus jugadores esfuerzo sin excusas ni rangos y trabajo en equipo