Las estadísticas de los jugadores ofrecen algunas claves para entender mejor lo que ha sido la temporada en el plano individual, pero no todos los datos se pueden interpretar de manera literal. Por ejemplo, una alta participación no necesariamente equivale a un rendimiento estupendo. Hay que pensar también que el mismo criterio que favorece las posibilidades de ciertos hombres, pese a que por méritos no se hagan acreedores a figurar en el equipo, perjudica a quienes no cuentan con oportunidades reales o asoman de forma intermitente, aunque no desentonen. La elección del entrenador se convierte en un condicionante insuperable, para bien o para mal, al cabo de casi medio centenar de encuentros oficiales, 45 en concreto, cuando se trata de determinar cuál es la nota que merece cada uno de los futbolistas utilizados. De igual modo, el cúmulo de aportaciones de los miembros de la plantilla influye en cada resultado y, a la larga, establece el signo de la temporada.

Si el porcentaje de jugadores que saca o roza el notable es importante, será extraño que el equipo no logre los objetivos que se plantea. En cambio, si la mayoría se tira nueve meses habitando a ambos lados de la frontera del aprobado, la consecuencia directa será una campaña discreta, donde las decepciones hallarán acomodo en detrimento de las alegrías. En este segundo supuesto se ha movido el Athletic de Marcelino García Toral. Son contados los hombres de los que podría decirse abiertamente que han competido a buen nivel. Y varios de ellos han acabado optando al once tipo, por lesiones de compañeros.

Aunque se repita como el ajo, es de ley subrayarlo y se agradece que un año más Iñigo Martínez . Su influencia, liderazgo, fiabilidad, repertorio, saber estar y demás cualidades que le adornan se han ponderado mil veces desde que fuera fichado de la Real. Pasa el tiempo y sigue siendo una garantía. El único aspecto negativo de que Iñigo destaque tanto y, sobre todo, que ocurra siempre, radica en la distancia cada vez más evidente que le separa del resto. En el ejercicio 2021-22 vuelve a encabezar los ránkings de puntuación de la totalidad de los medios de comunicación.

GRATA SORPRESA

En un escalón inferior, a distancia prudencial, aparecerían los nombres de Dani García,. Hasta marzo, posiblemente mantuvo el tono más alto desde su llegada del Eibar, aunque en la primera vuelta no anduvo sobrado de colaboración. Y seguido, es de justicia citar a tres suplentes teóricos que fueron capaces de burlar su destino y ubicarse en la alineación ideal que se obtiene por los minutos disputados. Se trata de Vivian, Balenziaga y Lekue.

Vivian representa la gran alegría del año porque una cosa es cumplir en Segunda, pero dar el salto sin inmutarse y responder como un tipo curtido entra en el apartado de lo extraordinario. Debutó de urgencia y solo le cortó una lesión. Cuando regresó no había extraviado la compostura. En él halló Marcelino un lujo para diseñar la zaga. Y a su lado, en muchos encuentros, estuvieron dos laterales que suelen vivir en la recámara.

Que Balenziaga cumpla con creces no constituye noticia. Ya en la 2020-21 tuvo un papel relevante con casi los mismos minutos que Yuri, cuya presencia ha duplicado de agosto a mayo. Menos previsible era que Lekue, por una auténtica carambola, se colase en el once y tirase millas gracias a su eficiencia. En su caso y hasta cierto punto, el técnico fue legal, en el sentido de que le respetó hasta navidades. Después, le borró del mapa. Lo cierto es que Lekue enseñó lo que puede dar si goza de confianza.

Y cuesta ampliar la relación de jugadores que han lucido en el ejercicio recién concluido. Quizás Sancet, pero no tanto por su trayectoria, torcida por los contratiempos físicos, sino por el derroche de calidad que exhibió en días sueltos y que adquiere el formato de una promesa. El chico es especial, puede serlo de verdad, pero aún adolece de inconsistencia.

En el repaso de las aportaciones reseñables anotar que, exceptuando a Sancet, todos los mentados son gente de corte defensivo. ¿Será casualidad? Pues, no, es exactamente lo contrario: revela la descompensación del equipo, capaz en tareas de contención, con personal suficiente para armar una zaga potente, y justito en creatividad, distribución y remate. Los encargados de dar vuelo a las posesiones, impulsar la iniciativa, mover la bola, generar situaciones de gol y rematar, no se comportan a la altura de los que sostienen la estructura. Por supuesto que ambas facetas, defender y atacar, son competencia de todos, pero es evidente dónde se localizan las carencias, cuál es el origen de los problemas del Athletic.

LOS INTOCABLES

Muniain, Iñaki Williams y Berenguer figuran entre los más empleados por Marcelino. El capitán se estrena en la cima, seguido de cerca del recordman. Ni ellos dos, ni Berenguer, una sombra del que se vio en el curso precedente, han hallado pegas para acumular una barbaridad de minutos. Con más de 40 partidos por barba, el trío ha sumado 18 goles, la mitad de los firmados por los zagueros. Es el típico detalle que ahorra discusiones. Sin embargo, nada les ha excluido de la pizarra.

Hombre, hubo un momento en que la baja forma de Berenguer y el empuje de Nico Williams propiciaron una alternancia pasajera. Luego, el joven se lesionó y perdió el hilo. Los otros dos, intocables, contra viento y marea, pese a que salgan a media docena de actuaciones lucidas cada uno. Muniain, refugiado en el balón parado y el delantero, jaleado por sus desmarques. De Raúl García, que también entra en la alineación base, se diría que el oficio ya no le compensa la pérdida de pujanza. Ni se acerca a la nota que sacaba antes. Le ocurrió el año anterior. Anotar por último que Vencedor y Simón, que parecían valores consolidados y sugerentes por su edad, han protagonizado un retroceso; igual que De Marcos por otros motivos, mientras que Yuri no levantó cabeza tras su larga baja. l