Pronosticar con el Athletic es un ejercicio de riesgo salvo si se opta por escoger el empate, resultado al que está abonado. De cara a su compromiso de esta noche se juntan demasiados factores adversos como para decantarse por las tablas, una posibilidad que de antemano se daría por buena y presumiblemente, también al cabo de los noventa minutos. El Santiago Bernabéu, destino maldito donde los haya para los rojiblancos, la formidable efectividad de que hace gala el Real Madrid, líder destacado de la categoría, y las serias dificultades que muestra el equipo de Marcelino García, cuatro empates y una derrota, no invitan a confiar en un desenlace feliz. Así todo, conviene dejar un margen para la esperanza aunque sea solo por aquello de que los partidos hay que jugarlos. La sorpresa en el fútbol es un ingrediente que no suele anunciarse y acostumbra a asomar cuando menos se espera. Además, por si sirve para elevar el ánimo, conviene recordar que la mejor respuesta del Athletic se ha producido ante los conjuntos teóricamente más potentes: Barcelona, Atlético de Madrid, Villarreal o Real Sociedad.

Es natural que esta paradoja, que no es exclusiva de la temporada vigente, se valore como un síntoma negativo. Puede llegar a molestar que siendo capaz de dar la talla frente a los mejores, no lo haga frente a los modestos. Desde luego no se atiene a la lógica y sus consecuencias tienen un reflejo fatal en las aspiraciones. Qué otra lectura cabe realizar de las decepciones que ha firmado el Athletic contra Elche, Rayo, Cádiz, Levante o Granada. Hoy habrá delante un señor equipo, de modo que quizá sea el turno del Athletic sólido, duro de pelar, que en el orden físico exige al adversario un enorme esfuerzo y a veces, en el fragor de la batalla, hasta encuentra la imprescindible dosis de inspiración para rascar uno o los tres puntos.

Marcelino es de lo que confía en que el equipo brinde una versión convincente. Se declara "optimista", postura que fundamenta en una visión muy generosa de lo acontecido ante Levante y Granada. Ayer martes se atrevió a decir que de haber ganado el viernes a los andaluces, se hubiese catalogado la actuación como la mejor de este curso. Hay quien sostiene que este tipo de mensajes, de muy dudosa aceptación en la calle, están en realidad dirigidos a los jugadores, en un intento por elevar su autoestima. Quizá, pero es obvio que los acontecimientos empiezan a cuestionar tanto su gestión como el rendimiento obtenido en las catorce fechas consumidas.

dos o tres cambios

Aseguró el técnico que diseñará el once respetando el bloque de la cita anterior. Los cinco días transcurridos permiten la recuperación de los hombres y conceden una ventaja sobre el Madrid, que solo habrá gozado de tres días desde que derrotase al Sevilla, en un duelo que resolvió al final después de pasarlo mal. Entre los pocos cambios que introducirá Marcelino, uno es obligado por la sanción de Iñigo Martínez. Unai Nuñez hará pareja con Yeray Álvarez, quedando los costados para Lekue y Balenziaga. Dani García cuenta con plaza fija en la zona ancha, fue relevado a la hora de juego contra el Granada porque el marcador era el que era y porque había que protegerle de una tarjeta que le hubiese impedido viajar a Madrid, donde su concurso se estima necesario. A su lado no es descartable que figure Zarraga, a fin de no cargar en exceso a Vencedor.

En las demarcaciones ofensivas, muy raro sería que Iñaki Williams no jugase de inicio esta noche. Enfrente tendrá dos tipos potentes, pero es el típico partido donde debe lucir su mayor virtud. Tampoco llamaría la atención que su hermano pasase a la suplencia y reapareciese Berenguer tras recibir la dosis de banquillo que pedía a gritos. La salida de Nico Williams respondería al deseo de modular la participación de las piezas sin recorrido en la élite, criterio que Marcelino defiende un día sí y al otro también, consciente de que la corriente de opinión que aboga por promocionar chavales gana adeptos cada semana. De entre Sancet, Raúl García y Muniain saldrían los dos que faltan, dado que Morcillo no cuenta y para Serrano la titularidad en semejante escenario se antoja prematura.