El estreno del Athletic en la nueva liga deja un poso extraño. Las expectativas generadas por el entorno athleticzale durante la pretemporada, sobre todo en los partidos ante los rivales de mayor enjundia, se quedan en un mero espejismo visto lo visto el lunes en el Martínez Valero. El conjunto rojiblanco solo fue reconocible en la primera media hora, en la que sacó detalles interesantes, pero con el paso de los minutos se fue diluyendo como un azucarillo para desesperación colectiva. La incredulidad por el pobre juego ofrecido por los leones fue subiendo en intensidad y el punto álgido llegó con las declaraciones del propio Marcelino tras el empate sin goles firmado ante el Elche. “Hemos estado a un buen nivel y en la segunda parte tuvimos el partido controlado”, reflexionó el asturiano, que quiso defender su causa ante la sorpresa del personal, que esperaba por parte del entrenador una lectura diferente y una mínima pizca de autocrítica. Habrá que deducir que la procesión va por dentro y Marcelino se guarda para consumo interno las cosas negativas, que no fueron pocas, que proyectó su equipo en la jornada inaugural.Ese Athletic ya es obra del asturiano, que lo gestiona desde el minuto cero, un escenario distinto al que se encontró cuando recaló en el banquillo rojiblanco el pasado enero. Marcelino ha gozado de cinco semanas para intentar sacar brillo a sus ideas y sus conceptos futbolísticos. Sin embargo, apenas se notó cambio alguno respecto a la parte final del pasado ejercicio. Bueno, igual sí para el propio entrenador que en su alocución vio la botella medio llena: “Al equipo no se le puede pedir más por ambición y ganas. Estoy contento pero hubiera querido más”. Lo cierto es que el Athletic no estuvo al nivel esperado ante un rival menor, evidenció que aún está verde respecto a lo que quiere el entrenador y reiteró en los déficit conocidos, por lo que Marcelino y sus futbolistas todavía tienen a día de hoy deberes pendientes en el objetivo de mejorar en los matices que implican un mayor músculo competitivo.

Se conoce la obcecación de Marcelino en su 4-4-2, pese a que él rehuya de tal cliché. Pero los hechos le delatan. Como lo hace con su propuesta en la medular, en la que ofrece un estrechísimo margen de flexibilidad. Dani García y Unai Vencedor volvieron a repetir como sociedad en la sala de máquinas, donde se cocinan los partidos, una fórmula que ha funcionado en escasas ocasiones y solo la movió en el tramo final del duelo, sin apenas tiempo para sacar un juego más creíble. El centro del campo continúa ocasionando un quebradero de cabeza al entrenador que, para más inri, ha descartado a Unai López, el futbolista, con sus defectos, más técnico en esa posición a la espera de que Zarraga, por el que han apostado Marcelino y la dirección deportiva, dé ese salto cualitativo que detectan, aunque para ello debe contar con una mayor confianza desde el inicio. Una opción sería que formara pareja con Vencedor, si bien esta parece poco probable por ese punto de inexperiencia que quizá disuada en cierta medida al asturiano.

Marcelino insiste en la ubicación de Iñaki Williams como hombre más adelantado pese a que no es un nueve nato. Es otro de los casos que observa con lupa el aficionado. El mayor de los Williams no estuvo fino en Elche pese a sus deseos, gozó de un par de buenas ocasiones que no culminó y se equivocó en otras decisiones, al margen de enseñar algunas carencias técnicas. Quizá el plan de Marcelino no le venga como dedo al anillo al tratarse de un futbolista que necesita más espacios para hacerse valer y es en este debate donde también entra la figura de Asier Villalibre, que sí es un delantero centro. El de Gernika fue determinante en varios compromisos del curso anterior, especialmente en la final de la Supercopa, pero no le ha servido para hacerse con la titularidad. Ni la ausencia por sanción de Raúl García le ha dado la oportunidad de jugar de inicio en el Martínez Valero, donde sí lo hizo un Oihan Sancet del que se conoce que no es un llegador consagrado. El dato es contundente. Los únicos que lanzaron a lo tres palos de la meta defendida por Kiko Casilla fueron Balenziaga, De Marcos, dos laterales, y Zarraga, en el caso de este ya en la fase final del encuentro, una realidad de la que debe tomar nota el entrenador. Sin obviar, al mismo tiempo, la mala actuación de Iker Muniain, que no se siente a gusto en banda y del que se echó de menos un protagonismo mayor a la hora de asumir más responsabilidades en la toma de decisiones. El choque del sábado ante el Barça reclama otro Athletic.

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Son los minutos que acumula el Athletic sin ver puerta en liga, ya que no marcó gol alguno en las tres últimas jornadas de la anterior edición y tampoco lo ha hecho en el primer partido de la presente. Sancet es su último anotador, en el derbi ante Osasuna.

“Hemos estado a un buen nivel y en la segunda parte tuvimos el partido controlado”

Entrenador del Athletic