Son unos cuantos los jugadores que han entrado con mal pie en la temporada. La floja versión del Athletic en cinco de las seis jornadas celebradas, pues la cita con el Levante fue otro cantar, sin duda está conectada a ese cúmulo de aportaciones insuficientes que señala a hombres a los que se adjudica un gran peso específico en el equipo. Gaizka Garitano deposita en ellos una confianza que no se ve correspondida y que contrasta con las múltiples oportunidades de que gozan. Uno de los casos más llamativos sería el de Iker Muniain, quien pese a tomar parte en todos los partidos fue sustituido en las cinco ocasiones en que figuró en la alineación titular.

No se recuerda una actuación rescatable del capitán descontado el primer tiempo que hizo contra el Levante, día en que los halagos recayeron en Raúl García y Williams, y también hubo una mención para Berenguer, más que nada por la autoría de uno de los dos goles. En los demás compromisos Muniain ha pasado desapercibido, sin apenas influencia en el juego colectivo y con una incidencia casi nula en acciones que podían desembocar en gol. En suma, un comportamiento impropio en alguien que mantiene la condición de intocable.

Como se ha apuntado, no es el único que está defraudando, pero también es cierto que ninguno de los asiduos en los puestos ofensivos ha rayado a un nivel tan anodino en la totalidad de los encuentros. Los hay que han tenido una tarde feliz, por ejemplo Williams, o que han oscilado entre el suficiente y el notable en diferentes citas, como Raúl García o Morcillo. La tónica de Muniain es distinta, él no levanta cabeza aunque sigue sumando minutos. De momento aparece como el octavo más utilizado por detrás de Simón, Iñigo Martínez (ambos con pleno), Raúl García, Dani García, Capa, Unai López y Williams.

El entrenador salió en su defensa la víspera de visitar El Sadar. Le destacó por sus pases y por las llegadas desde segunda línea, además de asegurar que "le da mucha frescura al equipo en esos ratos buenos que tiene". "Nos da la vida" fue el remate de su comentario. Afirmación contundente e imposible de suscribir. Si respondiese a la realidad, probablemente el Athletic no andaría dando tumbos y el acceso al gol no sería un trámite tan problemático.

Garitano describió a un futbolista que no ha asomado aún y que con su actuación horas después contra Osasuna le volvió a dejar en mal lugar. Así todo, le mantuvo en el campo hasta casi el final del derbi, pese a que pedía a gritos el cambio desde mucho antes.

la posición

Analizando la trayectoria reciente del capitán, es decir sin meterse en profundidades, destaca que el técnico ha decidido que su posición de salida sea la banda derecha. Así ha sido en cuatro partidos, en los cuales Raúl García ocupó la media punta, según opinión extendida, la ideal para Muniain. En Granada sí estuvo en ese sitio, mientras Raúl García ejercía de ariete, pero hay que reparar en que Williams, lastrado en su preparación por el contagio del virus, fue suplente. Durante la campaña anterior, Garitano ya ubicó a Muniain en la banda derecha en una serie de encuentros y en la presente se ha repetido con mayor frecuencia.

La explicación sería que prefiere a Raúl García, más próximo al área, donde puede desplegar su repertorio rematador. La consecuencia de este reparto de roles en un esquema que nunca varía, es que Muniain sale perdiendo porque le faltan las cualidades necesarias para desbordar y ser incisivo en esa zona, aparte de que sufre en la vigilancia del lateral de turno. No es nada nuevo, puesto que estuvo años partiendo desde la banda opuesta y nunca llegó a desplegar argumentos de extremo. Ni siquiera la libertad que Garitano le concede para abandonar la banda le compensa. Su instinto le lleva a alejarse de la cal e incrustarse entre líneas, pero no acaba de meterse en los partidos. A menudo, baja para recibir y entonces carece de impacto allí donde se supone que puede realizar esas labores que el técnico resalta.