Hay frases que por derecho pasan a engrosar la sección de perlas de la hemeroteca. En el Athletic abundan las de esta categoría, auténticas ocurrencias, medias verdades y mentiras que se sueltan sin el más mínimo recato, prueba de que sus autores o no piensan antes de abrir la boca o les preocupa poco lo que piensen los receptores de las mismas. Una recopilación de las oídas en los últimos días serviría para hacerse cargo de la deriva en que se encuentra el club bilbaino. Son tantas que haría falta un suplemento. Aitor Elizegi, especialista en desconcertar al personal con su oratoria, al margen de emplear un tono agresivo y maleducado ante la prensa el otro día, contó por ejemplo cómo la ilusión prende en los aficionados camino de San Mamés cuando se enteran de que en la alineación titular están Sancet, Morcillo, Zarraga, Villalibre y Vencedor. No especificó a qué partido se refería.

Era parte de una respuesta en la que lamentó que la afición no estuviese presente en la derrota con el Cádiz, porque eso le hubiera permitido pulsar cuál es su sentir. Quizá más grave resultó que dada su esquiva actitud para aclarar cómo se gestó el caso Llorente caso Llorentese le reiterase la pregunta y dijese: “No he preguntado el proceso, sé lo que hace cada uno”. Antes deslizó: “No sé quién activa la operación” o “no es verdad que los jugadores tomasen la iniciativa”, sentencia que dejaba con el culo al aire a Rafa Alkorta,que dos días antes dijo justo lo contrario.

Alkorta no mintió en su rueda de prensa y lo pagó caro. Tuvo que aguantar el tirón ante la versión embarullada y nociva para su persona que brindó el presidente, hasta que no pudo más y se encaró con un periodista. Reacción improcedente y seguro que evitable de no mediar el cambalache de declaraciones. Lo que aún nadie ha contado es que tras la derrota con el Cádiz, un directivo y un periodista contactaron con Llorente y le trasladaron a Elizegi su deseo de venir a Bilbao. El presidente se guardó la revelación, al menos no se la dijo a Alkorta.

Fue tras el derbi de Vitoria cuando Muniain y otro capitán llamaron a Llorente y seguido a Alkorta con idéntico mensaje. Los jugadores, perdón, algunos de ellos, se han creído legitimados para hacer lo que se les ocurra. Cabe que esa soltura o desparpajo que se viene reflejando (fuera del terreno de juego) en comportamientos y declaraciones diversas (solicitud de cesión con contrato en vigor, quejas ante las críticas que reciben, posicionamientos sobre cuestiones que no son de su competencia), se haya visto fomentado por obra y gracia del distendido ambiente que se vive en Lezama.

Parece que hay futbolistas que se consideran colegas del presidente y establecen vías de complicidad con él. Será porque le ven por las instalaciones a diario, incluso utilizando el gimnasio, compartiendo cafés con diestro y siniestro. Elizegi departe a diario con todo el que se encuentra por allí, a menudo con el entrenador, mete más horas que un masajista y se traga incontables sesiones de entrenamiento. Por eso, puede suceder que un jugador “de los de peso”, como suelen catalogarle los dirigentes, se moleste cuando se le indica desde Bilbao que convendría dejar de sacarse y colgar fotitos de sus vacaciones en plena pandemia; o que los capitanes no tengan reparo en dirigirse a Elizegi para contarle que estaría bien que viniese Llorente. Tarea que no les corresponde, aunque Elizegi y Alkorta insistan en sacarles la cara, y que se supone habrá hecho muchísima ilusión a ciertos compañeros que aspiran a figurar en el ataque rojiblanco.