El Athletic y Gaizka Garitano seguirán juntos un año más. El acuerdo, que será escenificado en las próximas horas, estaba cantado y solo faltaba su plasmación en el documento correspondiente por cuanto ambas partes lo tenían claro. Aunque solo el club se había pronunciado, a través de reiterados pronunciamientos a cargo de Aitor Elizegi y de Rafa Alkorta, se presuponía que el deseo del entrenador era coincidente. Si la negociación se ha abordado ahora es porque Garitano prefería esperar a que la temporada estuviese más avanzada para sentarse a hablar. El paréntesis de la competición provocado por la pandemia no hizo sino aplazar más de lo previsto una noticia que enlaza con la comunicada el 4 de abril de 2019, fecha de la anterior renovación.

Casi catorce meses después se refuerza un vínculo profesional que hay que catalogar de muy provechoso en términos generales. El equipo ha funcionado con notable regularidad desde que Garitano tomase el mando en diciembre de 2018. La conquista de una plaza en la final de Copa pendiente pone la guinda a una trayectoria de 61 encuentros, de los casi la mitad, en concreto 29, se han saldado con victoria, mientras que los empates han sido dieciséis. Esto significa que bajo su dirección el Athletic solo pierde uno de cada cuatro partidos. El porcentaje permite vivir desahogadamente e incluso aspirar a objetivos que han sido habituales en la última década.

En declaraciones recientes Alkorta dijo que la labor desempeñada por Garitano era "impecable". Con los datos enumerados no queda mucho espacio para desarrollar una tesis discrepante. Podrán cuestionarse aspectos parciales de su gestión, pero no discutir que ha sabido establecer una pauta de comportamiento, un estilo reconocible que ha sido bien aceptado por la plantilla, lo que se traduce en resultados tangibles. Así fue desde un comienzo: relevó a Eduardo Berizzo y en tiempo récord sacó al equipo del descenso tras puntuar en seis jornadas consecutivas. Garitano renovó por primera vez con la actual directiva estando el equipo en disposición de pelear por una plaza europea. El objetivo se escurrió entre los dedos en una recta final donde se apreció cierta saturación en los jugadores, pero en el balance global prevalecieron las sensaciones positivas.

La misión de Garitano para la campaña en curso consistía en confirmar el nivel competitivo mostrado. Se calculaba que partiendo de cero, sin el lastre clasificatorio asumido un año antes, y con una planificación a su gusto, el Athletic estaría en condiciones de aspirar a colarse entre los seis o siete primeros. Lo cierto es que arrancó con brío, llegó a liderar la categoría a finales de septiembre y en las semanas posteriores se mantuvo a una distancia prudencial de la meta marcada.

El rumbo en la liga se torció ligeramente a medida que se sucedían las rondas coperas. Un calendario más denso, agravado por un par de prórrogas en enero y la insistencia en alinear a sus hombres de confianza, repercutió en el torneo de la regularidad. El equipo bajó varios peldaños, estuvo una semana por debajo del ecuador de la clasificación y en el instante en que se decretó el estado de alarma era décimo, a siete puntos del sexto y cinco puntos del séptimo. La condición de finalista de Copa favorecía una valoración generosa respecto a este retraso, más aún al conocerse el criterio de la RFEF, que prácticamente aseguraba a ambos aspirantes al título, Real y Athletic, la participación en siguiente edición de la Europa League. Pero al poco tiempo, la UEFA enmendaba la plana a Luis Rubiales a cambio de transigir con que la final vasca se celebrase con público. Ante la imposibilidad de establecer una fecha para dicho evento previa a la finalización del año natural, el Athletic se abocaba a buscar su acceso a la Europa League en las once jornadas que van a tener lugar en el período comprendido entre mediados de junio y finales de julio.

De modo que Garitano aún posee margen para redondear su primer año completo al frente del Athletic con un logro que se antoja crucial para la entidad desde el prisma económico al menos. Y al fondo, suspendida en el horizonte, la final de Copa, de momento su gran conquista.