SEVILLA: Vaclík; Jesús Navas, Carriço (Min. 46, Escudero), Diego Carlos, Koundé; Jordán, Fernando, Banega; Ocampos, Munir (min. 82, Franco Vázquez), Óliver Torres (Min. 46, De Jong).

ATHLETIC: Unai Simón; Capa, Yeray, Unai Núñez, Íñigo Martínez, Yuri; Raúl García, Dani García, Mikel Vesga; Williams (Min. 73, Unai López), Kodro (Min. 70, Villalibre).

Goles: 0-1: Min. 15; Capa. 1-1: Min. 60; Unai Núñez, en propia meta.

Árbitro: José Luis González González (C. Castellanoleonés). Expulsó con roja directa al segundo entrenador del Sevilla, Pablo Sanz (Min. 77), por protestar. Además, amonestó a los locales Carriço y Ocampos, y a los visitantes Capa, Unai López, Unai Núñez e Íñigo Martínez.

Incidencias: Partido de la decimonovena jornada de LaLiga Santander, disputado en el Ramón Sánchez Pizjuán ante 37.972 espectadores. Césped en buen estado. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento del exconsejero sevillista José Manuel Gamboa Segura.

Más que vivo, el Athletic sale reforzado de la doble salida a estadios tan duros como el Santiago Bernabéu y el Sánchez Pizjuán, donde anoche puso otra muesca con un nuevo empate, tan sufrido como el de la jornada anterior. Gaizka Garitano dormirá a pierna suelta después de haber resuelto favorablemente dos salidas habitualmente malditas y comprobado la utilidad del plan diseñado especialmente para ambas, a partir de una defensa con tres centrales. El encuentro tuvo dos partes muy diferenciadas, notable la primera y bastante discreta la segunda, pero en el cómputo global el rendimiento colectivo permitió mantener a raya a un Sevilla que contó con varias opciones claras para lograr el triunfo.

Se presentó el Athletic con el mismo molde, la única variación de Capa en el puesto de Lekue y las mismas consignas. La principal ahogar la salida del rival en su propio campo, algo que hizo a conciencia y con excelentes resultados. El conjunto de Julen Lopetegui no supo cómo evitar la pegajosidad de unos jugadores que no tuvieron el más mínimo reparo en presionar muy arriba y que encima actuaron con la tranquilidad que otorga tomar la delantera en el marcador. El gol de Capa se dejó sentir en el ánimo de los andaluces, que acumulan varias decepciones como anfitriones y veían cómo transcurrían los minutos sin posibilidad alguna de desplegar sus argumentos. Resulta difícil poner pegas al funcionamiento de los rojiblancos hasta el descanso, al menos en la contención, que fue sin disimulos su prioridad, antes y después del acierto del lateral, quien aprovechó un despiste en una falta botada por Iñigo desde terreno propio para penetrar en el área y cruzar con el exterior. Le salió un remate sin excesiva fuerza ni dirección, pero Vaclik no vio la pelota hasta que estuvo a su altura, tapado por Diego Carlos. No volvió a asomar el Athletic en zona de remate, aunque el balance en ataque del Sevilla tampoco fue mejor. Un pase de la muerte a cargo de Ocampos, el más incisivo de los suyos, tapado por Simón y un lanzamiento de córner directo de Banega que repelió el larguero en un exceso de confianza del portero, son el reflejo de la impotencia en que estuvo sumido el anfitrión, incapaz de superar el entramado dispuesto por Garitano.

el sevilla se transforma Lo que vino después fue otra historia. Lopetegui maniobró con acierto: un doble cambio para contar con una referencia en punta, De Jong, un auténtico lateral zurdo, Escudero, y emulando al Athletic, tres centrales para que Escudero y, sobre todo, Navas se proyectasen ofensivamente. No hubo réplica por parte de Garitano, nada tocó. La cosa es que el Sevilla empezó a carburar y se transformó en otro equipo. Pudo empatar nada más arrancar la reanudación, lo evitó Yeray sobre la línea de gol con Simón batido en su salida por Munir. Esa acción espoleó más si cabe a un grupo que necesitaba reactivarse.

No volvió a verse al Athletic mordiendo más allá de la divisoria. Su cesión de metros fue manifiesta y a ratos peligrosa. La pelota corría entre las botas locales, algo que no sucedió previamente con los Banega, Oliver, Navas o Munir absolutamente apagados. Era una versión más acorde al potencial del Sevilla, ante la que el Athletic opuso corazón y sudor. El empate se hizo esperar un cuarto de hora, pero estaba cantado que llegaría. La suerte no suele ser ilimitada. Frente al Madrid ya se consumió una cuota considerable y ayer, aunque durante un rato se pudo pensar lo contrario, el cántaro acabó rompiéndose. A la oportunidad de Munir siguió otra igual de nítida, un remate a bocajarro que De Jong estrelló en el poste con Simón vendido. Tan vendido como cuando Ocampos apuró la enésima internada y su centro lo desvió Núñez a la red. De no intervenir el central, De Jong solo hubiera tenido que empujar.

Perseveró el Sevilla alentado por su gente y por un rival impotente para sacudirse un dominio incesante. Cierto es que poco antes del empate Kodro batió a Vaclik en una contra de Williams, pero estaba en posición ilegal; así como que Dani García, en la única jugada trenzada del segundo acto dispuso de un remate limpio en la frontal que se le marchó alto, pero la inercia hasta la conclusión obligó a los de Garitano a emplearse a fondo para proteger a Simón. No les dio para más.

Villalibre y Unai López poco pudieron aportar tal cual era la disposición del bloque. El técnico no estimó oportuno gastar el tercer relevo y la tripulación se centró en achicar agua como fuese. El Sevilla fue acusando el desgaste y apenas generó un par de sustos más en la media hora final, aunque hubo bastantes situaciones muy tensas en el área, en especial como consecuencia de la sucesión de lances a balón parado. La nave quedó a flote y el Pizjuán se llevó un mosqueo curioso. Está mal acostumbrado con el Athletic.