bilbao. Será el propio partido el que quite o dé razones, pero de antemano no parece que el derbi de Anoeta llegue en mal momento, puesto que el Athletic acaba de realizar el partido más serio de cuantos ha disputado en Liga. Ante el Málaga mejoró de forma notable en facetas del juego que previamente le habían dejado en evidencia y le costaron disgustos gordos, se constató un avance en ese empeño por recuperar o acercarse al nivel de la pasada temporada. Se da además la circunstancia que con la última, ya son tres las jornadas que el equipo enlaza sin derrota y en dos de ellas sin recibir gol. En fin, que empieza a emerger un Athletic más reconocible y en la confianza de que se esté asistiendo a un proceso de crecimiento paulatino, resulta que toca cursar visita al campo donde hace exactamente un año tuvo lugar el despegue del proyecto de Marcelo Bielsa.
El 2 de octubre de 2011, el Athletic recorrió la autopista con destino a Donostia ostentando la condición de penúltimo de la tabla. Afrontaba la sexta cita del campeonato agobiado, bastante más que ahora no en vano tenía tres puntos menos en su casillero. Su situación era la opuesta a la del también incipiente proyecto de Philippe Montainer, que por aquel entonces sacaba pecho gracias a un bonito mes de septiembre y amenazaba con hundir irremisiblemente a los rojiblancos, que acudían solo tres días después de haberse cruzado con el Paris Saint-Germain. La victoria sobre los galos, por tratarse de otra competición y porque podía pasar su factura en el plano físico, no invitaba a elevar el porcentaje de opciones de éxito del Athletic, pero sí es cierto que había otras referencias a las que agarrarse, quizás no lo sólidas que la coyuntura hubiese requerido para alegrar el ánimo, pero que con el tiempo se demostró que poseían su enjundia.
En concreto, se trataba de los dos encuentros de Liga previos a la visita al vecino. Casualmente, el primero de ellos fue contra el Málaga. Se perdió por la mínima en La Rosaleda, fue determinante un golpe franco de Cazorla, recurso del que se valieron los andaluces para desatascar una contienda que discurrió siempre equilibrada gracias a que el Athletic dio síntomas de una mayor consistencia, vendió muy cara su piel, aunque continuaba vistiendo el traje de perdedor. Un poco en la línea de la historia vivida este domingo en La Catedral, los jugadores tiraron de firmeza, concentración, intensidad y disciplina táctica para tutear a un rival más hecho e inspirado. Sin pausa tocó recibir al Villarreal en San Mamés, todavía un conjunto con fundadas aspiraciones a plaza continental, y después de mucho bregar el Athletic sacó un punto que no le sacaba del agujero, pero todo lo que no fuera perder.... Los de Bielsa volvieron a dar una imagen de conjunto serio y generoso que, sin embargo, no terminaba de compensar los defectos en la construcción del juego y unos déficits evidentes en profundidad y pegada.
En este contexto, tocó jugar en Anoeta, donde no se levantó el pie del acelerador, el equipo perseveró, fue laborioso, constante en el esfuerzo. Nunca se había visto presionar así a los rojiblancos fuera de casa, todos a una y muy arriba, empezando por Muniain y Llorente, que corrían detrás de los rivales como si fueran marcadores vocacionales. Todos se implicaron en tareas sin balón y el ariete plasmó el buen hacer colectivo con un gol en cada tiempo. Empezaba a percibirse con cierta nitidez también qué es lo que quería Bielsa que se hiciese con las posesiones.
La Real apenas se acercó a Iraizoz, su gol vino en un tiro desde medio campo de Iñigo Martínez. Con una alineación descaradamente ofensiva (Javi Martínez de central, Muniain y De Marcos como interiores y tres delanteros: Susaeta, Llorente y Gabilondo), el Athletic se convenció de que la locura de su entrenador era válida si se llevaba hasta sus últimas consecuencias. Quedaba un amplio margen de mejora que abordar, pero el asunto tenía otra pinta a los ojos, no ya de la plantilla, sino de la afición. Después del derbi, el Athletic llegaron ocho partidos consecutivos sin derrota y algunas actuaciones memorables ante el Barcelona o el Sevilla.
La tendencia que alumbró el derbi de Anoeta permitió dar un salto en la clasificación y el afianzamiento en Europa. En adelante el signo de la campaña fue de lo más sugerente. Esta semana los jugadores pueden reflexionar y hasta recrearse en una experiencia a repetir. Las sensaciones que dejó el reparto de puntos con el Málaga se antojan un buen augurio y algo más de cara a esta nueva visita a la capital guipuzcoana. Después de unas cuantas semanas compitiendo se van subsanando errores y desajustes, se va adquiriendo seguridad y confianza. Quizás, como hace doce meses, la visita a la Real Sociedad establezca un antes y un después en la temporada.