El año 2021 ha estado marcado por una mayor demanda de vacunas anticovid de la que podían atender las farmacéuticas, pero estas esperan que en enero de 2022 haya suficientes dosis para toda la población adulta global, aunque habría que esperar a junio para que estén plenamente disponibles. Es la previsión lanzada ayer martes por la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas (Ifpma), principal del sector, apoyándose en modelos de la firma Airfinity, según los cuales este mes se han producido 7.500 millones de dosis, habrá 12.000 millones a finales de año y 24.000 millones a mediados de 2022.

"En enero de 2022 habrá vacunas suficientes para todos los adultos de todos los continentes", anticipó la federación, aunque señaló que será necesaria una redistribución en la que las firmas del sector ya se han comprometido a colaborar. Tras un comienzo de 2021 complicado en el que hubo muchos problemas de distribución, actualmente se producen unas 1.500 millones de dosis mensuales, algo que según las farmacéuticas se ha conseguido gracias a incrementos de producción, mejoras en la cadena de suministro y acuerdos voluntarios de transferencia de tecnología.

Rasmus Bech Hansen, responsable de Airfinity, subrayó que el fuerte aumento proyectado descansa especialmente en el crecimiento de la producción de las vacunas chinas (principalmente Sinopharm y Sinovac), que admitió "es inesperado" y presenta desafíos por las dudas respecto a la eficacia de estas vacunas. Sin embargo, otras firmas como Pfizer, que junto a BioNTech elabora una de las primeras vacunas desarrolladas contra el covid-19, también ha conseguido aumentar su producción y de las 1.300 millones de dosis que esperaba fabricar en 2021 ha pasado a anticipar 3.000 millones.

"Nos ha costado muchas noches sin dormir y el esfuerzo denodado de miles de personas", resumió el consejero delegado de Pfizer Albert Bourla, quien recordó que antes de la pandemia su firma apenas producía 200 millones de dosis de vacunas anuales contra otras enfermedades. "Desde el primer día nuestros equipos estuvieron guiados por una sola misión: contribuir a los esfuerzos globales contra la pandemia", añadió la consejera delegada de la farmacéutica Merck, la española Belén Garijo.

A medida que se reducen los cuellos de botella en la producción, Ifpma señala que la prioridad empieza a ser una mejor redistribución de las vacunas en el planeta, para evitar que el coronavirus pueda seguir expandiéndose en países con bajas tasas de vacunación y generar con ello variantes más contagiosas o letales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte desde hace meses de que un 80% de las vacunas anticovid se están administrando en países de ingresos medios y altos, y se ha fijado para este mes lograr que al menos un 10% de la población en los países más pobres esté vacunado (la media mundial es del 30%).

A este respecto, el consejero delegado de Pfizer aseguró que su compañía ofrece la vacuna anticovid a tres precios distintos dependiendo del nivel económico de cada país. "En los de mayores ingresos el precio es similar al de una comida, mientras que en los de ingresos medios se reduce a la mitad y en los de ingresos bajos se ofrece a precio de coste", explicó.

La OMS pide desde hace semanas que los países más avanzados en la vacunación no consideren todavía administrar dosis de refuerzo a sus poblaciones, para que así haya más disponibilidad en grupos de riesgo de naciones en desarrollo, aunque Ifpma señaló que ambos objetivos pueden no ser excluyentes. El estudio de Airfinity defiende que incluso si los países más avanzados en sus campañas aprueban administrar una dosis de refuerzo, habrá 1.200 millones de dosis disponibles para su redistribución a economías en desarrollo.

Otros apuntes

Sin necesidad de frío. Científicos de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) han desarrollado unas candidatas a vacunas contra el covid-19 que no necesitan nevera por lo que, si al final son seguras y eficaces para las personas, supondrán un giro en la distribución mundial, especialmente en zonas rurales o en los lugares con pocos recursos. Estas vacunas todavía están en la fase inicial de desarrollo pero, en pruebas con ratones, ya han demostrado una elevada respuesta inmune.

A gran escala. Una de las vacunas está hecha a partir de un virus vegetal, el virus del mosaico del caupí, y la otra, a partir de un virus bacteriano, o bacteriófago, llamado Q beta. Entre las ventajas de usar virus vegetales y bacteriófagos, los investigadores recuerdan que son fáciles y baratos de producir a gran escala porque cultivar plantas es fácil y no requiere una infraestructura demasiado sofisticada.