En cuanto terminan el voluntariado, suben al albergue a comer y por la tarde hacen todo tipo de actividades. Miguel Solana, de Cádiz, recuerda que el fin de semana pasado hicieron una ruta costera por Euskadi que culminó en Donostia. Además, destaca la visita a Sopuerta Abentura donde todos disfrutaron de las tirolinas y algunos miembros del grupo llegaron a completar incluso los niveles más altos.

Una actividad más local fue una competición de deportes tradicionales vascos. “Levantamos rocas e hicimos carreras llevando botijos muy pesados. La verdad es que en este campamento hay mucha gente que parece demasiado vasca como para no serlo”, cuenta el gaditano.

“Ayer por la tarde se dividieron en grupos e hicieron platos típicos de la comunidad de la que venían. Fue muy divertido y la verdad es que quedaron bastante bien. Hay muchos que lo hicieron bastante mejor de lo que esperábamos”, bromea Nagore Espín, una de las coordinadoras del programa. “Los de Cádiz, por ejemplo, hicieron unas torrijas. Mañana volveremos a hacerlo con los dos grupos que quedan”.