“Codeca -explica Leiria Vay- es el movimiento social más grande Guatemala, tiene presencia en todo el país. Nosotros luchamos por los derechos humanos, por los derechos colectivos de los pueblos indígenas y por la Madre Tierra como sujeto de derechos. Yo estoy acá para hacer denuncias, visibilizar nuestras luchas y para conocer otras organizaciones y establecer alianzas”.

¿El trabajo que realiza en Guatemala ha quedado en suspenso mientras está aquí?

—Que yo esté acá no significa que el movimiento esté parado, sigue. De hecho tienen movilizaciones todos estos días. Yo vine con tres objetivos: uno es denunciar la represión que sufre el movimiento Codeca, porque han asesinado a 20 compañeros en los últimos dos años, y también la represión personal, ya que he sido víctima de una serie de amenazas. El segundo objetivo es visibilizar las luchas de Codeca y el tercero, buscar y articular alianzas, porque al ser un movimiento que está solo, aunque en Guatemala es muy fuerte, sufre más el impacto de la represión.

¿Su organización está muy perseguida?

—Codeca es el movimiento social más atacado y perseguido. Como también defendemos los derechos de la Madre Tierra y eso suscita mucho interés económico, vivimos toda una escalada de represión contra el movimiento que ha llevado a los asesinatos. Hay compañeras y compañeros encarcelados, con procesos penales abiertos, hay una campaña de difamación y estigmatización en los medios de comunicación. El sistema de Justicia responde únicamente para criminalizar más a Codeca atendiendo a los intereses económicos de las trasnacionales. Hay una fiscalía especial que se dedica a perseguir a Codeca, hasta el punto de que el cien por cien de sus casos son contra dirigentes del movimiento.

Dentro de las causas y reivindicaciones que defiende, ¿cuál pondría en primer lugar?

—Para mí personalmente lo más relevante es la vida, pero eso lo incluye todo porque no podemos hablar de vida si no hablamos de los derechos de los pueblos indígenas o de la Madre Tierra. A mí me parece fundamental hablar de este tema porque muchas veces uno se queda con el discurso oficial que dice que en países como Guatemala se respetan los derechos humanos y, sin embargo, cuando conocemos la realidad se evidencia que lo que no se respeta es la vida. Puede que haya derechos humanos, pero a nosotros, a los pueblos indígenas, a los sectores históricamente excluidos, a veces nos hacen ver como si no fuéramos ni siquiera humanos.

¿Es factible desarrollar su lucha por los derechos humanos y de la tierra y al mismo tiempo protegerse de las amenazas?

—Hasta antes de venir acá en Codeca estábamos centrados en nuestra lucha, que es defender los derechos humanos y la Madre Tierra e impulsar cambios estructurales, porque creemos que en Guatemala estamos así porque vivimos sin Estado y sin derechos. Las vacas, los animales tienen más derechos que las personas, ellos tienen agua y alimentación aseguradas, pero las personas no. Esa es una de las reflexiones del movimiento Codeca, y ¿qué hacemos ante eso? Pues seguimos luchando. Estamos impulsando la asamblea constituyente en la defensa de la Madre Tierra como sujeto de derecho. Y la lucha no es para defendernos a nosotros, aunque implica también proteger nuestras vidas, nos hemos organizado para defender nuestros derechos a pesar de todo, porque si nos dedicáramos a decir que estamos perseguidos y a huir, en Guatemala las cosas seguirán igual.

¿Está mentalizada para volver a su país?

—Yo estaré el tiempo que da el programa para cumplir esos tres objetivos de denunciar la represión, visibilizar nuestras luchas y generar alianzas y coordinación. Pero la idea es volver al territorio y seguir impulsando y fortaleciendo el movimiento, la lucha, las resistencias comunitarias, porque salir corriendo y estar fuera no sirve, ya que de esa forma las cosas van a seguir mal. La idea es volver al territorio, estar allá y seguir empujando los procesos de transformación estructurales.

¿El interés actual por la sostenibilidad y el ecologismo facilita su labor a favor de la Madre Tierra?

—Una no puede decir yo defiendo los derechos humanos pero no me importa el medio ambiente o decir soy ambientalista y que no te preocupen las personas. Todo está relacionado, no podemos hablar de una cosa sin que implique lo otro. Pero nuestra defensa de la Madre Tierra no es porque seamos ecologistas, sino que es simplemente una cuestión de vida: o la defendemos y protegemos o simplemente no habrá planeta. Nosotros ahora, en el presente, podemos seguir viviendo, pero las nuevas generaciones no podrán. Defender la vida, defender la Madre Tierra es defender los derechos de las personas.

Usted lideró una investigación sobre condiciones laborales de trabajadores agrícolas que desveló una fuerte explotación y condiciones de semi esclavitud, ¿esas denuncias se tradujeron en regulaciones o medidas?

—La investigación nivel nacional evidenció que en Guatemala cada vez hay más sobreexplotación laboral, que no se cumple el código de trabajo, no se respetan los derechos; mostró el trabajo invisibilizado de mujeres y niños que deben ayudar en las tareas agrícolas en lugar de ir a la escuela. Eso se documentó y se denunció, lo que pasa es que el poder económico tiene el control del Gobierno y del Estado. ¿Qué pasó cuando hicimos la denuncia? Lo que ocurrió en primer lugar fue que todos los voluntarios del equipo de investigadores tuvieron algún tipo de amenaza y dos de ellos fueron asesinados, los degollaron en sus casas frente a sus familias. La denuncia se tradujo en mayor represión hacia el movimiento Codeca. Nos dimos cuenta de que cuando investigamos y denunciamos nos criminalizan, persiguen e, incluso, asesinan. Esa es la respuesta estatal.

¿Tiene miedo?

—El miedo es algo que también nos han robado.

“Nuestra defensa de la Madre Tierra no es porque seamos ecologistas, es una cuestión de vida”

“Cuando denunciamos nos criminalizan, persiguen e, incluso, asesinan. Esa es la respuesta estatal”