No. Las mujeres no estamos en venta, es el eslogan que acompaña al cómic Amelia, historia de una lucha, que refleja la dualidad de su vida. En la portada se ve por un lado la mitad de su rostro con una expresión triste, mientras le acompaña de fondo un prostíbulo, y la otra parte enseña una expresión diferente que refleja su lucha con una marcha feminista a sus espaldas.

En este proyecto llevado a cabo con Alicia Palmer como guionista, Roberto García Peñuelas como dibujante y Nuria Coronado como documentalista, Amelia deja claro que no solo habla de una lucha personal desde una postura crítica, sino que habla de una lucha política. “Yo cuando cuento mi historia no lo hago sin interpelar, sin proponer cosas. El cómic va en la misma línea”.

Con este lenguaje de imágenes se busca acercar a los adolescentes a la realidad de la prostitución y la trata de personas con fines de explotación sexual desde otra perspectiva. Las historias contadas son testimonios divididos en ocho capítulos donde habla de todo aquello que influye directamente en esta práctica de esclavitud sexual.

El prostíbulo, la captación, los perfiles de los puteros, los proxenetas, la pornografía, la libertad, el activismo, páginas extras -que contiene biografías de mujeres referentes en la historia del abolicionismo- y el capítulo Nosotras, que hace hincapié en que la materia prima de esta industria son las mujeres, jóvenes migradas, vulnerables y desarraigadas.

“El porno no tiene otro fin que convertirnos en objetos sexuales y mercancía. Hemos permitido que la pornografía se convierta en la educación sexoafectiva de las generaciones más jóvenes”, comenta Amelia. A pesar de lo sencillo que resulta pensar en lo fácil que es ganar dinero tras colgar vídeos o fotografías eróticas en webs, los peligros que esconden van más allá de un simple desnudo. Ahora mismo existe el problema de las redes sociales como Instagram, TikTok, y Only fans, que, según Amelia “llevan a las adolescentes a exponer su cuerpo y su intimidad. No solo es dañino, sino que es desempoderador, esto es algo muy peligroso”.

La pornografía estimula la fantasía de los hombres y la prostitución es el lugar donde experimentarla. Por ello, Amelia insiste en “lo necesario que es incidir en la sensibilización de este problema”.

Amelia se queda muy sorprendida cuando va a los institutos y las adolescentes le dicen que “hacer contenido pornográfico no hace daño porque no hay nadie que te toque”. Es en ese momento cuando ella les explica que “psicológicamente el daño es el mismo, porque te convierten en una cosa y cuando dejas de ser vista o aplaudida, simplemente te desechan”. Hay que entender que abolir la prostitución no es sinónimo de erradicar la prostitución, sino deslegitimarla desde todos los puntos de vista.

El 9 de septiembre sale a preventa su primer libro, La revuelta de las putas En 200 páginas, mezcla su experiencia personal con un análisis teórico político para ofrecer una solución.