Para demostrarlo, como un paradigma de mujer, ciencia y felicidad, está Harriet Kumi, una joven física de 27 años que, desde octubre, cursa un máster de Nanociencia en el Centro de Física de Materiales (CFM) de la UPV/EHU, en Donostia. Además de las clases de mecánica cuántica, materiales 2D, física experimental, fundamentos de nanociencia e introducción a la microscopía, Kumi también realiza investigaciones en el laboratorio de fotónica cuántica.

El máster de Nanociencia en el que Kumi busca su especialización abarca "todas las perspectivas", de lo teórico a lo experimental. Según la investigadora, es una disciplina que implica "moverse" en la escala nano y trabajar, no solo de manera teórica o en el diseño de materiales, sino también "calcular diferentes interacciones y conocer la estructura de la propia materia". En esta fase de conocimiento y familiarización de materiales, Kumi acudirá a clases hasta junio, cuando empezará a desarrollar su proyecto práctico enfocado en la fotónica cuántica y que tiene previsto finalizarlo en septiembre de 2021.

Las mujeres africanas como Kumi rompen con muchos estereotipos. El primero, y tal vez uno de los más importantes, es que su origen no le ha privado de formarse en una carrera científica. Tampoco le ha impedido mirar hacia otros horizontes y ampliar sus conocimientos. En Kumasi, su ciudad natal en Ghana, estudió Física Médica -una rama de la Física Aplicada- en la Universidad Kwame Nkrumah de Ciencia y Tecnología. Tenía "muy clara" su intensión de cursar el máster que ofrece el centro, atraída por el "carácter experimental" de su programa de investigación.

El caso de Kumi y el de otras científicas africanas que también se han especializado en la institución vasca, se enmarca en el programa de becas Learn Africa, impulsado por la Fundación Mujeres por África, en el que, además, toman parte el Centro de Física de Materiales (CFM), desde hace dos años, y el Donostia International Physics Center (DIPC). La convocatoria se abre todos los años y va dirigida a mujeres con nacionalidad de algún país africano.

La duración de las becas está marcada por el tiempo en el que las investigadoras desarrollan su estudios de máster y doctorado. Kumi, por su parte, se siente "extremadamente feliz" de vivir esta experiencia y de continuar con su formación. En Kumasi, explica, para una mujer es "muy difícil" compaginar unos estudios superiores con un hogar. El avance conseguido en su país ha sido "prolongar" la preparación hasta la universidad, pero después, la presión social y familiar del entorno, las empuja a "volver a casa, formar una familia y dejar de lado sus sueños".

En la universidad de Ghana, donde Kumi se licenció, a pesar de que son muchas las mujeres que cursan carreras científicas, sin la ayuda de la beca "no hubiera podido venir" a cursar el máster a Donostia. El compromiso de las entidades es crucial en este punto y tanto el CFM como el DIPC colaboran con el programa Learn Africa. Además de ofertar las plazas, los centros se comprometen a cubrir todos los gastos del traslado y estancia de las investigadoras.

Pese a estas iniciativas, el número de investigadoras en el campo de la Física continúa siendo reducido. Así lo demuestran, por ejemplo, los datos del propio CFM, que reflejan que solo un 24% del personal de investigación permanente corresponde a mujeres. Algo superior es el porcentaje de alumnas de pre y posdoctorado, que en ambos casos representan el 30% de la comunidad científica del centro.

No se trata de una realidad que se produzca en países de África, ocurre aquí mismo. Según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la proporción de mujeres es baja según se asciende en la carrera científica, una tendencia común en toda la Unión Europea. Las investigadoras del CSIC ocupan el 35% del personal, frente al 65% de hombres.

Olatz Leis, directora financiera y de gestión de proyectos del DICP, señala que la falta de vocación científica en las mujeres no es un problema generacional que se solucione con el paso del tiempo. La inclinación por carreras científicas se origina "mucho antes", añade, y se debería "potenciar" que las niñas y jóvenes se orienten a estos estudios desde un principio.

Elixabet Sarasketa, responsable de I+D+i y transferencia de proyectos del CFM, puntualiza en los objetivos de "dar oportunidades a la mujer africana y romper con el estereotipo oficial del género científico: hombre y blanco". Una visión que ambos centros aplican en sus respectivos planes de género para "normalizar que existen otras figuras" en el terreno científico.

También coinciden en la necesidad de crear medidas que garanticen el acceso de mujeres a estas carreras y la igualdad de oportunidades. Kumi, por ejemplo, conoció las becas por otra científica de su red de contactos y en agradecimiento ahora es "embajadora", para contar su experiencia y animar a otras jóvenes.