Bilbao - “Los arrantzales -señalaba hace años un experto en seguridad- no trabajan nunca tranquilos. Trabajan seguros, pero no tranquilos”. Se refería a los tripulantes de los grandes buques pesqueros que faenan en zonas conflictivas y en las que hay presencia de bandas piratas. Y es que, aunque se han reducido los ataques, la amenaza de los piratas siempre está presente para los arrantzales en aguas del Índico, el lugar en el que hace diez años tuvo lugar el secuestro del Alakrana.

El pasado día 3, al cumplirse el décimo aniversario de una fecha que no olvidarán, desde Echebastar, la empresa armadora del Alakrana, se publicaba un tuit muy significativo: “10 años después del secuestro de Alakrana, seguimos escuchando voces que tergiversan el relato. Solo queremos decir algo: Alakrana significa mucho para nosotros. Son momentos imborrables. Son recuerdos que nos impulsan. La vida es y será nuestra. La vida es y será #Alakrana”.

El recuerdo de aquella jornada y de los 47 días que le siguieron es, sin duda, imborrable, pero sus protagonistas, las personas y la empresa, han seguido adelante. Además, la situación ha mejorado bastante y el número de ataques de piratas, la inseguridad en el área, en general, han descendido. Los buques, fundamentalmente atuneros congeladores y flota de apoyo, siguen con seguridad privada a bordo y en ellos se extreman las medidas de precaución, lo que junto a la presencia de la Fuerza Naval de la UE (Eunavfor) -encargada de la operación Atalanta-, hacen que fracasen incluso algunos intentos de abordaje mejor organizados que el de hace diez años. En los primeros meses de 2019, sin embargo, se revivió el temor que imperaba entre las flotas pesqueras del océano Índico y las Islas Seychelles al sufrir una serie de ataques por parte de grupos armados que operan desde la costa de Somalia.

47 días El Alakrana, con base en Bermeo, fue secuestrado en la madrugada del 2 de octubre de 2009 por piratas somalíes que retuvieron durante 47 días a sus 36 tripulantes, varios de ellos de los municipios vascos de Bermeo, Mundaka, Ondarroa, Santurtzi y Erandio. Dos piratas fueron capturados cuando abandonaban el barco en un esquife y la Audiencia Nacional española les juzgó e impuso una pena de 439 años de cárcel por asociación ilícita, robo con violencia y uso de armas, que fue finalmente rebajada a 403 años por el Tribunal Supremo.

En la sentencia, la Audiencia Nacional aseguró que “sin duda alguna” fue el Gobierno español, y no la empresa armadora, el que pagó el rescate para la liberación del atunero, extremo que negó en su día la ministra socialista Trinidad Jiménez al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores.

El secuestro del Alakrana, que se prolongó 47 interminables días y angustió a decenas de familias, a las instituciones y a diversas poblaciones de Euskadi, supuso un punto de inflexión en la adopción de medidas de seguridad en los buques. La presencia de miembros de compañías de seguridad privada con armamento y estrategias para repeler los ataques piratas han evitado que se repitan aquellas circunstancias.

Esta semana, desde el Estado Mayor de la Defensa señalaban a Efeagro que la piratería en las aguas de Somalia “se ha erradicado” en la última década, pero “no conviene bajar la guardia porque sigue latente”; de 2009 a 2011, eran pirateados cada año en torno a 50 barcos, unas cifras que han descendido “a prácticamente cero”. Según subrayaba la misma fuente, conseguir llevar ante la Justicia a estos piratas “es uno de los éxitos de la misión europea”, porque la UE ha alcanzado acuerdos con países de la región para que los piratas capturados puedan sean juzgados.