Donostia - La condena a Pablo Ibar a cadena perpetua ha generado el lógico alivio en su entorno, una alivio que, según señaló Andrés Krakenberger, portavoz de la Asociación contra la Pena de Muerte de Pablo Ibar, no debe hacer olvidar a nadie que la injusticia que se está cometiendo con Ibar sigue viva.

“Aunque el alivio es una reacción muy humana, espero que no nos relajemos y no nos desmovilicemos”, manifestó. No hay que olvidar que aunque se ha logrado librar a Pablo de una condena a muerte, “pasamos de una situación de enorme injusticia, con un inocente en el corredor de la muerte, a otra enorme injusticia, con un inocente condenado a cadena perpetua”.

Krakenberger cree que el recurso interpuesto por la familia prosperará y que se logre el objetivo de ver a Pablo fuera de la cárcel. “Esperamos que se pueda repetir el juicio. Incluso en ese caso, como hay un jurado que se ha pronunciado contra la pena de muerte -lo que según las leyes de Florida impide que la fiscalía pueda volver a pedirla-, lo más que podrá solicitar es otra condena a cadena perpetua”.

Conseguir esta repetición requiere un proceso que podría demorarse entono a seis años, a los que habría que sumar dos del juicio. Ocho para que, en el mejor de los casos, Pablo Ibar vuelva a salir libre. En este proceso, insiste Krakenberger, la familia requiere apoyo y ayuda financiera ya que, subraya, la primera apelación tuvo un coste próximo a los 300.000 dólares, un importe “que una familia de clase media, media-baja no puede asumir sin respaldo”.

En la jornada del miércoles, antes de que el jurado emitiera su sentencia, tanto Pablo Ibar como su familia vivieron momentos de gran nerviosismo. Según explica Krakenberger, cuando llegó el alguacil “a cantar el resultado de la deliberación del jurado iba diciendo cosas que inicialmente daban a entender que le iban a condenar a muerte de nuevo”.

En ese momento, según le consta, Pablo Ibar “se puso muy tenso” y su esposa Tanya “se echó a llorar” temiéndose lo peor. “Varios periodistas estuvieron allí y fueron testigos de lo que pasó”, describe.

Finalmente, “afortunadamente no fue así y eso derivó en una explosión de alivio aunque no de alegría para la familia”. Pese a que alivio y alegría puedan parecerse, apostilló, “no son lo mismo”.

Un largo camino Queda por delante un largo camino, un camino que podría prolongarse por ocho años, un camino largo que la familia afronta con la voluntad de ganar la batalla final.

Lo aseguraba ayer a este periódico Cándido Ibar, padre de Pablo. “Es el primer paso, porque hasta ahora en este juzgado nunca habíamos ganado nada y ha sido el primer paso. Nos ha costado, pero hemos ganado”.

Según Cándido Ibar es esta “una buena forma de empezar a avanzar hacia el futuro”. “No hemos hecho más que empezar. Se ha acabado la primera parte y solo hemos empezado la segunda, aunque esta vez empezamos sin pena de muerte, que ya es mucho para nosotros”. El padre de Pablo reconoce que los últimos meses han sido especialmente duros para la familia y el propio Pablo “que ha estado muy bajo”. Ayer a la mañana su padre consiguió a hablar telefónicamente con él y, “por fin”, le notó “positivo mirando al futuro”.

“Llevábamos tres meses en los que él había bajado mucho, no tenía ganas de nada, ni esperanza”, explica Cándido Ibar. La sentencia del miércoles “le ha dado impulso para encarar lo que queda por delante con ánimo de conseguir algo positivo”.

“Indiscutiblemente” la familia ha reforzado su voluntad de luchar en un proceso largo en el que “se ha dado un paso positivo” pero inicial. “Saber que no pueden volver a pedir pena de muerte es importante para él y para la familia”, subraya un hombre que lo tiene claro: “Queda mucho qué hacer, pero hay que seguir”. “Va a ser una lucha larga pero la anterior también ha sido una lucha larga y allí hemos seguido. Hay que coger fuerzas y continuar mientras se pueda”, concluye el padre de Pablo Ibar.

Además, el cambio de prisión tras la sentencia, hará más fácil que Pablo Ibar pueda estar con su familia y podrá estudiar, algo que según su padre está deseando hacer,

apoyo total Otra persona que ha seguido muy de cerca el juicio desde noviembre ha sido la periodista Rocío Sañudo, que estuvo ayer presente la sesión en la que el jurado emitió la sentencia, un momento que vivió “con el corazón encogido”. “El tema es especialmente duro. Cuando te relacionas con la familia ves que está a un piño con Pablo, no hay una grieta, es apoyo total”.

La familia de Pablo Ibar -asegura Sañudo- es “cercana, humilde y cariñosa y es complicado no escorarse hacia ellos”. Como periodista no puede decir si Pablo “cometió o no” el crimen que se le imputa en 1994: el triple asesinato del empresario Casimir Sucharski y las modelos Marie Rogers y Sharon Andersen, ocurrido en la casa del primero. Pero si algo ha observado Sañudo es que “ha sido un juicio con muchas irregularidades, en el que se han visto cosas que claman al cielo”.

Tanto es así que ha llegado a preguntarse: “¿Cómo es posible condenar a una persona con unas pruebas con tan poco fundamento y con un juez que ha demostrado ser tan parcial?”. Durante el juicio, explica esta periodista, cuando el juez ha mandado acercarse a fiscal y defensa se ha decantado siempre por la fiscalía. “A la defensa le ha dado la razón una o ninguna vez cuando ha hecho una reclamación”, afirma.

Conociendo su proceder, la familia y el equipo legal de Ibar trataron de recusar en al juez Dennis Bailey sin lograrlo, algo que ya intentaron también sin éxito con anterioridad.

En consecuencia, incluso los periodistas han vivido el proceso “con mucha tensión”. “El sistema americano es así y la mentalidad americana también es otra, pero nosotros no podemos entender que se pida la pena capital”, apunta Sañudo que reconoce que se le “ponían los pelos en punta” ante algunas de las irregularidades e injusticias de las que ha sido testigo.

Rocío Sañudo también vivió con tensión el momento en el que se dieron a conocer “los papeles en los que el jurado va indicando distintos aspectos”, que van a favor o en contra del acusado. Esa enumeración parecía cargar más en la balanza la bandeja de los agravantes, por lo que el alivio fue mayor al llegar la sentencia. Todo el proceso ha resultado tan duro e intenso que “hasta celebramos la cadena perpetua”, reconoce la periodista.

Lo que no se sabe ni se puede conocer, y así lo corrobora Andrés Krakenberger, es cuántos miembros del jurado votaron a favor de la pena de muerte y cuántos a favor de la cadena perpetua, aunque con un solo posicionamiento contrario a la pena capital esta quedaba invalidada, ya dicha sentencia requiere unanimidad. Otro extremo que Rocío Sañudo ha podido constatar es que “los medios de aquí son los que más eco se han hecho del proceso, los de aquí menos”. En su momento, recuerda, “sí se le dio más cobertura” pero no tanta en la actualidad.