- Pedro Sánchez no las tiene todas consigo. El Consejo de Ministros dio luz verde el martes a la reforma de las pensiones, pero a partir de septiembre tiene que pasar por el Congreso de los Diputados y nada hace pensar al presidente español que tenga los apoyos garantizados. ERC avanzó antes de las vacaciones su predisposición a votar en contra, y PNV y EH Bildu mostraron sus recelos. El ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, no suscitó adhesiones en la comisión de seguimiento del Pacto de Toledo. De ahí que Sánchez optara ayer por desplegar ya una ofensiva pública de presión política para reclamar un pacto unánime en pos del fin de la “crispación” y para garantizar que las pensiones se revaloricen con el IPC, el índice de evolución de los precios y el nivel de vida. Ese punto suscita un amplio consenso, pero el diablo está en los detalles y preocupan las medidas para alargar la vida laboral y, sobre todo, la concreción del factor de equidad intergeneracional.

“Si estamos de acuerdo en que tenemos que reforzar el diálogo social, en que tenemos que revalorizar las pensiones conforme al IPC y en que tenemos que garantizar el sostenimiento presente y futuro de las pensiones, como defienden Gobierno, empresarios y sindicatos, tienen que estar todos los grupos de acuerdo”, zanjó Sánchez en un acto en Cáceres. La apelación no la concretó, pero va dirigida a todos, desde sus socios, hasta el PP, que ya avanzó ayer su negativa. Sánchez apostó por una recuperación económica total, que se traslade a los salarios, y unas jubilaciones dignas. Pidió a todos los grupos de la oposición que “abandonen la confrontación y la crispación”. Sánchez presiona con que el acuerdo se ha cocinado en la mesa de diálogo social con empresarios y sindicatos.

No tiene asegurado el voto del PNV, un socio al que considera prioritario y con quien firmó un acuerdo de investidura. Las relaciones entre los jeltzales y Escrivá tampoco atraviesan por su mejor momento porque este ministro está frenando la transferencia completa de la gestión del Ingreso Mínimo Vital. Sobre las pensiones, fuentes del PNV en el Congreso consultadas por DEIA aseguran que su posición todavía no está decantada. Critican que el Gobierno español no les hiciera llegar el proyecto antes de aprobarlo en Consejo de Ministros. El PNV no ha visto la letra pequeña y añade que la reforma tampoco está completa, porque más adelante en el transcurso de otoño Escrivá tiene que concretar el factor de equidad intergeneracional, un asunto que genera muchas desconfianzas. Escrivá lanzó primero el globo sonda de que los nacidos en el baby boom tendrían que asumir una carga mayor, pero después rectificó. Para el PNV es importante conocer la fotografía completa, aunque ve con buenos ojos que se haya pactado la reforma en la mesa de diálogo o que suban las pensiones con el IPC. El propio PNV arañó al expresidente Rajoy esa subida en una negociación presupuestaria.

El PP, por su parte, cree que el texto “demoniza” su reforma de 2013 y Casado avanzó ayer que no lo apoyará porque el sistema no será sostenible. Sánchez necesita aprobarla porque Bruselas lo exige a cambio de los fondos europeos.