El expresident de la Generalitat Carles Puigdemont no ve excesivo futuro a la mesa de diálogo entre el Gobierno español y el Govern para tratar de zanjar el problema catalán que previsiblemente comenzará a funcionar en septiembre. De hecho, ayer mismo volvió a censurar que se pueda poner en marcha un organismo del que apenas espera resultados mínimamente satisfactorios. La razón que esgrimió es que “un proceso de cambio de un país no se puede hacer en los despachos, sin la gente”.

En un acto celebrado por el Consell per la República -una estructura creada por Puigdemont para ir dando pasos hacia la independencia- ayer en El Soler -al sur de Francia y a escasos kilómetros de la frontera-, el expresident defendió que pese a los vaivenes que ha sufrido en los últimos años, “la independencia sigue viva”. Porque la autodeterminación se ejerce de “forma continuada” y es un proceso “que dura años”. “Un país es su gente”, prosiguió el también eurodiputado en su alocución, y “los procesos políticos para hacer un país no se pueden decidir en un despacho ni en una dicha mesa de diálogo”.

“Ningún país ni ningún proceso determinante del futuro de un país se puede hacer de espaldas o en contra de la gente”, aseguró Puigdemont, realizando una clara referencia a la mesa de diálogo prevista para otoño con representantes del Ejecutivo estatal y el autonómico. “No abandonaremos hasta el reconocimiento formal de la república catalana. Nos queda un largo camino, pero solo lo podremos hacer si vamos dando pasos encadenados como venimos haciendo desde el 1 de octubre”, defendió. Así, se reafirmó en su apuesta por romper amarras con el Estado español, y de forma unilateral además. Mantiene por tanto su apuesta por la autodeterminación: “Es la guía que nos enseña el camino del éxito. Se gana cada día. Lo sabemos hacer porque ya lo hemos hecho”, dijo.

Para Puigdemont, y por influencia “de tantos años de franquismo, desde el jefe de Estado hasta el último de la judicatura (...) piensa que somos ovejitas sumisas y desmovilizadas”. Pero según manifestó, Catalunya lucha por ser “una república de paz, democracia y progreso y radicalmente europea” en el marco de una Europa en la que señaló que “vuelven a surgir ideas claramente fascistas que van empapando a la sociedad de forma transversal”.