A simple vista, la petición de un ayuntamiento para que el Gobierno español le venda unos terrenos y pueda construir viviendas no debería tener color político ni ideología ni colear durante décadas. Pero, si en esos terrenos se asienta el Ejército español y si el ayuntamiento en cuestión es vasco, la cuestión se complica. El PNV ha podido encauzar esta semana una petición histórica, el traspaso de los terrenos que ocupa el cuartel de Loiola al Ayuntamiento de Donostia antes de que acabe 2021, con el objetivo de construir un eco-barrio de 2.000 viviendas y mitigar el problema de la carestía y escasez de pisos. El acuerdo ha sido posible en un contexto en el que los seis votos del PNV valen su peso en oro para Pedro Sánchez y son necesarios para aprobar los Presupuestos de 2021.Solo así se han podido vencer las resistencias que parecían insalvables y que impidieron rematar la jugada, incluso, al exalcalde socialista Odón Elorza. Estuvo cerca pero no pudo lograr este desenlace durante su mandato a pesar de haber defendido su petición con insistencia ante ministros de Defensa de su propio partido, como Carme Chacón, José Bono y José Antonio Alonso. Puso toda la carne en el asador, con la implicación del entonces lehendakari y también socialista Patxi López. No fue suficiente.

Lo que era una reivindicación puramente urbanística ha permanecido durante años enredada en una telaraña de interpretaciones políticas porque se veía como un intento de desplazar al Ejército fuera de Euskadi. El plomo de ETA también pesaba en las alas de esta reivindicación y se esgrimía que el cuartel era clave para el servicio de inteligencia. Además, la petición se atascó durante años porque el Estado pedía a cambio un lugar alternativo que le convenciera para reubicar a los militares, dentro de la propia localidad, pero ninguna propuesta de los sucesivos alcaldes le gustaba, y el actual regidor, Eneko Goia, se quedaba ya sin margen para idear otras ubicaciones. Al final, esa cuestión se dejó abierta en la enmienda presentada por el PNV a los Presupuestos, no fue objeto de las negociaciones tal y como ha podido confirmar este periódico, y la localización alternativa pasó a ser cosa del Ministerio de Defensa. Lo que se puso por escrito en la enmienda del PNV fue lisa y llanamente una compraventa. El Gobierno español, necesitado de sus votos, ha tardado muy poco en deshojar la margarita y, entre todos los terrenos barajados durante años, parece haberse decantado por ver con buenos ojos uno de ellos y reubicar a los militares en las instalaciones de hípica en Donostia.

Aunque el PNV pueda tener como aspiración la marcha del Ejército, no planteaba que se llevara el campamento fuera de Euskadi. Es una necesidad urbanística. Las 20 hectáreas que ocupa son el único espacio urbanizable disponible para el proyecto del eco-barrio con una oferta importante de viviendas de protección oficial. La enmienda solo se refería en su apartado justificativo y no en su cuerpo central a que sería posible llevar al Ejército a un lugar más acorde con sus menguantes efectivos.

Las fuentes consultadas por DEIA hablan de un intenso cruce de documentos y redacciones revisadas entre el portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, Aitor Esteban; la ministra de Defensa, Margarita Robles; y el alcalde de Donostia, el también jeltzale Eneko Goia. No fue un logro sencillo porque las posiciones estaban muy alejadas. Solo dos semanas antes, la secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro, había negado que los cuarteles estuvieran infrautilizados. La respuesta era muy discutible para el PNV, que se armó de cifras y argumentos. El regimiento del Tercio Viejo de Sicilia número 67, del Ejército de Tierra, contaba en un primer momento con 2.000 militares, pero en la actualidad solo son 500, y siguen teniendo a su servicio una vastísima extensión de terreno. El Ministerio de Defensa venía de argumentar históricamente que el cuartel es clave para los servicios de inteligencia y antiterroristas (ETA ya no existe), y se enfrentaba también a la interpretación que pudiera hacer el PP de este traslado, además de la logística que iba a requerir el movimiento de los militares, el perímetro de seguridad o los posibles inconvenientes durante la migración y las condiciones del nuevo lugar.

No es ningún secreto que la interlocución que ha tenido tradicionalmente el PNV con los sucesivos ministerios de Defensa no ha sido precisamente frecuente o habitual. No es una puerta a la que llame a diario, por su propia naturaleza, por abordar cuestiones relacionadas con el Ejército que difícilmente están vinculadas con la agenda vasca en Madrid. Pero Esteban tenía a su favor una relación personal fluida con Robles, desde la etapa en que la socialista ejerció como portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados. El cambio fulgurante de posición dentro del Ministerio, que era muy reticente, se ha atribuido en algunos ámbitos a una intervención providencial al más alto nivel de Sánchez, pero las fuentes consultadas se remiten al diálogo en el “triángulo” formado por Esteban, Robles y Goia.

La enmienda del PNV recordaba que los cuarteles de Loiola fueron construidos en 1926 y que están lejos de tener su ocupación máxima, lo que permite “desocupar la actual ubicación y proceder a su traslado a un emplazamiento más acorde y mejor dimensionado a sus necesidades actuales sin perjuicio a su operatividad”. El Ministerio había defendido el “interés militar” de las instalaciones, incluso, para la “defensa nacional”.

El cumplimiento de esta demanda histórica vuelve a llevar el sello del PNV tras los intentos infructuosos de alcaldes de otros partidos, comenzando por el socialista Elorza. Mantuvo contactos con el Gobierno español para que el Ejército abandonara Loiola a cambio de otro emplazamiento en la misma Donostia, siguiendo el modelo de otras reubicaciones de los militares en el Estado. Parecía que Elorza estaba cerca de lograrlo. Planteó Antondegi como emplazamiento.

Con un muro de granito se encontró Juan Karlos Izagirre, el alcalde de Bildu. Pidió una reunión a la entonces ministra Chacón y fue despachado con una fría carta. Lo avisaba de que no pensaba retirar “un solo efectivo” de Euskadi. Cualquier palabra que saliera por boca de la izquierda abertzale se interpretaba como una apuesta política con sesgo a favor de la salida del Ejército y, además, se acercaban las elecciones generales que ganaría el PP y ya no habría margen.

Cuando Eneko Goia tomó las riendas y se reunió con la ministra Robles, dijo que Antondegi no era del gusto del Estado. Robles lo descartó, y el jeltzale propuso Zubieta y más localizaciones que tampoco tuvieron la aprobación de Madrid.

precio

La enmienda del PNV decía que “el Gobierno culminará, durante el ejercicio 2021, la enajenación al Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián de los terrenos que en la actualidad ocupa el acuartelamiento de Loyola” y “a tal fin se constituirá una comisión entre ambas partes fijándose el precio en base a los aprovechamientos que se obtengan de su recalificación”. Hay enmiendas del PNV sobre este asunto que datan de hace 15 años.

intentos anteriores

Odón Elorza (PSE). Durante su etapa como alcalde, el socialista tuvo enfrente a ministros de Defensa de su propio partido como Carme Chacón, José Bono y José Antonio Alonso. También pidió la mediación del lehendakari Patxi López, igualmente del PSE. Realizó una propuesta para reubicar el cuartel en Antondegi, pero no terminó de desbloquear el debate.

Juan Karlos Izagirre (Bildu). El alcalde de la izquierda abertzale solicitó una reunión con la ministra Carme Chacón, pero despachó su petición con una carta donde avisaba de que no iba a retirar un solo efectivo del Ejército. No tuvo margen para realizar muchas más gestiones ante las elecciones generales de 2011, que ganaría el PP, con lo que suponía para Bildu.