Los talibanes exigieron ayer la exclusión de sus líderes de las listas negras de la ONU y Estados Unidos, al tiempo que condenaron los comentarios que se han hecho en contra de los miembros del nuevo Gobierno de Afganistán. “Instamos a que estas políticas incorrectas se reviertan de inmediato a través de interacciones diplomáticas”, demandó en un comunicado el Gobierno de los talibanes.

Más de una docena de los miembros del nuevo gabinete del Gobierno interino de los talibanes figuran en la lista negra de terroristas del Consejo de Seguridad de la ONU, muchos de ellos con órdenes de captura por las agencias estadounidenses. Entre ellos destaca Sirajuddin Haqqani, sobre quien pesa una recompensa de 10 millones de dólares por parte de las autoridades de EE.UU. por información que ayude a su captura, y que fue nombrado esta semana como nuevo ministro de Interior.

Sirajuddin, de 48 años, es el jefe de una de las agrupaciones insurgentes más temidas en Afganistán: la red Haqqani, fundada por su padre, Jalaluddin Haqqani, para luchar contra la invasión soviética en la década de 1980 y que se encuentra detrás de algunos de los atentados más sangrientos cometidos en territorio afgano.

“Funcionarios del Pentágono han comentado que algunos miembros del gabinete del Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) o miembros de la familia del difunto Haqqani están en las listas negras de Estados Unidos y siguen siendo objetivos”, subrayó el nuevo Gobierno. Para los talibanes, “la familia del honorable Haqqani es parte del Emirato Islámico y no tiene un nombre ni una estructura organizativa separados”, señaló el portavoz en el comunicado.

Un exfuncionario del Gobierno de Afganistán dijo a Efe bajo condición de anonimato que alrededor de 15 miembros del nuevo gabinete talibán están en las listas negras de la ONU y Estados Unidos. “No solo son una amenaza para la seguridad de Afganistán, sino también para la seguridad de la región y los países del mundo”, dijo la fuente que aseguró que en ese grupo se encuentran además de Sirajuddin Haqqani, y su tío y ministro de Refugiados, Khalil Haqqani; el máximo funcionario de los talibanes y nuevo primer ministro en funciones, el mulá Hassan Akhund.

La designación del gabinete provocó críticas de la comunidad internacional que cuestionó no solo la presencia de líderes de la base dura del movimiento, sino también el poder entregado a individuos considerados como amenazas terroristas.

“El Emirato Islámico condena en los términos más enérgicos que Estados Unidos y otros países estén haciendo declaraciones tan provocativas y tratando de inmiscuirse en los asuntos internos de Afganistán”, sentenciaron los talibanes en el escrito.

Petición de la onu

fondos para evitar un desastre

Oportunidad. La ONU pidió ayer jueves a la comunidad internacional que libere los fondos para Afganistán bloqueados tras la toma del poder por parte de los talibanes con el fin de evitar un desastre humanitario en el país y ofrecer a los insurgentes una “oportunidad” para demostrar que pueden gobernar de otra forma. “Miles de millones de dólares de activos y fondos de donantes han sido congelados. El objetivo entendible es denegar estos fondos a los talibanes. El efecto inevitable, sin embargo, será una contracción económica severa que puede dejar a millones de personas en la pobreza y el hambre”.